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“De la gloria a la hipocresía”. Carta sobre la degradación del Alpinismo

Carta del andaluz Francisco Ortiz, en la que narra lo que vio durante su ascensión al Monte Elbrus: alpinistas trasladados en orugas hasta casi 5.000 metros, basureros. Sin embargo, afirma que habitualmente nadie dice nada a la vuelta para no empañar su “éxito” y poder colgar la foto de cima en el salón, o venderla para un patrocinio. Un ejemplo de ciertas prácticas de cierto alpinismo actual
Foto: Francisco Ortiz 
Orugas subiendo hasta los 5.000 metros a los "montañeros" 

Francisco Ortiz estuvo este año en el Elbrus, que con sus 5.642 metros es el techo de Europa. Como él dice, esperaba una ascensión limpia y alpina. Y se encontró con un panorama desolador. Es un ejemplo que debería hacernos pensar acerca del verdadero valor del alpinismo, y como a veces por la gloria de una ascensión, somos capaces de degradarlo. También ocurre que, aunque el Elbrus no puede considerarse realmente como una expedición, al menos del calibre de una himaláyica, hay mucha gente que así lo vende para conseguir financiación, por lo que a la vuelta se ven en la obligación de callar para poder seguir contando con los patrocinadores. Aquí está la carta, que Francisco titula

DE LA GLORIA A LA HIPOCRESÍA

“Estimados compañeros, soy Francisco Ortiz, enfermero y aficionado a la montaña desde hace muchos años. Diversas circunstancias han impedido que este año realizara las actividades previstas en los Andes de Bolivia (cambio de trabajo, de hospital, de horario y de vacaciones en el nuevo servicio de UCI pediátrica), así que finalmente sólo disponía de un par de semanas, y me animé a visitar la cordillera del Cáucaso y, como no, aprovechar para subir el Elbrus. Sólo recordar que el Elbrus, con sus 5.642 metros, es el techo de Europa, llamado “Mangitau” por los locales (montaña por encima de miles de montañas).

Se trata de un volcán extinguido situado en la región de Kabardino- Balkarskaia de la federación rusa.

Por su altura y situación, además de los sesgados artículos de prensa de otros compañeros, esperaba una montaña tipo Alpes, limpia y alpina. Por el contrario encontré un ambiente lo más distante del alpinismo, la pura antítesis del romanticismo montañero: encontré una montaña herida por sus propias gentes y desangrada por todos los cómplices que pretendemos subir en esas circunstancias.

Para no aburrir a nadie, trataré de resumir brevemente el verdadero Elbrus que mis modestos ojos de aficionado a la montaña han contemplado este verano.

Foto: Francisco Ortiz 
Campamento entre ruinas y basura en el Elbrus 

El acceso empieza en El Valle de Terksol, que es el centro neurálgico de los deportes de montaña; esquí, BTT, senderismo, alpinismo, pesca, etc.

El teleférico de Azau nos facilita la aproximación hasta la estación de Garabashi, desde donde se accede hasta el refugio de Barrels Hut (3.700 m). En este punto, siempre masificado, ya encontramos varias de las famosas orugas. Lógicamente piensas que sólo se dedican al acondicionamiento de las pistas, y no a subir y bajar montañeros (perdón turistas).

Son muchas las expediciones andaluzas y de todo el mundo que van al Elbrus y muchas las notas de prensa comentando la actividad, pero prácticamente ninguna de ellas refleja la situación real de la montaña. Yo he encontrado una montaña absolutamente explotada, con refugios que son auténticos vertederos de basura, donde los guardas vierten los residuos al mismo glaciar y con situaciones tan sangrantes como orugas mecánicas que suben hasta Pastuckhova Rocks (4.800 m) llevando a supuestos montañeros que quieren realizar su hazaña.

Foto: Francisco Ortiz 
"Es muy duro y muy triste que te adelante una horrorosa maquina echándote el humo" 

Es muy duro y muy triste, que a las 02:00 h de la madrugada, cuando estás concentrado en tu esfuerzo y tu actividad, te adelante una horrorosa maquina echándote el humo y profanando la pureza de la montaña con ruidos, humo, pitos y lo que es peor aún, un cargamento de “alpinistas”, que a nuestro encuentro mostraban la mirada perdida en el horizonte, o bien simulaban hacer algún ajuste en sus pertrechos, evitando mirarnos a los ojos, quizás por miedo a ver reflejada su patética imagen escalando a lomos de un tractor la montaña que luego venderán como “El techo de Europa”, para poder colgar su foto en el salón a 5.642 m.

Pero realmente ¿Qué estamos haciendo?, ¿qué pretendemos?, ¿acaso no es más gratificante escalar el majestuoso Perdiguero o Posets, con sus correspondientes pateos de aproximación? Esa foto sí que es nuestra, la hemos ganado en una lucha limpia y justa, esa foto sí la podemos colgar, compañeros.

No sé exactamente quien o quienes son los culpables de esta situación, pero lo paradójico es que algunas agencias de “aventura” ofertan las maquinitas en su paquete turístico “para que no exista ninguna duda”.

Normalmente respeto todos los estilos de escalada, pero esto no es un estilo, es una vergüenza y me parece extraño que nadie comente estos detalles, tal vez devalúen un poco nuestra actividad, pero un montañero debe ser honesto y objetivo sobre la actividad que realiza y la situación en la que ha encontrado la montaña, y de los grados y hazañas que se ocupen otros desde el sofá de su oficina.

No hay que olvidar nunca que un montañero, por encima de la cumbre, disfruta de la montaña en su conjunto, aunque esto es cada día más difícil: casi todo está saturado, explotado, comercializado. Pero bueno, hay que seguir viajando y descubriendo rincones de la mejor manera posible.

Así mismo, espero no molestar a ningún compañero con este comentario, para nada pretendo hacer una critica dañina o grosera. Sólo pretendo advertir a los que piensan ir por allí y recordarles que cualquier cumbre de los Alpes o Pirineos, y digo cualquiera, merece más la pena que el Elbrus, y que por supuesto no hay comparación con nuestro querido Mont Blanc y sus bonitas aristas y glaciares”

Francisco Jesús Ortiz Torres

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