“Tras una noche indescriptible, sin descansar, helados, mojados y casi hundidos en la miseria, amanece… por fin. No estamos precisamente motivados, y no podemos pensar en empezar con el largo que nos dejamos ayer, un A4 que hay que liberar. Iker tiene la caída en la mente y en el cuerpo magullado. Así que decidimos empezar ‘calentando’ con el largo siguiente, el sexto, que es el que ‘parte’ de la hamaca, de 7c. Lo hacemos los dos y, sin parar, seguimos con el séptimo, que sale también. Así al menos hemos vencido el frío de las primeras horas, hemos hecho dos largos más, y podemos descender por la cuerda fija con algo más de ánimo. También sale, aunque las horas van pasando. Nos queda el último largo de Zumbeltz (el resto hasta la cumbre y forma parte del Pilar del Cantábrico y de la Rabadá-navarro). Pero estamos muy cansados, y la tensión es tremenda: ese largo tiene un solo buril! Con dificultades de 6b, 6 c, pero asegurado sólo a base de microfriends y similares, no permite un solo error. Iker se pone a ello… y lo termina. Zumbeltz esta conseguida. Y nosotros estamos rotos. Volvemos a alharaca. Podríamos haber bajado, pero queremos terminar la actividad en la cumbre, así que optamos por pasar otra noche. Al menos, pudimos dejar los sacos estirados y se han secado. También tenemos algo de agua. Pero no queda casi comida (no habíamos calculado esa noche extra). Cuando, hurgando en un petate, encontramos una lata de paté que no recordábamos cómo había llegado allí, nos llevamos una alegría increíble, vaya regalo!”
A las nueve de la mañana del sábado comenzamos a jumarear Zumbeltz. Creemos que a las once de la mañana estaremos en la cima. Qué optimistas!” Apenas podemos escalar, estamos los dos más allá del agotamiento. Yo nunca he escalado de primero en un estado ‘ten espeso’. Utilizamos el escape en vez de los largos del ‘Pilar’. Pero finalmente, desde el último pico de la Rabadá, vemos a nuestros amigos que nos están esperando en la cumbre: Javier Baraiazarra, Miguel, Aintxane Aizpiolea y Pedro Udaondo. Por cierto, para nosotros es un honor que Pedro, uno de los grandes escaladores del país Vasco, quisiera estar allí con nosotros, en la que fue su ascensión número 119 al Urriellu (entre otras, abriendo vías tan conocidas como la Cepeda). Cuando al fin llegamos arriba eran las tres de la tarde”.