Un expedicionario realizando una travesÃa en esquÃs a través de la Antártida |
Durante la temporada "alta" antártica -el verano austral, de noviembre a principios de marzo- la Antártida acogerá a 10.000 visitantes procedentes de todas partes del mundo. Una cifra muy significativa si se tiene en cuenta, como comentaba Ramón de Larramendi, experto en temas polares, de que se trata de un viaje caracterizado por "la dureza del clima, el alto precio, la falta de infraestructura y la complejidad logÃstica".
El primer viaje-crucero que se realizaba a la Antártida fue organizado por Lars-Eric Lindblad en 1965, quince años más tarde el bagaje de turistas llegarÃa a los 3.000 visitantes anuales. Pero no fue hasta principios de los años 90 cuando el turismo en la Antártida despegarÃa, en parte debido a la necesidad de los rusos de alquilar sus barcos de investigación polar a las agencias de viaje americanas como medida de emergencia ante la grave crisis económica que en esos momentos azotaba el paÃs.La mayor parte de los barcos que ofrecen cruceros antárticos este invierno han sido alquilados por meses y con muchÃsimo tiempo de antelación, a pesar de que se trata de un viaje muy largo y que requiere una gran inversión económica.La fascinación ejercida por las aventuras épicas que se han forjado en las históricas expediciones realizadas en el continente blanco queda patente, en muchas ocasiones, en el itinerario que se solicita: Elephant Island, lugar en el que Shackleton y sus hombres recalaron durante su expedición de 1916 es a menudo paso obligado para cientos de turistas. No en vano para este explorador la Antártida constituÃa "el último gran viaje" que le queda al ser humano por realizar.