Primeros largos de aproximación |
Una de estas actividades que tanto nos gustan, aquellas que no siguen los caminos trillados ni la repercusión mediática, pero que probablemente estén más cerca del alpinismo como actividad comprometida y pionera –tal y como se entendía en los comienzos-, que muchas grandes actuaciones seleccionadas más por el nombre que por un verdadero sentido ético de la montaña. 460 metros. Zona virgen y dudosa. 6a. Sin pitones ni expansivos. Alpinismo en estado puro.
Nando Laínez y Álvaro Hurtado estuvieron por los Andes chilenos este año, sin un plan concreto especialmente establecido. Así, se adentraron en el Cajón del Estero Morado, en el Maipo, en busca de alguna pared virgen para abrir una nueva vía. Allí descubrieron una bonita pared. Estuvieron escrutando posibles líneas, y finalmente eligieron una ruta que terminaba en lo que parecía ser un gran diedro…a partir de aquí, les cedemos la palabra…
La pared, con la vía marcada en rojo |
“…al día siguiente nos levantamos temprano, cruzamos el río como buenamente pudimos, y ascendimos por unos neveros hasta adentrarnos por una canal. Nos calzamos los gatos y demás cacharros y empezamos nuestra escalada. Dos largos fáciles pero algo rotos nos dejaron a pie de la pared principal y a pocos metros de una fisura a la que se le veía color.
Llegamos a ella escalando en travesía y una vez superada montamos la tercera reunión. Escalamos tres largos por un muro intermedio que no nos resultó demasiado difícil pero sí bastante expuesto ya que te pegabas tiradas de 40 metros sin poder proteger y cuando lo hacías se trataba de alguna fisurilla sucia en la que malamente entraba un micro. Llegamos a una gran repisa a los pies del bonito muro superior y allí comenzamos la atlética escalada que en dos largos nos dejaba en lo alto.
Habíamos terminado nuestra vía y estábamos contentos. Buscando algún lugar para bajar, vimos que a pocos metros rapelando había una canal de nieve. Optamos por dirigirnos a ésta destrepando primero por una canal muy estrecha en oposición y montando después un rápel de 55 metros volado sobre un bloque.
Fisura en el tercer largo |
Tras un destrepe llegamos a la canal y no resultó como esperábamos, ya que desde arriba parecía poco empinada y luego resultó que nos encontramos tramos de 60º. Al no llevar piolet ni crampones, optamos por seguir rapelando la canal, trepando por sus paredes para buscar bloques donde poder lazar los cordinos. Había partes que bajábamos en oposición entre la rimaya y la pared, con un pie en la nieve y otro en la roca. Poco a poco íbamos ganando metros de descenso hasta que en un rápel se nos engancharon las cuerdas, con la suerte de que el otro cabo aún no había subido. Remontamos a desatascarlas y volvimos a rapelar.
Cuando empezamos a recuperarlas se volvieron a enganchar, pero esta vez con el cabo fuera de nuestro alcance. La noche nos cogió y allí estábamos, sin cuerda. Optamos por bajar destrepando en oposición por la rimaya y por resaltes de roca.
Últimos largos atléticos |
Al cabo de unas tres horas llegamos al suelo y nos alegramos de haber llegado enteros...pero aún no se había acabado todo, ya que todavía nos quedaba cruzar el fuerte río de aguas congeladas, esta vez de noche. Era el turno de Nando ya que Álvaro había cruzado primero por la mañana. Empezó a cruzar y poco a poco iba subiendo el agua por sus piernas hasta que al final la corriente lo arrastró aguas abajo con todos los cacharros puestos. Como pudo consiguió sujetarse a una roca y poco a poco luchando salió nadando hacia la otra orilla. Tiritonas y espasmos provocados por el agua fría le recorrían. Le dijo a Álvaro que se iba corriendo al vivac. Al poco llega Álvaro en la misma situación, calado hasta los huesos. Nos quitamos la ropa mojada y al saco...al día siguiente nos esperaba otra bonita jornada"
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