Camino de aproximación a Taghia. |
Las sorpresas comenzaron al coger el primer autobús del largo recorrido hasta Taghia. Haciendo gala de la habilidad que para con los turistas tienen algunos habitantes del paÃs vecino, Marruecos, vieron en este pequeño grupo de turistas un filón. Asà fue como el conductor desalojó a cuatro pasajeros que ya habÃan pagado religiosamente su billete para que subieran Dani y los demás. Por supuesto, a cambio les exigÃa un desorbitado pago por exceso de equipaje, "comme à l"avion" afirmaba. Solucionado el asunto por menos de la mitad de lo exigido por el conductor y tras un largo viaje, hicieron noche en la Medina de Beni-Mellal. Aún iban a tardar tres jornadas más -combinando otro autobús, un todoterreno y mulas- en llegar al campamento.
Por fin el primer contacto con la pared. Dani y Fernando decidieron probar la calidad de la roca en una vÃa de seis largos que, aunque al principio parecÃa muy fácil resultó ser un 6c que acabó sucumbiendo pese al calor que hacÃa. Isabel y David vieron una posible lÃnea en un espolón del Jbel Aoujdad y también tuvieron sorpresa. Se encontraron con un tereno más descompuesto de lo que creÃan en un principio y, fruto de eso, a Isabel le cayeron dos piedras encima bastante grandes. La vÃa que quedó por probar fue la de 45 metros, que tiene un grado máximo de 6ª; es bastante expuesta a la caÃda de piedras y lo descompuesta que está la convierte en un reto que prometo adrenalina, su nombre es "Hoy no, que me duele la cabeza".Abriendo vÃaUn virus retrasó tres dÃas la intención que tenÃan de abrir nuevas vÃas. La verdad es que fue un buen susto, tanto los sÃntomas de la enfermedad, como el trayecto de tres horas andando por el monte hasta la enfermerÃa más cercana, en Zaouiat Ahnsal. Aunque el aspecto de la casa del médico era impactante, también era el sitio más cercano al campamento donde disponÃan de material esterilizado.Mientras Dani se tomaba un par de dÃas de descanso, para recuperarse, David y Fernando comenzaron a abrir los primeros largos en el Jbel Oujdad.El buen tiempo del principio se habÃa ido transformando y cada dÃa tenÃan tormenta. Esa circunstancia ralentizaba un rápido avance en la apertura de la vÃa. Se estaba poniendo más difÃcil de lo que al principio imaginaban. La ruta cruza por la mitad del Jbel. Comienza en unas partes más inclinadas que dan al zócalo caracterÃstico de esta montaña, que la parte por la mitad. Ahà empiezan las complicaciones: un desplome sin fisuras y roca descompuesta que no permite la entrada de una clavija y se supera con un buen burilador -instrumento que no les dio muy buen resultado puesto que enseguida quedó machacado-; pasos de ganchos y después algún clavo que no termina de quedar bien. Más tarde se accede a una fisura que hace travesÃa a la izquierda, para terminar en otra gran fisura que corta la pared y que te manda directo a la cima.Pero poco a poco, según les permitÃa el tiempo y los perros que por las noches rondaban el campamento y apenas les dejaban dormir, iban abriendo largos en esa vÃa aún anónima. Las fisuras estaban bastante sucias y algunas chimeneas eran prácticamente intocables. Isa y David escalaron un largo que incluÃa dos fisuras de offwidht (fisura muy ancha), un sistema de diedros de "mÃrame y no me toques" y una chimenea muy invertida. En la reunión, por fin, pudieron pasar de los parabolt, una de las pesadillas de la vÃa, puesto que invirtieron aproximadamente una hora y media en meter cada uno; la pudieron montar con un friend, un microfriend y tres poderosos clavos.Con la miel en los labiosLa climatologÃa empezó a ponerse realmente peligrosa, vientos muy fuertes y lluvias cada dÃa les hicieron pensar en volver. No pudieron llegar a abrir la vÃa entera, el tiempo les obligó a retirarse cuando quedaba el trozo más fácil, unas rampas que llevan a la cima. Unas rampas que no pisaron sus gatos.
Un dÃa entero recogiendo el material y aunque hubieran deseado escalar aún un poquito más tuvieron que salir a escape. Ante su asombro el rÃo se habÃa puesto de color chocolate y empezaba a crecer rápidamente. El descenso se hace por un cañón que, en algunas zonas es bastante estrecho, una crecida hubiera convertido la vuelta en algo más parecido al rafting que al trekking. La elección fue buena. No paró de llover y salir de ahà un dÃa más tarde hubiera sido imposible. Afortunadamente llegaron sin mojarse en exceso, con un montón de anécdotas que contar y siendo unos maestros del regateo.