La maniobra de rapel es sencilla y fácil de aprender pero al mismo tiempo puede ser peligrosa, y un pequeño fallo nos puede costar caro, si no aplicamos las técnicas de seguridad adecuadas.
El descenso de la cumbre o del final de la vía puede plantearse de varias maneras. En ocasiones podremos descender andando desde la cumbre, siguiendo un itinerario de bajada diferente al de subida. La bajada puede ser por roca, nieve o hielo, con el consiguiente planteamiento logístico necesario aplicado antes de comenzar la ascensión. Podemos escalar en roca y sin embargo la bajada ha de realizarse en nieve, mediante el empleo de botas, crampones y piolets. O bien podemos escalar una via en la cual el descenso implica rapelar por la misma ruta de subida y empleando los mismos tinglados de reunión. Otras veces podemos finalizar una ruta y sin embargo hemos de rapelar descendiendo por una pared o ruta diferente, empleando otros tinglados de rapel. Si no conocemos la ruta de descenso o simplemente bajamos improvisando la ruta deberemos de abandonar material con el fin de permitirnos el montaje de los rapeles. El trazado de descenso debería de ser limpio y directo, pero ello no siempre es cierto. En ocasiones deberemos de sortear techos y desplomes, y evitar bloques sueltos y zonas expuestas a caídas de roca o hielo. Un buen estudio de la ruta es necesario a priori.
No siempre será necesario rapelar la pared. En ocasiones simplemente podremos realizar largos sencillos de destrepe, asegurados o sin asegurar. Tal técnica puede facilitar el descenso y ganar en tiempo y esfuerzo. El relevo en las maniobras de rapel en terreno fácil nos roba tiempo y genera una fatiga fácilmente evitable. El tiempo en montaña es sagrado, y más cuando la noche o la tormenta se nos hecha encima. No cabe duda decir que las técnicas de destrepe son siempre expuestas y solo han de realizarse si los escaladores las consideran seguras. Un ejemplo de ello puede ser el destrepe de las viras del Midi D’Osseau, en el pirineo francés. Un largo recorrido de viras para finalmente poder alcanzar los rapeles. Tal plan es mas seguro que intentar rapelar toda la pared una vez finalizada las vía. La complejidad de la pared y la abundancia de fisuras y bloques pueden poner en peligro nuestro descenso, atascando la cuerda en grietas o alrededor de bloques inestables durante la recogida de la cuerda. Sin tener en cuenta el tiempo consumido.
La técnica de rapel se basa principalmente en el rozamiento que produce la cuerda con un sistema de frenado. Tal rozamiento ayudará al escalador a descender a través de un ritmo y velocidad deseada, controlando la bajada. La posición del cuerpo durante el descenso apenas varía. Se trata simplemente de conseguir una postura equilibrada y en perfecto balance. Para ello deberemos de mantener las piernas perpendiculares a la pared, separándolas aproximadamente la distancia de los hombros, el cuerpo ligeramente sentado y estirado, sin agacharse sobre el aparato descensor. Cuando bajamos lo haremos despacio, sin saltos y siempre mirando donde ponemos los pies. La piernas nos mantendrán alejados de la pared, evitando golpearnos contra ella (los saltos los dejaremos para las películas). En la foto 1 observamos una postura de bajada estable, cómoda y perpendicular a la pared. En la foto 2 observamos una postura de bajada incorrecta, con el cuerpo totalmente curvado y agarrotado y con las piernas demasiado juntas, con la posibilidad de perder el equilibrio. En la foto 3 observamos también una postura forzada de bajada con el cuerpo demasiado tumbado hacia atrás, tal postura gasta mucha energía y es inestable, provocando incluso que el escalador se caiga o se quede sentado en la pared. Hemos de adaptarnos a la pared y a sus irregularidades, bajando los pies de manera alternada.En techos y desplomes mantendremos los pies quietos al borde, bajaremos el trasero y la espalda y, cuando nos hallemos mas o menos perpendicular al techo, bajaremos una pierna y a continuación la otra. En techos muy pronunciados será incluso dar un pequeño salto controlado con el fin de evitar el borde, y de tal manera no pillarnos las manos o golpearnos la cabeza. A continuación bajaremos el bolado sin problemas. En determinadas ocasiones será conveniente pegarnos un poco mas al borde o incluso flexionar las piernas, pero por norma general intentaremos mantenernos separados del borde del techo. En la foto 4 observamos la postura de descenso al borde del techo y en la foto 5 (primera foto de la lista) observamos el paso posterior a la salida del techo.
Reuniones en rapel
Cualquier reunión ha de ser resistente, segura y efectiva. En ocasiones los tinglados de rapel coinciden con las reuniones de escalada y otras ocasiones deberemos de confeccionar el tinglado de rapel. Si es posible intentaremos descender directos al suelo, evitando desplomes, travesías y zonas de bloques de hielo y rocas sueltas. Siempre que encontremos reuniones montadas, tanto naturales como artificiales, deberemos de comprobar el estado de la reunión y sobre todo de los cordinos y cintas que confeccionan el tinglado. Si es preciso reemplazaremos el material necesario con el fin de garantizar una mayor seguridad. En reuniones artificiales comprobaremos que los parabolts, buriles, clavos, fisureros, etc. se encuentran en buen estado y bien sujetos a la roca. A continuación reemplazaremos los cordinos y cintas si ello es necesario. Comprobaremos que no se hayan quemados por el roce de la cuerda o rotos por caídas de piedras.Si disponen de anillos y cadenas también comprobaremos que estas no se hayan demasiado rozadas y gastadas. Si es necesario abandonaremos algún mosquetón.Y si es preciso reforzarlas le añadiremos material, como por ejemplo fisureros o friends. Recordemos que nuestra vida vale mas que un puñado de friends o fisureros. En hielo si es preciso abandonaremos algún tornillo y en nieve podremos dejar estacas de aluminio. En lo posible hemos de triangular los puntos de la reunión, en lo posible un mínimo de dos puntos (en la foto 6 observamos una reunión penosa de rapel compuesta por un solo buril y el cual se haya introducido solo hasta la mitad. Las posibilidades de refuerzo son nulas, por no existir fisuras próximas. Las cintas de rapel se hayan situadas entre la pared y la chapa con el fin de evitar brazo de palanca. Un ejemplo de mal anclaje, muy malo). La reunión montada de rapel ha de ofrecer una buena recogida de cuerda, limpia y directa, sin rozamientos que dificulten retirar la cuerda. Las reuniones naturales son aquellas en las cuales empleamos los materiales que nos brinda la naturaleza, como pueden ser arboles, bloques, puentes de roca, columnas y puentes de hielo, setas de nieve, etc. Hemos de intentar que tales reuniones también se hallen en la vertical, alejadas de repisas que produzcan rozamiento. El anclaje ha de ser solido, bien sea un árbol, un bloque o una columna de hielo. El cordino o cinta a emplear para su confección ha de ser resistente y encontrarse en buen estado. Cintas con buena resistencia, 22kn., y cordinos de al menos 8mm. de diámetro.La cuerda no la pasaremos directamente por el árbol o bloque de piedra, pues ello nos creará problemas a la hora de recogerla (en la foto 7 observamos la cuerda pasada directamente por el árbol). La mejor opción es extender el anclaje con un cordino o cinta larga y de tal manera evitar el rozamiento en el borde de la pared, facilitándonos la recogida de la cuerda. En la foto 8 hemos extendido el anclaje con una cinta con el fin de facilitarnos la recogida de la cuerda y evitar el roce con la pared. En columnas de hielo emplearemos la misma técnica de alargar el anclaje hasta la vertical (foto 9, anclaje en columna de hielo). En rapeles largos hemos de emplear dos cuerdas y para unirlas emplearemos un nudo de unión de cuerdas. Para tal efecto disponemos de tres nudos aconsejables:
Pescador doble.
Recomendado para unir cuerdas de diferente
diámetro. Es recomendable que el nudo se confeccione en doble
con el fin de ganar resistencia y evitar problemas de deslizamiento.
El mayor inconveniente viene dado por el volumen del
nudo, lo que puede originar su atasco en fisuras durante la recogida
de la cuerda (foto 10 abajo, encima del fisurero).
Nudo en ocho enfrentado.
Muy popular y práctico, fácil de realizar
y de deshacer. El inconveniente es el mismo descrito para
el nudo pescador doble (foto 10, en el centro.).
Nudo de cola de vaca o gaza simple por seno.
Es un nudo interesante para rapelar cuando existen posibilidades de que el nudo se pueda atascar en fisuras. Cuando recogemos la cuerda el diseño del nudo mantiene a este alejado de las grietas, evitando que se pueda atascar. Para su confección es importante que dejemos unos 20 0 30 cm. de cabo sobrante. Es importante apretar bien el nudo antes y después del rapel, pues suele aflojarse una vez que dejamos de ejercer presión en él. Es un nudo menos resistente pero practico y seguro si lo supervisamos adecuadamente (foto 10 arriba).
Antes de comenzar las maniobras de descenso hemos de comprobar
que todos los miembros de la cordada se hallan atados a la reunión,
mediante cintas y mosquetones de seguro. La cuerda la pasamos por la
anilla o cinta de reunión y a continuación realizamos gazas ordenadas
con el fin de ayudarnos en su despliegue al vacio. Antes de lanzar la
cuerda hemos de comprobar que no existen arboles, rocas, arbustos
o fisuras que puedan enganchar la cuerda. Además comprobaremos la
dirección del viento, con el fin de acertar con el lanzado de la cuerda a
nuestro punto de interés. Si el viento se fuerte descenderemos con las
cuerdas atadas en gazas a nuestro arnés con el fin de que el viento no
se nos lleve los extremos de la cuerda. Cuando estemos listos para
lanzar las cuerdas gritaremos “cuerda” con el fin de alertar a posibles
escaladores en la pared o en el suelo. Cuando bajemos hemos de memorizar
o buscar el siguiente tinglado de rapel y deshacer posibles nudos
o trenzados de cuerda. Una vez alcanzada la siguiente reunión nos
ataremos a ella y esperaremos que baje el compañero con precaución
a posible caída de piedras o hielo. Una vez que empecemos a recoger
la cuerda pasaremos el extremo de la cuerda de la que estamos tirando
por la reunión, con el fin de ganar tiempo y orden. Cuando tiremos
de las cuerdas hemos de tener la precaución de que estas se hayan
ordenadas y no trenzadas. En la foto 11 vemos un buen ejemplo de
cuerdas listas para ser recogidas. En la foto 12, sin embargo, observamos
las cuerdas trenzadas. Al tirar de la cuerda negra podemos trenzar
o pinchar la otra cuerda dificultándonos la retirada de estas, sobre
todo en pendientes de pared poco verticales. Si empleamos una cuerda
de diámetro pequeño como cuerda auxiliar podemos atarla a la cuerda
principal como muestra la foto 13, y de tal manera bajar en simple por
la cuera gruesa. Una vez finalizado el rapel simplemente tiraremos del
cordino auxiliar para recoger la cuerda.
Equipo y material de descenso
En la foto 14 podemos apreciar diversos materiales empleados durante
el descenso. Cintas para montar reuniones y cordinos para ayudarnos
durante el descenso autoasegurados. El shunt es también un
buen sistema de autoseguro en rapel. Mosquetones para abandonar y
maillon rapide para las reuniones. Una pequeña navaja es practica a la
hora de cortar viejos cordinos y cintas en la reunión. El stop es un buen
dispositivo de descenso, sobre todo en rapeles largos. Es mas suave y
dinámico que el grigri. Las plaquetas son mas cómodas al rapelar con
cuerda doble que el clásico ocho, pues no rizar las cuerdas y las mantienen
separadas durante el descenso. Si descendemos con dos cuerdas
empleando un ocho podemos colocar una cinta express entre las cuerdas
con el fin de permanecerlas separadas y listas para recoger (foto
15, cinta express separando las cuerdas de rapel). Los mosquetones
anchos de pera o tipo HMS son mas prácticos durante las maniobras de
descenso, pues podemos traccionarlos desde tres puntos diferentes y
así adaptarlos a los dos ojales del arnés.
Es importante saber como manejar los aparatos básicos de descenso
y también saber como bloquearnos. De tal manera dispondremos
de nuestras manos libres para arreglar la cuerda durante el descenso.
Descensor en ocho.
Es un aparato muy popular, sobre todo en España. Riza un poco mas las cuerdas que las plaquetas, pero el descenso es suave. La manera de bloquear la cuerda es la siguiente:
Pasamos la cuerda a través del mosquetón, con el fin de mantener
el bloqueo de la cuerda (foto 16).
El bucle lo pasamos ahora por encima del descensor con el fin
de trabarlo en el agujero grande (foto 17).
Lo volvemos a pasar otra vez con el fin de garantizar el refuerzo
(foto 18).
Plaquetas de freno.
Mantienen las cuerda separadas ofreciendo
un descenso ligero. Para bloquearla pasamos la cuerda por el mosquetón
de igual manera que hicimos con el descensor en ocho (foto 19).
A continuación simplemente realizamos un nudo de fuga sobre el mosquetón
con el fin de bloquear el sistema (foto 20). Si es necesario podemos
realizar otro nudo sobre la cuerda con el fin de reforzar el sistema.
Grigri.
El descenso es mas estático que el realizado con los otros
aparatos de descenso. Es importante que la cuerda descanse en la
rebaba metálica diseñada para tal efecto.
Descenso con autoseguro.
La maniobra de rapel es sencilla
y se aprende rápido. Durante el descenso apretamos la cuerda de frenado
con una o dos manos para conseguir una bajada uniforme y lo
mas descansada posible. Si por el motivo que sea soltamos las manos,
bajaremos por la cuerda sin posibilidades de apenas salvación. Cuando
bajamos cansados, con una mochila pesada, en medio de la tormenta,
etc. tal peligro de soltar las manos aumenta. De ahí la posibilidad de
bajar con un sistema de autoseguro en rapel.
Primero extendemos el descensor (plaqueta, ocho, etc) empleando
para ello una cinta de hombro. Un extremo lo atamos al
descensor a través de un mosquetón de seguro y el otro extremo
lo atamos al arnes a través de un nudo de alondra. La cuerda
está pasada por el mosquetón y seremos capaces de alcanzar
el descensor con la mano.
A continuación colocamos en la cuerda y a la altura del arnes
un nudo autobloqueante marchard con un cordino de al menos
7mm. de diámetro. El nudo lo atamos al arnés con un mosquetón
de seguro. Este nudo podemos sustituirlo por un shunt.
El sistema está listo y lo único que haremos será descender aflojando
el nudo machard. El nudo lo mantendremos flojo y bien
peinado con el fin de agilizar el proceso. Si por cualquier motivo
soltamos las manos nos quedaremos colgados del nudo autobloqueante
(foto 21). Es un sistema seguro, sencillo y rápido de
confeccionar, y que nos puede sacar de apuros.
Sistemas de descenso de fortuna
Está claro que no siempre estamos guardados por los ángeles celestiales
y en ocasiones debemos de improvisar con el fin de salir del
apuro. En lo que respecta a al descenso las posibilidades de perder el
aparato descensor son muy altas. Está claro que siempre prestamos
atención y cuidado de cara al material, pero un despiste lo tiene cualquiera.
A continuación veremos algunos ejemplos clásicos de materiales
y técnicas que nos ayudaran a salir del paso en el peor de los casos.
Nudo dinámico.
Es uno de mis nudos preferidos. De fácil aplicación
y de resultados formidables en tareas de autorrescate,
rescate, escalada en grandes paredes, etc. El nudo lo confeccionamos
sobre un mosquetón grande de seguro. Para conseguir
una mayor resultado con respecto a la fuerza de bloqueo y evitar
que las cuerdas se ricen hemos de mantener con una mano la
cuerda hacia arriba y la mano de bloqueo hacia abajo. La mano
de arriba la iremos aflojando con el fin de dejar deslizar la cuerda
y con la mano de abajo realizaremos las maniobras de bloqueo
(foto 22). Con el fin de bloquear el nudo dinámico realizaremos
un nudo de fuga sobre el mismo, como apreciamos en la foto
23. Es conveniente que el nudo de fuga esté bien solapado y rematado.
Mosquetón con clavo.
Es un sistema de frenado sencillo. Emplearemos
para ello un clavo en V o U con el fin de crear suficiente
rozamiento. Evitaremos maniobras bruscas en las que
podamos liberar presión sobre el clavo (foto 24).
Freno con mosquetones.
Es parecido al anterior pero sustituyendo
el clavo por un par de mosquetones, de forma oval
preferentemente. El rozamiento es mas suave que el anterior y
proporciona un buen descenso (foto 25).
Arnés improvisado con cinta.
Consiste en realizar un pañal
con una cinta de reunión en forma de anillo triangulado. Hemos
de tener en cuenta de que este no se encuentre demasiado flojo
(foto 26). Para prevenir que el anillo se pueda caer podemos
atarlo al mosquetón con una cinta de hombro, como variación al
anterior (foto 27). El mosquetón ha de ser ancho o HMS, con el
fin de generar una buena tracción. La cuerda sale del mosquetón
y a continuación la pasaremos por el hombro con el fin conseguir
un buen rozamiento. Si traemos la mano de freno hacia adelante
conseguiremos bloquearnos y pararnos. Es una técnica que me
trae muchos recuerdos. Sobre todo cuando en mis comienzos
de escalada. Hace años.
Descenso en S, a “pelo”, o Dulfer.
La técnica de nuestros ancestros.
Simple y un tanto dolorosa, pero que al mismo tiempo
nos puede sacar de un apuro. La cuerda o cuerdas las pasamos
por entre nuestras piernas y al mismo tiempo por nuestro
hombro con el fin de lograr un mayor rozamiento. Es sencilla y
funciona (foto 28).
Descenso de brazo.
Es una técnica práctica para pendientes no muy verticales. Simplemente pasaremos la cuerda por la espalda y nos la rizaremos en los brazos (una sola vuelta) con el fin de generar rozamiento. El control lo realizamos con la mano de abajo (foto 29).
Durante el descenso en rapel en ocasiones habremos de adaptarnos al terreno y ejercer movimientos no esperados. Es un proceso de adaptación, de igual manera que aquellos originados durante el movimiento en la escalada. Es una cuestión de practica y experiencia. El descenso con autoaseguro es totalmente aconsejable y el nudo al final de la cuerda es también necesario, sobre todo en terrenos alpinos y al final de la jornada. El rapel es sencillo, necesario pero al mismo tiempo delicado. Y el cual requiere de mucha atención.