La alpinista Edurne Pasabán en el el Everest. |
En lo que ha supuesto su tercera visita al Himalaya, la montañera vasca ha regresado con congelaciones de segundo grado en varios dedos de su mano izquierda, consecuencia de las bajÃsimas temperaturas (40 grados bajo cero) y el fuerte viento que arreciaba en las proximidades de la cumbre del Everest. La expedición de la que Edurne formaba parte atentaba la cumbre desde la vertiente norte-tibetana de la montaña. Conocedora de las caracterÃsticas del Everest -en otoño de 1999 habÃa llegado hasta 8.300 metros- la alpinista declaraba en una entrevista a barrabes.com estar totalmente determinada a regresar a casa habiendo hecho cumbre. Sin embargo, al llegar a los 8.600 metros -restaban 248 metros para la cima- se vió obligada a descender, impidiendo a la montañera vasca cumplir su objetivo de convertirse en la primera mujer vasca de la historia que pisa la cima del Chomolungma (nombre tibetano de la montaña).
Ascendiendo hacia el Collado Norte. |
Bastó tan sólo un momento en que Edurne se quitó uno de los guantes que protegÃan sus manos para solucionar un problema con su mascarilla de oxÃgeno artificial para que el frÃo hiciera mella en sus dedos. Tratada a través de Internet por el doctor Arregui, la gravedad de sus lesiones la obligarÃan a descender rapidamente y dirigirse a Kathmandú, desde donde pondrÃa rumbo inmediatamente hacia España. En una reciente rueda de prensa ofrecida por los integrantes de la expedición Euskaltel Everest 2000 la alpinista declaró sentir la ascensión al Everest como "un reto personal", por lo que, para evitarse nuevas desilusiones, escalará otras montañas de ocho mil metros antes de intentarlo de nuevo en la montaña más alta del mundo.