Superando todas las dificultades, Wielicki y Berbeka han conseguido montar el Campo III, mientras Denis Urubko describe la situación tras el abandono de los rusos y los avances de la expedición.
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Instalando cuerdas fijas a 7.025 metros |
Aprovechando una relativa mejora del tiempo, y superando las condiciones extremas en que se encuentra la montaña, los polacos Wielicki (lider de la expedición) y berbeka han conseguido fijar cuerda hasta más allá de los 7.000 metros e instalar el Campo III. A pesar de las desavenencias en el grupo, que teminaron con el abandono de dos expedicionarios rusos, y con el regreso forzoso de otro, el resto de los expedicionarios sigue fiel a su sistema de ‘trabajos por turnos’. El tesón de todos ellos está dando su fruto y, poco a poco, van ganándole metros a una montaña que, en invierno, está mostrando como nunca sus garras. Sólo les quedarÃa montar el Campo IV y, tal vez, un vivac a utilizar el dÃa del asalto a cumbre. Si lo lograran, serÃan los primeros que hollan la cima del K-2 (y de cualquier ochomil del Karakorum) en invierno.
Justo antes de que llegase la noticia del montaje del Campo III, Denis Urubko enviaba esta carta, donde describe la situación y los progresos conseguidos hasta el momento.
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Denis Urubko en la tienda del Campo II |
“El equipo polaco conserva una increÃble presencia de ánimo y trabajan de manera muy eficiente. Espero que podemos acabar esta expedición con éxito, que para eso estamos trabajando tan duro en la montaña. Pero el progreso el muy lento.
El 29 de enero me despedà de Vassili y partimos en direcciones opuestas. El se perdió por el valle cargado con una enorme mochila, y yo volvà a la escalada. Esta vez, con dos polacos, jóvenes ambos: Marcek y Piotr. Yo estaba totalmente decidido a reconstruir nuestro Campo II, a 6750 metros. Llegamos al lugar donde habÃa estado el 30 de enero; debo recordar que la primera vez que alcanzamos ese punto habÃa sido el 20 de enero, cuando Vassily, Ilias y yo pasamos allà la noche. Pero luego el Campo habÃa sido destruido por vientos fortÃsimos. Y ahora, allà estaba yo, dispuesto a reinstalarlo, tal como habÃa hecho con el Campo I. Montamos la tienda en un punto más alto y construÃmos un muro de hielo que protegiera la tienda. Desde ahà veÃamos, un poco más abajo, los restos de la nuestro anterior campamento. El tiempo era muy malo