El primer dia durante la ascensión, con el mediterraneo al fondo. |
La alpinista catalana Araceli Segarra acaba de regresar del Líbano, donde ha estado esquiando mientras contemplaba un paisaje realmente insólito si se practica el deporte blanco: el mar Mediterraneo.
A lo largo de este mar se extiende una llanura costera muy estrecha. En el interior, el relieve está formado por dos grandes cordilleras, separadas por el Valle de la Bekaa.Los Montes del Líbano, que se elevan de forma muy abrupta desde la franja costera, están cortados por numerosas gargantas de gran profundidad, y en su parte septentrional se localiza el pico más alto del país, el Quoret es Sauda (3.083 m). El recorrido que realizaron los nueve miembros del equipo con los que viajaba Araceli comenzó en Beirut, desde donde se dirigieron a Sannine. Recorrieron esquiando los montes de Afga, Harissa, Bcharré, Quoret es Sauda, Vivac, Hermel, Baalbek, Aïnata y Bcharré..Estas son las primeras impresiones que la alpinista ha sacado tras su estancia en Oriente Próximo:Araceli Segarra durante una de las jornadas de esquí en los montes libaneses. |
“En el fondo, Líbano viene a significar montañas nevadas o montañas blancas. Y es que encontramos más nieve allí que en nuestras propias montañas. Con buenas condiciones de nieve, se puede recorrer la cadena montañosa de Sur a Norte. Sólo existe un pequeño inconveniente, y es encontrar un mapa de montaña para situarse. De momento la mejor ayuda con la que contamos es un mapa de carreteras escala 1:200.000...
De vez en cuando la gente del país (amable donde las haya) nos advertía del peligro de minas antipersonales en la montaña al pasar por zonas sin nieve.....si las hay, siguen ahí.A nuestro paso por la cordillera cruzamos un par de pistas de esquí, un poco rústicas y algo pequeñas, con 1 ó 2 remontadores pero efectivas. En una de ellas, nos permitieron remontar los 300m gratuitamente a los 9 miembros del equipo...éramos los únicos ese día.La orografía es espectacular, bastante suave y con acantilados cuyos balcones son el mirador perfecto a los pueblos que allí se encuentran.Durante la travesía dormimos y cenábamos casi todas las noches en hoteles y hostales que buscábamos de paso en nuestra ruta, a veces nos desviábamos un tramo para encontrarlos. Tan sólo una vez hicimos vivac. En los pueblos se puede comprar comida, cualquier tipo de chocolatina y galletas.Conclusión: el Líbano un país que sorprende, por la amabilidad de su gente, por su olor a Mediterráneo, por las posibilidades que la montaña ofrece...y un montón de cosas que nos dejamos por descubrir. Un objetivo que no dudaría en repetir.”