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Vuelo ultraligero por encima del Everest

El Everest ha sido escenario de una nueva hazaña pionera. El británico Richard Meredith-Hardy y el italiano Angelo D’Arrigo sobrevolaron el martes la cima de la montaña más alta de la tierra a bordo de un ultraligero y de un ala delta, respectivamente.
Foto: www.flymicro.com 
La cima del Everest desde el ultraligero 

Meredith-Hardy, campeón del mundo de ultraligero en 1990, remolcó a su compañero por encima de los 8.848 metros de la cima del Everest, donde sobre las 8:15 de la mañana divisó a un grupo de unos seis montañeros.

“En cuanto me solté de Angelo me fui hacia arriba. La cima del Everest estaba justo enfrente de mí, así que la sobrevoléâ€, relató el británico tras regresar a la base de la que partió aproximadamente a las siete de la mañana. “Pasé dos o tres veces haciendo fotos. En uno de los pases, ¡saludé a los escaladores y ellos me contestaron!â€.

El viaje desde su lugar de origen, Syangboche, a las inmediaciones de la cima del Chomolungma no estuvo exento de peligros. El plan de la pareja de aventureros era elevarse lo suficiente durante los 30 kilómetros que les separaban de su destino como para poder aproximarse a él superando la arista que une el Nuptse y el Lhotse.

Sin embargo, su ritmo de elevación no fue lo suficientemente rápido y antes de estrellarse contra la pared del Nuptse, decidieron desviarse hacia el Campo Base del Everest, para aproximarse por el oeste. “Mi primera visión del Valle del Silencio fue increíblemente dramática. Probablemente la visión más sobrecogedora de todo el vueloâ€, reconoció el británico. “Es difícil describir la vertical vastedad de la cara suroeste del Everestâ€.

Foto: www.flymicro.com 
La impresionante arista suroeste 

Una vez allí, el ultraligero comenzó a dar vueltas ganando altura hasta elevarse por encima del Lhotse, la cuarta montaña más alta del mundo. Todo parecía marchar bien, los indicadores eran correctos y la visibilidad alcanzaba los 200 kilómetros. Fue entonces cuando Meredith-Hardy notó el tirón.

La sirga que unía su máquina al ala delta de D’Arrigo se había soltado. Con todo el material de altura, el piloto apenas podía volver su cuello y en el tiempo que utilizó para dar la vuelta, el blanco planeador del italiano era ya imposible de distinguir sobre el manto nevado del glaciar del Khumbu.

El regreso

Había llegado el momento de regresar, la aventura aún no había terminado. A semejante altura, la temperatura del motor del ultraligero había descendido drásticamente y apenas desarrollaba fuerza suficiente. “Fue un recuerdo preciso de que llegar a la cima del Everest es sólo la mitad del camino. De hecho, más montañeros han muerto en la bajada que en la subidaâ€.

Pese a lo precario de la situación, el motor del británico aún funcionaba, con lo que pudo mantener la altura suficiente para sobrevolar el Ama Dablam de vuelta a Syangboche, donde, mientras tanto, la visibilidad en la pista de aterrizaje se había reducido muchísimo a causa de la nubosidad.

Foto: www.flymicro.com 
En la cumbre se distingue a un grupo de escaladores 

“A unos 300 metros del suelo, mi motor de repente se desheló y comenzó a funcionar con normalidad. Pero hice una aproximación pésima y aterricé a unos 160 kilómetros por hora. Aunque sin dañosâ€, concluyó el piloto.

Mientras tanto, a D’Arrigo le era imposible regresar hasta Syangboche. Además, pese a tener más de 20 años de experiencia en el vuelo con planeador, se le olvidó en tierra su teléfono satélite, que tenía que hacer de localizador en caso de aterrizaje de emergencia.

En la base todo eran nervios y conjeturas. “Contactamos con Katmandú para pedir un helicóptero de búsqueda, pero parecía difícil que lo trajesen en las próximas horas. Yo pensaba que lo más probable era que hubiera aterrizado en la vieja pista de Hillary en Mingbo, aunque no se había utilizado desde 1961â€.

Sin embargo, la incertidumbre se disipó apenas un par de horas después. La policía de Namche tenía localizado a D’Arrigo, que se encontraba en lo alto del valle, al parecer algo magullado por un duro aterrizaje pero a salvo. El italiano tomó tierra en la “Pirámide Italianaâ€, una estación científica en Lobuche, no muy lejos del Campo Base del Everest.

Los dos aventureros buscaban también con su expedición estudiar los hábitos migratorios del águila nepalí, ya que la línea de su vuelo recorre exactamente el trayecto que siguen las aves en sus desplazamientos.

Fuente: www.flymicro.com

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