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José Mijares: Wilderness de Vatsari en packraft

Como suele ocurrir, en cuanto el otoño llega a las tierras boreales, José Mijares siente la llamada del wilderness y se pierde unos días para disfrutarlo.

“Y un año más, se descubrió a veces, especialmente en el otoño, pensando en tierras salvajes, y unas montañas extrañas que nunca había visto se le aparecían en sueños.”
(J.R.R. Tolkien)

Año tras año, cuando llega el otoño, tras un largo verano de trabajo continuo en su hogar de Cabo Norte, nuestro viejo amigo José Mijares siente la llamada de lo salvaje.

Centinela y última frontera en el hemisferio norte, es uno de los primeros en sentir el frío, el cambio de luz, y el del color de las hojas, desde su residencia en la tierra Boreal.

A su vuelta, también año tras año, comparte con nosotros su respuesta a la llamada del otoño, avisándonos de que la estación ha llegado a la frontera, y pronto alcanzará nuestras latitudes.

Es casi un rito, y un preludio de las grandes expediciones que suele realizar durante el invierno.

Este mes volvió a perderse en el wilderness, de nuevo con su packraft, pero en esta ocasión sin su inseparable compañero el perro Lonchas, uno de los más queridos de los protagonistas que aparecen en nuestra web. Problemas físicos, de los que está ya casi recuperado, le han impedido acompañar a José.

Ha elegido una zona del norte de Finlandia, Vatsari, y emulando a El Nadador, el protagonista del relato de John Cheever que cruzaba Los Ángeles nadando de piscina en piscina, como si conformaran un río con surgencias que atravesara la ciudad, diseñó un ruta acuática a través de un rosario de más de 30 lagos, porteando entre unos y otros.

Aquí tenéis su crónica: 30 lagos, 8 días, 1 otoño.

No sois pocos los que nos preguntais si José Mijares ejerce de guía en el Ártico; no lo hace. Pero, un par de veces al año, monta algún curso. El próximo tendrá lugar en el mes de febrero de 2017, “Técnicas de Expedición Polar y Progresión en Terrenos Ártico”.

Los cursos tienen lugar en La isla de Mageroya, a 71º Norte, y durante los mismos, y acampando sobre el hielo y bajo las auroras boreales, se realizará una travesía de 3 días en la que se pondrá en práctica todo lo aprendido.

“Este curso está pensado para todos; tanto para los que sólo quieren aprender o perfeccionar sus técnicas de progresión sobre terrenos helados como para todos aquellos que quieran preparar una expedición de mayor envergadura. El objetivo es aprender las técnicas de progresión y supervivencia en entornos polares con seguridad y eficacia.”

Tenéis toda la información en: www.josemijares.com/es/cursos/tecnicas-expedicion-polar.php
EN BUSCA DEL SILENCIO

“Recién se estrena el otoño y aquí en Laponia ya está a punto de acabar. Tiene gracia. Podría ir ganando otoños viajando al sur, saltar de asteroide en asteroide como el Principito. Pero tengo que aprovechar al máximo el que tengo más a mano, el que más me gusta y el que más alegrías me ha dado y me da: el otoño boreal.

A Lonchas lo tengo de baja, anda el muchacho con los ojos pochos y me dice la veterinaria que ni se me ocurra sacarlo al monte a que le dé el sol o a arriesgarnos a que se golpee (otra vez) con una rama, a las que no está acostumbrado por vivir en una isla sin árboles. Una lástima tener que dejar al compadre en dique seco, nunca mejor dicho, porque había pensado un viaje con mucha agua para nosotros dos.

Descartada la compañía, cambio canoa por packraft y una ruta más o menos anfibia por otra petada de lagos y más lagos. Con esas premisas el destino tiene que ser por fuerza Finlandia. Si busco agua, allí sobra. Noruega me gusta más para caminar con o sin esquíes, pero la zona norte de Finlandia alberga zonas de wilderness muy interesantes:
www.nationalparks.fi/en/wildernessareas

De hecho, hay 12 áreas de wilderness en todo el país, que son eso, zonas salvajes y remotas, santuarios de pescadores y ánimas inquietas como la mía, en busca de paz. Para mí, después de un intenso verano cara al público en mi empresa (Ártico Ice Bar, www.articoicebar.com) resulta una terapia obligada tener la boca cerrada y rodearme de silencio, casi una obligación y no lo digo de broma, de verdad lo necesito y me hace bien.

Como no salgo de por aquí, salvo excepciones, encontrar cosas nuevas ya no es nada fácil. Tampoco quiero seguir trails marcados, prefiero pintarlos sobre el mapa, dibujar la ruta que más me acomoda, con la duración y días que dispongo; en una palabra: ser libre.

Así que me fui a Vatsari, que está al norte del lago Inari, un lugar que he visitado en 5 ocasiones, unas en canoa, otras en esquíes, a pie, con Lonchas y sin él.

Después de mirar con sumo detalle los mapas, vi una línea perfecta para meter el packraft en una sucesión interminable de lagos grandes, medianos, pequeños y minúsculos, en donde además no repetiría (apenas) zonas ya conocidas.

Con semejante viaje en mente estaba como un niño con zapatos nuevos.

EN MARCHA

Estoy a sólo 5 horas de carretera hasta Supru, punto de arranque de esta travesía, y no muy lejos de Sevetijarvi, el punto de llegada.

No tenía muy claro dónde iba a dejar el coche, cuando descubro a mi derecha una zona amplia de parking y justo al lado del lago donde pretendo comenzar mí viaje. Una vez dé la espalda a la carretera, no volveré a verla en 150 kilómetros.

¡Que bien suena!

Cuando no había viento en los lagos, remar era un placer, sin olas, con aguas calmadas. Quizás por eso puedo llegar a remar a casi 5 km/h, y eso que un packraft no es precisamente una embarcación muy marinera. Sólo la temperatura del agua me avisa de que es mejor no naufragar allí.



Para este viaje, y en esta fecha otoñal, siempre queda la incertidumbre de cuanto frio hará por las noches. Los días son templados en estas fechas, alrededor de 10º C, pero si las noches son despejadas te puedes encontrar algunos grados bajo cero y yo pretendía ir muy ligero, sin exagerar, pero lo suficientemente ligero como para echarme todo al hombro cuando tocara portear de un lago a otro. Esta es la clave del viaje y por eso la importancia de usar un packraft y no la canoa.



Al final todo el equipo no pesaba ni 15 kilos lo cual me daba autonomía para 10 días de ruta; saco ligero, tienda ultralight de cuben, mochila del mismo material y comida ajustada al gramo para no llevar de más. Botella pequeña de gas y cámara de fotos. Ah! Y los mapas, claro. Qué haría sin los mapas.

Antes de salir de casa estudié a fondo la ruta en la web finlandesa de parques nacionales y aprovechando la opción de sacar coordenadas y lo certero de esa información, pude imprimir todas las hojas del mapa necesarias, plastificarlas y meter los puntos más importantes en mi gps.

EN EL WILDERNESS ACUÁTICO

La tónica era navegar un lago y encontrar la salida más corta hacia el siguiente o encontrar pasadas de apenas un metro entre un lago y otro y así sucesivamente dentro de lagos complejos y llenos de islas, donde sin visión desde las alturas es francamente difícil ver perfiles cuando navegas dentro del mismo lago y a la altura de un pequeño packraft.

Las horas que invertí preparando la ruta fueron todas las horas que no perdí en dar vueltas o sentirme perdido, más bien todo lo contrario; gracias a ese trabajo de campo pude ir como un cohete sin más preocupación que remar y disfrutar cada minuto.

La ruta completa ha debido cruzar más de 30 lagos de todos los tamaños, he perdido la cuenta y no importa mucho contarlos ahora. He debido portear cerca de 25 veces, siendo el porteo más largo de cerca de 2 kilómetros, pero la mayoría apenas llegaban a los 200 metros.

He dormido en una cabaña, la de Rajapaa, y he pasado de largo otra donde no me he querido quedar, y después de 8 días he llegado al pueblo de Sevetijarvi, donde el primer coche que pasó por la carretera me cogió sin más demora y me llevó hasta donde yo había dejado el coche.

No puedo aportar más, así que espero que las fotos y videos muestren lo que quiero contar.

¡¡Disfrutad el otoño, es mágico!!!”

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