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50 años de la Serón-Millán, primera directa a un gran mallo en Riglos

No sólo la escalada al Tozal cumple 50 años. 1957 llegó a Riglos con todas las cimas de los mallos conquistadas, (la última, el Puro, 4 años antes), pero con el empuje de los jóvenes escaladores dispuestos a encontrar nuevos retos en sus altivas paredes, ya que las vías existentes hasta ese momento buscaban la practicidad, perdiendo bastante de trazado elegante y directo. Así llega la primera gran directa al Pisón. Este fin de semana estuvimos escalando la vía, para rememorar aquellos tiempos
No sólo la escalada al Tozal cumple 50 años. 1957 llegó a Riglos con todas las cimas de los mallos conquistadas, (la última, el Puro, 4 años antes), pero con el empuje de los jóvenes escaladores dispuestos a encontrar nuevos retos en sus altivas paredes, ya que las vías existentes hasta ese momento buscaban la practicidad, perdiendo bastante de trazado elegante y directo. Así llega la primera gran directa al Pisón. Este fin de semana estuvimos escalando la vía, para rememorar aquellos tiempos

En 1.957 no había manera de subir al Pisón sin pasar por el collado, el Firé sólo contaba con la travesía de las Cinco Puntas, todavía no se había abierto la norte del Puro y los mallos pequeños iban descubriendo poco a poco sus posibilidades. No es de extrañar entonces que una cordada formada por escaladores jóvenes pero con gran experiencia buscara el siguiente punto débil del mallo Pisón, el más característico de los que forman el telón de fondo del pueblo de Riglos, para crear una línea directa y atacar por otro nuevo flanco tan tremendo monolito. Esa debilidad se encontró en la evidente y profunda chimenea que surca el lado izquierdo de su cara oeste, como una línea de humo que buscara el cielo desde un encendido Puro.

Ya en 1955, Ángel López “Cintero” y Alberto Rabadá habían realizado un par de largos de esta vía. En aquella ocasión, el calor y la mala calidad de la roca junto con alguna caída que afortunadamente sólo quedó en un susto obligaron a una retirada dolorosa a los dos supervivientes de la conquista del Puro –Manuel Bescós había fallecido pocos días después de esta hazaña al desprenderse el clavo desde el que estaba rapelando en el Pisón-. Para la nueva intentona, Rabadá y Cintero conseguirían también la compañía de Rafael Montaner y Pepe Díaz, que avanzarían como segunda cordada realizando labores de apoyo. Ese mismo mes de junio, Rabadá había abierto dos “ediles” en Riglos: la Edil de la Aguja Roja, también con Cintero, y la Edil de la peña Don Justo, con Díaz y Vicente, lo que nos da idea del entusiasmo del grupo y las posibilidades que ofrecían esas paredes. Todo estaba dispuesto para una nueva conquista en el Reino de los Mallos; las murallas que defienden las cimas iban a tener que aceptar que tampoco sus líneas más verticales eran inexpugnables.

No todo el mundo vio con buenos ojos la idea de realizar ese directo trazado. Don Justo Garasa era un personaje muy querido entre los escaladores; acogía en su casa a quienes acudían a Riglos para tratar de realizar alguna vía de manera que, además de un hospitalario vecino era fuente y recepción de información de primera mano. Al conocer las intenciones de la cordada aragonesa, les conminó a desistir de ese intento por la temeridad que suponía meterse en ese trazado, con roca desecha en su primera parte e incierta consistencia en la larga chimenea final. Nos podemos hacer una idea de la conversación agria y encendida entre don Justo y los escaladores zaragozanos; los tópicos toman ideas preconcebidas, poco reflexionadas o ciertas maldades, pero en este caso podemos caer en generalizaciones y apelar a la tozudez de los aragoneses para que en la discusión nadie diera su brazo a torcer: asumiendo la imposibilidad de hacer desistir a la cordada ante la peligrosidad de su empresa, don Justo cumplió la amenaza lanzada de marcharse del pueblo mientras estuvieran realizando la vía para no tener que ver una desgracia. Conviene también decir que en su exilio en Huesca don Justo estuvo permanentemente informado por su cuñado, el alcalde, de los progresos de la cordada, de manera que pudo cumplir su palabra sin perder detalle de la apertura y, una vez finalizada la vía, premió a los escaladores con una comida en su casa. El enfado no debía de ser tan real como intentó fingir.

Quizás, con los malos augurios de don Justo Garasa, una cordada menos decidida hubiera desechado la idea de seguir con el proyecto, pero la cabezonería o inconsciencia de esta cordada rebasaba lo inimaginable. Si nos faltaban elementos en contra, los escaladores encontraron en un nuevo elemento para hacer más difícil la escalada: la lluvia. La mañana del 20 de junio de 1957 salió triste en Riglos y vino a complicar aún más la precariedad de la situación. Roca mediocre y mojada, terreno incierto, equipamiento casero… pocos inconvenientes más podríamos poner a este proyecto. Aún así, la doble cordada fue consiguiendo lenta pero concienzudamente ganar metros a la pared supliendo con imaginación y técnica la ausencia de material, logrando llegar antes de que les alcanzara una nueva tormenta a un nicho donde poder pasar una noche medianamente confortable. Confortable comparándola con lo que les podían deparar los rayos y la intensa lluvia sin un techo encima, claro.

El día 21 de junio fue el más provechoso. Se ascendieron 140 de los 300 metros que mide la vía, logrando llegar casi hasta la cumbre, pero la prudencia esta vez les hizo parar antes de llegar a un tramo incierto. La rapidez en la que se movieron esta vez se explica por varios hechos: la roca es manifiestamente mejor en el tramo de la chimenea, el grado es más cómodo y las condiciones ambientales también favorecieron el desarrollo de la escalada. El sol lució todo el día, pero en lo profundo de la chimenea se consigue estar a la sombra hasta bien entrado el mediodía.

El siguiente día, el 22, fue invertido para completar el último largo que quedaba de la vía hasta llegar a las sabinas de la cima y realizar el descenso. A la hora de elegir el nombre, hubo quórum en el grupo; se la dedicarían a sus maestros Ángel Serón y Fernando Millán quienes, entre otras importantes escaladas, habían conseguido la normal de la Peña Sola de Agüero y la normal de la Aguja Roja. Tras el accidente mortal de Víctor Carilla en el segundo intento al Puro en 1953, junto al que ambos formaban cordada en ese momento, ambos dejaron de escalar tan activamente.

La cordada había logrado completar una vía “extremadamente larga y difícil” según sus propias palabras y abrían la puerta a la apertura de vías que surcarían la cara oeste del Pisón en los años siguientes. Vías como la Carnavalada de Ursi Abajo y Jesús Ibarzo -abierta en 1965- o la Alberto Rabadá (o Murciana) de los hermanos García Gallego -en 1976- son, dentro de una dificultad mayor, herederas de ese espíritu de líneas verticales por la Oeste del Pisón.

Escaladores y vía después de la apertura

Pasaron apenas unos días para que la cordada formada por Rabadá, Díaz, Montaner y Bescós volviera a escalar, en este caso realizando la primera repetición de la Ravier al Tozal del Mallo. Todavía escocía la herida en el orgullo provocada por haber perdido esa primera, aunque el botín conseguido en pitones y clavos abandonados por los franceses hizo más llevadero el trance.

La primera repetición de la vía estuvo envuelta en la polémica. La cordada formada por los primos Anglada y Guillamón firma la segunda ascensión de la Serón-Millán, realizando la entrada por el collado del Puro. Esta manera de acceder a la chimenea desata la indignación de los aperturistas, que critican a la cordada catalana por haber evitado las mayores dificultades de la vía. Éstos no tienen problemas en aceptar la rectificación y toman buena nota de las posibilidades del collado; un año después y de nuevo desde el collado del Puro toman la misma cornisa, esta vez en sentido contrario, para llegar en dos largos horizontales al espolón norte del Pisón y continuar hasta la cima, encontrando la forma más larga de llegar al Pisón: 400 metros de escalada, sumando la normal del Puro y la vía Anglada-Guillamón. En todo caso, hoy en día la entrada a la Serón-Millán se realiza casi exclusivamente a la “manera catalana” resultando la normal del Puro y la chimenea de la Serón-Millán una opción muy recomendable en su conjunto.

Ursi e Ibarzo –Carnavalada, primera repetición Rabadá-Navarro al Fire, espolón del Adamelo…-, esta vez sí, consiguen la primera repetición integral de la vía. En el año 1975, los escaladores madrileños Assas y Hernández –segunda repetición de la Rabadá-Navarro al Firé con la dificilísima variante de salida ese mismo año- realizan una variante más recomendable para llegar al “trono”, segunda reunión de la vía. La historia de la vía continúa en los siguientes años con escaladas sorprendentes y algún accidente de un himalayista de reconocido prestigio: por un lado, la escalada sin cuerdas desde el collado por parte de Fernanderas en 1985, quien también realizó otras vías como la normal al Puro en el mismo estilo. Por otro, el accidente con rescate incluido de Juanito Oiarzábal en el último largo de la vía al desprenderse unas rocas y saltar dos seguros que le protegían.

Actualmente, la parte inferior apenas se realiza, siendo el caso contrario la chimenea final sobre todo después del reequipamiento. Para realizar la vía desde el collado, un escalador acostumbrado a los alejes rigleros no necesitará material extra de autoprotección ya que la vía se encuentra jalonada en toda su longitud con los más variopintos tipos de anclajes: puentes de roca, clavos, falcas, spits, parabolts, químicos… Además, la dificultad de la chimenea es bastante asequible, no pasando del V grado excepto en el punto en el que la chimenea se cierra y que nos obligará a esforzarnos un poco más o resignarnos al A0. Tradicionalmente, se solía utilizar la cornisa edílica para evitar el último diedro, un poco roto, pero actualmente y tras el reequipamiento ese tramo se ha limpiado bastante y es posible salir hasta la cumbre sin tirar demasiadas piedras abajo.

Bibliografía:

Planas, A. y Planas, D., Rabadá-Navarro, sus vidas, su técnica, sus vías actualizadas, Ed. Barrabés

Guinda, F., Guía de escalada en Riglos, Agüero y Foz de Escalete, Ed. PRAMES

Montaner, R. y Orús, F., Mallos de Riglos. Escaladas y Excursiones, Ed. Montañeros de Aragón

Orús, F. y Gracia, Q., La Historia de Escalada en los Mallos, Especial 50 aniversario Ascensión “El Puro”, Ed. Montañeros de Aragón

Díaz, J.J., Han pasado 50 años, Especial 50 aniversario Ascensión “El Puro”, Ed. Montañeros de Aragón

Oiarzábal, J. y Betelu, K., Los Pirineos de Juanito Oiarzábal, Ed. Desnivel


En el primer largo tras el collado del Puro


Croquis de la vía

Los Mallos, desde el Gállego

Primer largo directa al Puro

Travesía de entrada a la chimenea

Primer largo de la chimenea

La cima del puro desde la vía

Químico en la vía

Cordino con clavo

Primer rápel del Pisón

Tags: Alpinismo

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