Caldwell liberó la vía en cuatro días de mayo |
“Mis brazos se hinchaban cada vez que los levantaba sobre mi cabeza. La sangre brotaba de agujeros en mis dedos, rodillas, codos, espinillas y frente. Había estado abusando de mi cuerpo en esta escalada durante más de dos meses y estaba cansado. Profundamente cansado, física y mentalmente”.
Ese era el estado en el que Caldwell se encontraba a sólo un largo de un éxito seguro en un proyecto que había empezado a tomar forma en su cabeza en octubre de 2003, cuando el norteamericano decidió que quería liberar una gran pared.
“Escogí ‘Dihedral Wall’ porque era la línea más obvia en El Cap, la tercera ruta completada en la pared tras ‘Nose’ y ‘Salathé’”, recuerda. “Si ‘Dihedral Wall’ podía ser escalada de alguna manera, sería una de las rutas en libre más extraordinarias que yo hubiese visto”.
Caldwell empezó a trabajar sólo en la pared, a principios de primavera. Su mujer y habitual compañera de cordada, Beth Rodden, estaba recuperándose de un pie roto, así que sus primeras semanas en Yosemite las pasó en compañía únicamente de la pared.
“Dihedrall Wall’ me consumía. Escalé más intensamente y durante más tiempo cada día de lo que nunca lo había hecho. Escalaba cuatro o cinco días a la semana, del amanecer al anochecer”, relata Caldwell, que en ocasiones se quedaba dormido mientras hablaba por teléfono con su mujer o mientras hacía la cena.
“Era obvio que esta ruta sería un paso enorme más allá de cualquier cosa que yo hubiera escalado. Era absurdamente sostenida. La mayoría de las rutas libre de El Cap tienen sólo unos pocos largos de 5.13, pero de los quince primeros largos de ‘Dihedral’, uno era un 5.14, otro 5.13d, tres 5.13b y cuatro 5.12. Y todos eran sostenidos”.
“Dihedrall Wall” es la tercera vía que se abrió en El Cap |
18 de mayo
El 18 de mayo llegó el día D. Rodden, casi recuperada de su lesión, se unió a su marido para jumarear junto a Adam Stack, amigo del escalador. El tiempo era inusualmente frío, perfecto para la escalada en libre. Caldwell escalaba con increíble rapidez y a las ocho de la mañana, tres horas después de empezar, llegó al paso clave, una panza de 120 pies donde la ruta deja los diedros a la izquierda y se dirige a la vertical pared cerca de “Cosmos”.
Caldwell superó el largo con enorme esfuerzo pero sin caerse. “Me sentía encantado”, reconoce. “Pero todavía tenía por delante un endemoniado montón de escalada de dificultad”.
“Había completado la mitad de la escalada dura del día y sólo eran las diez de la mañana. Estaba contento, pero también sabía que no estaría tan fresco por la tarde, sin mencionar los siguientes días”.
Y así fue. Por la tarde llegaron las caídas. Hasta doce tendría que sufrir durante los cuatro días de escalada que invirtió en la pared. Las dudas asaltaron a Caldwell, de 25 años, en varios momentos de la escalada, cuando sus brazos temblaban vacíos de fuerza mientras intentaba recuperarse sentado sobre la hamaca porteada por sus compañeros.
El segundo día, Caldwell lo invirtió en la escalada de tres largos. “Si cualquiera de estos tramos hubiera estado en cualquier otra ruta libre de El Cap habría constituido por sí solo el paso clave, pero en esta vía parecían no tener importancia”, aseguró. “Al final del día sentía que mis dedos podían atravesar los gatos. Todo lo que sentía era dolor. Pero empezaba a pensar que podría escalar este monstruo”.