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Joao García y Ángel Luis Salamanca. Crónica y video de su apertura en Nepal en 6.000m virgen

13 de Octubre de 2017  |  Deja tu comentario
Hace un tiempo publicamos la noticia sobre su apertura. Aquí tenéis el reportaje completo sobre la expedición.


La pasada temporada de primavera en Nepal publicamos la noticia de una nueva vía que Joao García y Ángel Luis Salamanca habían abierto en un seismil virgen en Nepal.

Era un pequeño reporte que nos enviaron desde Lobuche, en el valle del Khumbu, nada más descender de la montaña. Ahora, tiempo después, publicamos el reportaje completo que nos ha preparado Ángel Luis.

Como podéis ver en el enlace de la noticia, ya es una costumbre anual para Joao y Ángel Luis adentrarse en lo más remoto del Khumbu, en zonas no exploradas, abriendo nuevas vías y bautizando cumbres vírgenes.

Un alpinismo bonito, que huye de lo trillado, y en el que lo más importante es la forma y el camino, y no la cifra y el objetivo.

Al no alcanzar cumbre -la vía finaliza en la arista-, el pico sigue sin nombre.

La ruta de Joao García y Ángel Luis Salamanca en el seismil virgen de Nepal
La ruta de Joao García y Ángel Luis Salamanca en el seismil virgen de Nepal

JOAO GARCÍA Y ÁNGEL LUIS SALAMANCA. NUEVA VÍA A 6000M VIRGEN DEL VALLE DEL KHUMBU

Joao García y yo nos conocimos haciendo el curso de guías de montaña, y desde entonces hemos escalado y congeniado bastante bien. Él pasa la mayoría de su tiempo trabajando por el mundo, haciendo de guía por las montañas que se conoce bien, mientras que yo lo paso en Boltaña, en los grupos de rescate, a la espera de alguna llamada de alguien que tenga algún problema en el Pirineo.

Ángel Luis Salamanca y Joao García en el Khumbu
Ángel Luis Salamanca y Joao García en el Khumbu

LOBUCHE WEST

El plan era hacer yo solo el trekking del Everest, aclimatar por la zona y después juntarnos en la localidad de Pangboche, donde Joao tiene bastante material guardado para no tener que pagar mucho exceso de equipaje en los vuelos.

La idea era escalar la cara norte del Lobuche West, de unos 6150 metros de altitud y unos 900 metros de desnivel. Esa era la idea, ya que siempre la veíamos a lo lejos desde la zona del Kala Pattar y resultaba muy golosa.

Además, pedí información a dos grandes cronistas del Himalaya y nos dijeron que la pared norte había sido intentada en el 2002 por unos alpinistas muy conocidos y sobre el 2011 también fue intentada por un equipo de Europa del este, pero que ambos fallaron por mal planteamiento, pensando que iba a ser más fácil y que podrían salir en el día. No llevaban material de vivac y por unos motivos o por otros tuvieron que darse la vuelta.

Además de esa pared, busque información de otros picos cercanos que se pudiesen ascender con el mismo permiso. Para tener un plan B, por si las cosas se torcían. En el Himalaya la nieve nunca está perfecta, y te tienes que acoplar a lo que hay y tener un plan B te abre otros horizontes.

Nos juntamos en Pangboche y allí hablamos del plan de ascensión. Después nos fuimos a Lobuche, con el amigo Sonam, a llevar agua a ese pueblo. Él tiene una filtradora de agua en Pangboche y se dedica a vender agua potable a los pueblos de al lado, así que le acompañamos e hicimos un poco de pastores, voceando a los yaks y tirándoles piedras.

Cuando llegamos a Lobuche, nos dio la bienvenida una buena nevada. Ya nos habíamos enterado de que estaba bastante raro este año. Mucho sol de día. Por las tardes granizo fino del que te molesta cuando te da en la cara, para pasar después a las nevadas de copo gordo. Noches estrelladas y al día siguiente vuelta a empezar los ciclos de la méteo. Todos los días igual. No hubo muy buena méteo, la verdad.

Empezamos a hacer un porteo de material a la zona de escalada. No la conocíamos, sólo lo que habíamos mirado en el Google Earth y luego no se parecía en nada a eso. Los mapas nos decían alturas diferentes a la que nos marcaban los altímetros. También apareció un gran lago helado que no aparecía ni en los mapas ni en internet.

Mochilón con unos 15 kilos y de todo menos comida, que sabíamos, por otras veces, que los cuervos de la zona eran capaces de agujerear la tienda de campaña para comerse lo que fuese. La zona de aproximación durante la primera hora fue cómoda. Solo esa primera hora de las 10 que nos metimos cada día, y fueron dos. Vegetación baja y subida suave, para después meterte de lleno en las morrenas infernales, de bloques sueltos y arena fina. Para arriba y para abajo con los mochilones, pero flipando del paisaje lunar y extraño por el que íbamos. Ruido de avalanchas constantes y perdices nivales piando por todos lados.

Porteando en la morrena
Porteando en la morrena

Vimos también unas especies de huellas de gato que nos recordaban que lo más seguro es que hubiese leopardo de las nieves por la zona. Hasta que llegamos a un lugar, debajo del Lobuche West, donde nos permitió montar la tienda, a unos 5100 metros de altitud, rodeado de grandes bloques de granito y con un chorrillo de agua, a saber si potable o no, con un color y sabor característico a arena de glaciar, todo, directo a los riñones.

Escondimos el material, tomamos las coordenadas para no perder la zona y nos volvimos al pueblo, por otro camino, muchísimo peor y más peligroso que el de ida. En total, unas 10 horas nada bonitas de pateada por esa morrena de la muerte, en el Changri Nup Glacier. Me acordaré toda mi vida de ese sitio, con el Everest, imponente, pegado a nosotros . Nos sentíamos como cuando fueron a explorar esa zona para subir al pico más alto de la tierra. Cerca se encontraba el camino de subida a su campo base, pero nosotros no conseguimos ver a nadie.

Valles poco explorados en el Khumbu
Valles poco explorados en el Khumbu

CAMBIO DE PLANES. PICO SIN NOMBRE

Otro madrugón y con otro mochilón para meternos en la morrena con la que habíamos tenido pesadillas la noche anterior. Ahora al menos no teníamos viaje de vuelta, solo llegar al campo base y a meternos otra vez en los sacos de dormir, beber, comer y pastilla para dormir del tirón hasta que sean las dos de la mañana, hora fijada para empezar la escalada.

Mientras hacíamos todo eso, un estruendo nos sacó de la tienda de campaña y pudimos comprobar que se había caído un trozo de pared de la cara norte del Lobuche west, justo destrozando la vía que queríamos intentar. No nos gustó nada eso. ¿Volvería ha haber otro desprendimiento o ya se habría quedado limpia la vía? Muchas preguntas y con muchas variables, así que optamos por el plan B, un pico virgen, al Oeste del Lobuche y de unos 6080 metros de altitud. Sin nombre.

Increibles paisajes lunares en los valles no explorados del Khumbu
Increibles paisajes lunares en los valles no explorados del Khumbu

Toda la noche estuvo despejada, las estrellas parecía que te iban a comer, pintaba bien, pero sabíamos que eso era un espejismo ya que las tardes siempre se ponía fea la meteo.

Ritual nocturno para desayunar, ir a por agua con sabor a arena, preparar café, comer barritas energéticas duras como piedras y ponerte la ropa, para subir otro poquito de morrena y buscar el camino, en la oscuridad, para aproximar a la montaña, todo esto con el sol apareciendo detrás del Everest, formando una pirámide de luz curiosa que se proyectaba en nuestro valle.

Desde siempre había pensado en ver esa escena, el pico de sombra del Everest y ahora lo tenía allí.

Anduvimos una hora y media, entre seracs colgantes del glaciar que se encontraba debajo de la montaña, para meternos en una pala, de unos 55 grados, nada más salir el sol, ya profunda y penosa de andar. Fue un momento crítico, pensamos en abandonar por el estado de la nieve pero tiramos para adelante, no teníamos otra cosa que

Seracs colgados del glaciar
Seracs colgados del glaciar



Íbamos directos a una cascada de hielo, que vimos que iba directamente a la cumbre, pero el calor empezó a hacer de las suyas y cambio radicalmente esa agua helada tan querida. Decidimos tirar recto, por un sistema de canales que se adivinaban que al final tenían hielo y se ponían más verticales.

Buscando la ruta, cargados para  el vivac
Buscando la ruta, cargados para el vivac

Hacia el hielo final
Hacia el hielo final

Cómo nos engañó la vista. La cosa iba bien, pero la altura y el cansancio empezaron a pegarnos tortazos. Nos metimos en las canales finales y flipamos con el hielo que nos encontramos. Costaba mucho dar pioletazos y mucho más cramponazos. Para meter los tornillos había que emplearse a fondo y al final los largos que íbamos haciendo, los recortamos a 10 o 15 metros de cuerda, ya que íbamos reventados. Llevábamos material de vivac y se notaba en la espalda. Toda la escalada con solecito hasta que nos fuimos aproximando a la arista cimera.

Hielo muy duro
Hielo muy duro

Colocando tornillos
Colocando tornillos

El ultimo largo, a tope y saliendo en ensamble lo hicimos ya nevando muchísimo. Cuando ya empecé a andar en el final, noté que el suelo se quedaba hueco y me vi aprisionado en una grieta y sujetado por los brazos que había abierto al caer. Eso me retuvo. Mala sensación, colgando con los pies al aire. Pioletazo al frente y con toda la fuerza de mis abdominales curtidos con millones de cervezas pude levantarme y tirar hasta la arista, donde clavé una estaca y los piolets para asegurar a Joao. Al rato apareció el, maldiciendo un agujero que había, refiriéndose a la grieta y que se lo había comido a él también.

Nieve fresca en la zona final
Nieve fresca en la zona final

La cima del pico virgen estaba a nuestra derecha, habíamos calculado mal el recorrido y no teníamos ninguna gana de ir con nieve fresca por una arista afilada, así que lo dejamos ahí. Nos pensamos el vivaquear y seguir al día siguiente, ya que habíamos subido todo el peso, pero nos sinceramos y decidimos bajar. La méteo que venía iba a ser peor por la noche y con viento y eso pintaba que no íbamos a poder movernos muy bien en el terreno a la mañana siguiente.

La cima muy cerca. Fin de la vía
La cima muy cerca. Fin de la vía

La bajada, que parece que no cansa, sí que cansa. Y mucho. Te tiras un buen rato haciendo agujeros para poder enterrar las estacas o poder hacer setas de nieve. Hubo momentos de risas en los que parecíamos topose nos veíamos como topos, excavando en la nieve, en busca de hielo para poder hacer algún abalakovs seguro o enterrar lo que fuese bajo la nieve. Al final fue buena decisión el bajar y eso que estuvimos un buen rato barajando si quedarnos arriba o no.

Comienza el descenso
Comienza el descenso

Rapelando la vía
Rapelando la vía

Cuando llegamos al serac colgante, al principio de la vía, nos pusimos a chupar agua que corría por los bigotes de hielo. Nos habíamos acostumbrado a beber agua con arena, en el campo base y esa nueva agua sabía a gloria.

Nos dirigimos al campo base y con todo puesto, nos metimos en los sacos de dormir con esa sensación de gusto de haber hecho algo que te llena de verdad y de que te da igual todo.

Lo más curioso de esto es cuando nos veían los trekkers bajar, con cara de pocos amigos y con mochilones y nos preguntaban ¿Bajáis del Everest? ¿Habéis usado oxigeno?

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