Atardecer sobre El Sigismondi |
“La práctica de la escalada es una actividad deportiva y recreativa tradicional que participa en la formación integral de la persona en una íntima relación con la naturaleza. Desarrolla valores de cooperación entre los que la practican y potencia el aprecio y el interés por la conservación del medio natural procurando su uso de forma sostenible y respetuoso”, asegura la declaración firmada a finales del año pasado en su primer punto.
Sin embargo, los firmantes se comprometen también a “evitar la degradación del suelo en los espacios de escalada y en sus accesos, respetando los caminos y sendas señalados y existentes”.
Los visitantes de la zona, en gran parte escaladores, deberán asimismo evitar en lo posible los ruidos provocados por la presencia humana (gritos y tonos de voz elevados). “Nos encontramos en el hábitat de numerosos seres vivos que pueden ser sensibles a estas alteraciones ambientales”, advierte la declaración.
Pared Sur del Valle de Leiva. |
Por supuesto, la recogida de los residuos y desechos forma también parte del compromiso, así como el respeto y la protección de la vida animal. “Hay que evitar en todo lo posible afectar a la vegetación que habita en el entorno donde nos encontramos, tanto al pie de la vía como a lo largo de la misma”.
Debido a los períodos de nidificación de aves pueden existir restricciones con carácter periódico que pueden afectar a la práctica deportiva, restricciones que habrán de atenderse.
El equipamiento de las vías de escalada, especialmente con taladro, tampoco deberán dañar las formaciones geológicas, por lo que la nuevas aperturas se acordarán entre gestores y federaciones deportivas.