Utilizamos cookies propias y de terceros para optimizar y posibilitar la navegación de la web, y a partir de tus hábitos de navegación poder mejorar nuestros servicios y ofrecerte una mejor experiencia de compra.

Obtén más información en nuestra Política de Cookies.

Portes Gratis
a partir de 49 €

Groenlandia: los Alpes del Ártico

Frente a las aglomeraciones del Mont Blanc y la mayoría de montañas alpinas, hoy os proponemos un territorio virgen por descubrir, lleno de magia y posibilidades. Raúl Lora, Gerard Vandenberg, Vicente Holgado y Curro González se acercaron allí la pasada primavera, y descubrieron un mundo en donde lo difícil es hacer una cima que ya alguien haya pisado con anterioridad. Frente a la masificación de los Alpes, una nueva cordillera virgen: los “Alpes Suizos” de Groenlandia
Frente a las aglomeraciones del Mont Blanc y la mayoría de montañas alpinas, hoy os proponemos un territorio virgen por descubrir, lleno de magia y posibilidades. Raúl Lora, Gerard Vandenberg, Vicente Holgado y Curro González se acercaron allí la pasada primavera, y descubrieron un mundo en donde lo difícil es hacer una cima que ya alguien haya pisado con anterioridad. Frente a la masificación de los Alpes, una nueva cordillera virgen: los “Alpes Suizos” de Groenlandia

Los “duendes” de la imprenta hicieron que el artículo sobre Alpinismo en Groenlandia que publicamos en el último número de nuestros Cuadernos Técnicos quedara truncado. Así que aquí lo reproducimos en toda su extensión, para que podáis disfrutarlo enteramente y como se merece. El autor, Raúl Lora del Cerro

“GROENLANDIA, LOS ALPES DEL ÁRTICO

En un mundo –el de la montaña- que transita habitualmente por terrenos trillados, es bueno encontrarse con gente que busca nuevos aires, nuevos territorios, nuevas actividades. Mientras la mayoría de alpinistas dirigen sus pasos hacia lugares comunes, en donde multitudes se agolpan en campos base masificados, nuevas montañas y cordilleras quedan por descubrir. Lugares donde recuperar el espíritu pionero de los primeros alpinistas.

Frente a las aglomeraciones del Mont Blanc y la mayoría de montañas alpinas, hoy os proponemos un territorio virgen por descubrir, lleno de magia y posibilidades. Raúl Lora, Gerard Vandenberg, Vicente Holgado y Curro González se acercaron allí la pasada primavera, y descubrieron un mundo en donde lo difícil es hacer una cima que ya alguien haya pisado con anterioridad. Frente a la masificación de los Alpes, una nueva cordillera virgen: los “Alpes Suizos” de Groenlandia

Los Alpes Suizos del Norte

Hace tres años, impartiendo un curso de alpinismo en el Circo de Gredos, nació la idea de organizar una expedición a las montañas de Groenlandia. Finalmente, con ayuda del ayuntamiento de Casteldefells, el pasado 21 de Mayo comenzó nuestro viaje a los Alpes suizos de Groenlandia.

Este macizo se extiende de norte a sur a lo largo de buena parte de la costa este de Groenlandia, sus mayores altitudes rondan los 3.500 m, y más del 80% de sus montañas permanecen sin ascender. Este factor, unido a nuestra pretensión de realizar una expedición solitaria y alejada de campos base masificados, fue lo que hizo que nos decidiésemos por esta tierra cubierta de enormes extensiones de hielo salpicadas por paredes vírgenes.

El viaje

Conseguimos un vuelo desde Alicante a Keflavik (Islandia) por 100 €/solo ida con la compañía Icelandexpress. Pasamos la primera noche en el albergue más barato de Reykiavik, que aun así nos costó 41€/persona (solo alojamiento). Al día siguiente volamos a Kulusuk, lugar situado en la costa este de Groenlandia, con la compañía Airiceland por 450 €. Allí tomamos un helicóptero (Air Greenland, 90 €/solo ida) que en diez minutos nos dejó en Tasiilaq. Con unos 1.000 habitantes es la población más importante de toda la costa oriental de la isla.

En Tasiilaq pasamos un par de noches en el Red House, uno de los dos albergues que hay en el pueblo, y en él también nos proporcionaron algunos servicios como alquiler de tiendas, hornillos y esquís y venta de comida liofilizada. En esta población también se encuentran servicios como supermercado, oficina de correos, información turística y banco. Al margen de los aspectos organizativos, llama la atención el colorido de las casas, las ristras de pescado secándose en las terrazas, los preciosos perros groenlandeses y un fenómeno al que no estamos acostumbrados: 24 horas de luz diarias en esta época del año.

Finalmente, el día 24 de mayo otro helicóptero nos traslado hasta el glaciar Bjorne (Air Alpha, 45 min = 3.700 €). Descargamos todo nuestro material entre el que figuraba un teléfono vía satélite y un rifle para prevenir la visita de algún oso polar.

Cuando el helicóptero emprendió el viaje de vuelta y desapareció entre las montañas la sensación fue de soledad absoluta. Vicente, el cámara que nos acompañó durante todo el viaje, comenzó a grabar mientras Gerard, Curro y yo preparábamos las pulkas -trineo para cargar y arrastrar nuestro equipo- antes de iniciar nuestra travesía por el glaciar en busca de la vertiente este del Monte Forel, la segunda montaña más alta de Groenlandia con más de 3.500 m de altitud. El mejor mapa de la zona tiene una escala 1:250.000 por lo que para orientarnos acabamos usando una foto aérea que aún no sé muy bien cómo consiguió Gerard.

Después de un par de días arrastrando las pulkas con unos sesenta kilos de material por persona llegamos al lugar en el que teníamos pensado montar el campo base, a 2.600 m de altitud al pie de la cara este del Forel.

La escalada

Dedicamos un par de día a descansar y reconocer la zona hasta que decidimos atacar la cima del Forel por su espolón sureste. A las nueve de la mañana del 27 de mayo abandonamos el campo base y empezamos a escalar por una goulotte de 120 metros y 75º de inclinación máxima. Los cuatro estamos muy emocionados e ilusionados ante la idea de abrir una nueva vía en el Monte Forel. Después de cruzar una “campa” de nieve sin ninguna dificultad, retomamos el filo de la cresta y superamos la parte más difícil de la vía, un diedro desplomado de V+. Seguimos la arista por una zona de roca sin complicaciones importantes hasta alcanzar un corredor con forma de “Z” en el que el principal problema fue el mal estado del hielo y la nieve que hizo bastante difícil la colocación de seguros fiables.

Llegamos a una zona en la que disminuyó considerablemente la inclinación de la pendiente y continuamos andando hacia los enormes seracs que nos cierran el paso en la zona superior de la montaña.

Tras una breve discusión decidimos que lo mejor es rodear los seracs por la izquierda y enfrentarnos a una travesía de unos 120 m de longitud en hielo durísimo a 65º de inclinación. Esta zona, sin ser de una gran dificultad técnica, es la parte más delicada de la ascensión debido a que, en todo momento, se está expuesto a la caída de trozos de hielo de los seracs situados por encima. Además, la dureza del hielo provoca que esté bastante quebradizo, y al clavar las hojas de nuestros piolets se puede escuchar como se fracturan enormes placas. Después de este tramo aún nos quedan 150 metros más de hielo hasta alcanzar las suaves pendientes de nieve que nos llevan a la cima.

Por fin, después de once horas de escalada, a las ocho de la tarde alcanzamos la cumbre y disfrutamos tranquilamente en ella gracias al sol que en esta época del año ilumina Groenlandia durante las 24 horas del día. Las vistas son increíbles: hacia el oeste el glaciar Inlandis -la segunda extensión de hielo más grande la Tierra-, y al oeste un mar de montañas vírgenes: los Alpes Suizos del Ártico.

Después de comer y beber algo, nos abrigamos y comenzamos el descenso. Necesitamos montar once rápeles con abalakovs (puentes de hielo), setas de nieve y puentes de roca para llegar a la base de la montaña. Poco después llegamos al campo base, más de 20 horas después de nuestra salida y lo primero que hicimos fue meternos en los sacos y dormir unas horas. Al despertarnos, nos comimos todas las reservas de jamón y lomo que teníamos guardadas para la ocasión.

Nos tomamos un par de días de descanso obligado debido al mal tiempo y nos entretuvimos escuchando música, leyendo y elaborando todas las recetas imaginables con los sobres de polvos de tres sabores (chocolate, vainilla y neutro) que teníamos para comer cada día. También aprendimos juegos de cartas originarios de diferentes países a los que habíamos viajado antes, mientras Vicente se encargaba de grabarlo absolutamente todo.

El día 31 de mayo salimos de nuevo del campo base Curro, Vicente y yo en dirección al Perfect Nunatak. Gerard no pudo venir debido a algunos problemas físicos en sus pies. Después de un par de horas esquiando dejamos las tablas en la base de la montaña y nos despedimos de Vicente antes de comenzar la escalada del espolón oeste del Perfect Nunatak.

Cruzando la rimaya empezamos a ganar altura por pendientes de 55º, hasta alcanzar la base de un llamativo diedro situado a nuestra izquierda. Después de un par de largos de roca (110 metros), alcanzamos el filo de una arista que en su primera parte tiene algún resalte rocoso y luego se convierte en una delgada línea de nieve y hielo. Recorriéndola entera se llega la base de una goulotte que escalamos en un largo de mixto (M4) de 60 metros. Después de otro largo de la misma longitud que el anterior y de menor dificultad, pero por terreno inestable con roca descompuesta, nos situamos bajo un muro más vertical que cierra el acceso a la arista cimera. Superamos este muro por un diedro-chimenea desplomado con una dificultad de 6a y recorremos los primeros metros de la cresta que nos llevó a la cima. Finalmente, tras 7 horas de escalada y después de superar un último resalte de ocho metros con un paso de 6a, alcanzamos la cumbre.

Tras descansar unos minutos, disfrutando de las espectaculares vistas del Monte Forel y el Inlandis, comenzamos el descenso con la tranquilidad de saber que sólo tendríamos que realizar algún pequeño destrepe hasta llegar al pie de la vía y regresar esquiando hasta el campo base, donde nos esperaba la cena preparada por Gerard y Vicente.

Finalmente, nos quedaba la vuelta. Teníamos pensado regresar con las pulkas hasta una bahía, desde donde un barco nos llevaría de regreso a Tasiilaq. Pero un golpe que Gerard sufrió durante el descenso en el tobillo nos lo impidió. Aún así, después descubrimos que nuestros planes tampoco habrían sido posibles tal y como lo habíamos planeado: el gran retroceso del glaciar por el que pensábamos llegar hasta el barco hace que no se pueda llegar hasta la costa con las pulkas.

Hemos conseguido abrir dos nuevas vías en las montañas de Groenlandia: “espolón Pepa e Isabel” (V/3+, V+) en el Monte Forel y “al tran-tran” (V/3, M4, 6a) en el Perfect Nunatak. Son solo dos muestras de lo que esta enorme isla ofrece a los alpinistas, desde crestas o espolones como los que nosotros recorrimos, hasta imponentes paredes de un granito excepcional. Además de la zona del Forel existen otras más cercanas a Tasiilaq repletas de montañas vírgenes que están esperando vuestra visita.


El 80% de las montañas de Groenlandia están esperando ser ascendidas


Tasiilaq

Grandes territorios para explorar con las pulkas descubriendo montañas



Raúl Lora
El 80% de las montañas de Groenlandia están esperando ser ascendidas
Raúl Lora
Tasiilaq
Raúl Lora
Grandes territorios para explorar con las pulkas descubriendo montañas
Raúl Lora
Monte Forel:AL TRAN–TRAN 600 m V/3,6a,M4
Raúl Lora
En plena ascensión
Raúl Lora
Perfek Nunatak, AL Tran–Tran 600 m V/3,6a,M4
Raúl Lora
Los Alpes del Ártico
Tags: Alpinismo

Artículos más recientes

Comentarios

Para introducir un comentario debes identificarte en Barrabes.com. Haz click aquí para identificarte.
No existen comentarios para este artículo.