La Trans 333 debe realizarse en un tiempo máximo de 108 horas. Los participantes compiten non-stop, en autosuficiencia. Deben llevar su material en la mochila, aunque les permiten dejar algo de avituallamiento en los puntos de control. El trazado no está marcado: les entregan unos waypoints para el gps y con ellos deben trazar su ruta.
“Controlé ritmos, tratando de gestionar los descansos y aguantar hasta que no había otra opción. Me preocupaba el tema del sueño, porque 3 noches sin dormir se me antojaba imposible, tenía dudas incluso de la segunda, pero si quieres estar en los puestos delanteros no debes parar a dormir. En la primera noche aguanté. En la segunda dormí 5 minutos. En la tercera 15. Así hasta que nos quedamos mi compañero y yo dormidos involuntariamente 3 horas en un control a menos de 30 kilómetros de meta.
He aprendido bastante del tema de la privación de sueño y no sé si me valdrá para carreras futuras, pero es una experiencia interesante, algo desconocido para mí que no había pasado de las 40 horas de carrera. El sueño me hizo sufrir mucho el segundo día, es una lucha imposible: doce horas de noche son muchas y dan para pegar un millón de cabezadas, tener alucinaciones y desesperarte porque vas dando tumbos, pero en parte, ahora lo sé, es un error luchar contra el sueño, pierdes más zombi por el desierto que parándote una ó dos horas.
Los últimos 100 kilómetros sufrimos bastante mi compañero y yo; el por las rodillas, yo por los pies. No fue por ampollas, que es lo normal: simplemente tenía las plantas agotadas de las piedras; cuando estaba en piedras deseaban arena blanda; evidentemente cuando estabas en arena echabas de menos el terreno compacto, aunque fuesen piedras.”
Sobre el trazado de la prueba, la organización tampoco favorece mucho las cosas, al no marcar el recorrido:
“No está marcado el recorrido, es con GPS; una semana antes te pasan unos 30 waypoints para los 333km, y con eso te tienes que orientar. Eran claramente escasos, menos mal que me trabajé la ruta en casa porque si no aún estoy allí dando vueltas.”
Sergio Fernández completa de esta manera una gran temporada, iniciada con su proyecto Celsius, con dos ultramaratones opuestas de un modo consecutivos, Libyan Challenge -200km non-stop en Libia- y RockandIce Ultra -225km por etapas sobre lagos helados a -30ºC-; posteriormente realizó La Ruta de la Lana, corriendo entre Cuenca y Burgos en ocho días; y finalmente la Trans 333, la prueba non-stop más larga a pie que ha hecho un español por desierto.