Rodando el amanecer desde la cima del Kili |
El problema de Jesús Calleja es que necesita sentir nuevos vientos constantemente y estar en permanente estado de ilusión y expectativa para sobrevivir y ser feliz. Así que, cuando se pegó hace 2 meses un gran tortazo en el desierto, cayendo de cabeza 30 metros en vuelo libre desde lo alto de una duna, y aterrizando sobre su hombro, parecía que venían malos tiempos para él. Varias roturas, múltiples fierros, estancias en hospital, operaciones, largos tiempos de recuperación.
Sin embargo, le puede más su instinto que las serenas y sensatas recomendaciones de los Licenciados en Medicina. Así que, en parte gracias al doctor Xavier Mir (el que consigue que los pilotos de Moto GP que se rompen la muñeca un domingo corran una carrera 7 días después), a su fisio (le ha tenido que pagar el viaje y llevárselo al Kilimanjaro con él, ya que no puede detener la recuperación), a su fuerza de voluntad, y sobre todo, gracias a que ya no aguantaba más en casa, menos de 3 meses después de la caída y las operaciones y clavos, cuando aún debía estar en postoperatorio, ya ha conseguido la cima del Kilimanjaro. Ha cambiado los planes que tenía de rodaje para su nuevo programa de Cuatro, “Desafío Extremo”, y ha continuado por lo más sencillo y fácil. No era plan de irse a realizar las actividades más duras en estas condiciones.
Decía en una crónica que nos enviaba el otro día:
Una vista inédita, desde la avioneta, que da una idea de la magnitud de la montaña |
“¿Sabéis porqué me lo estoy pasando tan bien? Porque además de tener por delante otro “Desafío Extremo”, en este caso algo menos extremo pero imprescindible, esta expedición está llena de alicientes: un safari fotográfico por la sabana en una reserva cercana al Serengueti, regentada por un español y su socio tanzano, en un paraje idílico. Nos acomodó en una atalaya natural con increíbles vistas de los llanos repletos de todo tipo de fauna salvaje, y atendida por las tribus masais autenticas, sin casi turismo, y en un ambiente distendido y completamente cercano a estos pastores, reyes indiscutibles de las grandes llanuras africanas.
Curioso este personaje llamado Julio Teijel, nacido en Asturias, y que vive desde hace 21 años en África, de los cuales 15 en Tanzania, y ha conseguido algo increíble; un turismo sostenido y ecológico, donde el pueblo masai se beneficia de los ingresos turísticos de esta empresa modelo, donde no comulgan en absoluto con los cazadores, a los que está terminantemente prohibido acercarse a sus dominios.
Rodando con los masais |
Sin ánimo de quitarle la razón a Jesús, en realidad pensamos que si se lo está pasando tan bien es porque, si habitualmente disfruta y se emociona con la vida como muy pocos, después de pensar que iba a estar mustiándose por casa durante un año, en el dique seco, en este viaje está disfrutando como un bebé que descubre el mundo maravillado por primera vez. Ya nos lo decía:
“Ahora si que valoro mucho más las cosas y sobre todo el poder seguir haciendo expediciones por todo el mundo, porque he pasado un buen susto, cuando me ví tirado y retorciéndome de dolor con los huesos rotos en mitad de una duna. Creí que me mataba, fueron 5 horribles segundos volando durante 30 metros para estamparme contra el duro suelo de arena.”
¡¡Enhorabuena por tu recuperación, y esperamos ver pronto tus reportajes en Cuatro!!
Por lo demás, hicieron cima en el Kili. Que aunque a veces lo menospreciemos, no dejan de ser 6.000 metros de altura, con casi 4.000 metros de desnivel. Sólo dos apuntes:
El primero referente a la banalización de la montaña y sus consecuencias. Si lo podemos ver en los Pirineos, que no se verá a esa altura. Una montaña de 6.000 metros sigue siendo una montaña de 6.000 metros, esté donde esté, y sea fácil o difícil. Para alguien como Jesús, o para montañeros expertos, el Kilimanjaro es un paseíto. Pero para turistas, puede ser un infierno. Veamos lo que nos cuenta Jesús:
En la cima del Kilimanjaro |
El segundo apunte se refiere a la forma de ver el mundo y admirarse con él de Jesús. Una persona que se ha pegado gran parte de su vida en el Himalaya, en islas perdidas, viajando sin rumbo, que ha estado en los 5 continentes y no ha cesado de ver maravillas constantemente. Pero no se cansa. Así describe el monte Kilimanjaro:
“Es como un milagro: una protuberancia que se alza en mitad de los llanos de la seca sabana, que toca el cielo con sus casi 6.000 metros, y que destaca sobre todo el conjunto. No hay cordillera alguna, está solamente él, el imponente y elegante Kilimanjaro, con sus blancas nieves y glaciares de su cima. Es simplemente la montaña aislada más alta del mundo.
Es tan difícil expresar desde estas letras la magnitud de esta perfecta obra de la naturaleza que intentaré describir el escenario: