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El circo del Everest

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Nadie discute que la temporada 2003 en el Everest hará historia. Lo que no está tan claro es que sea para bien. Demasiados récords, demasiado aniversario, demasiada fiebre del directo y objetivos difusos en un lugar donde los errores de apreciación se pagan muy caros.
 
Las reuniones suelen ser frecuentes, entre miembros de una expedición o representantes de varias 

Buenas razones

Además del sobado recurso de la celebración del cincuenta aniversario de su ascensión, aprovechado por expedicionarios que poco o nada tienen que ver con Hillary ni Tenzing, ni Nepal, hay una serie de factores que han concurrido esta primavera, como si de una misteriosa conjunción de astros se tratase, para que el Everest parezca Benidorm esta primavera.

  • La progresiva estabilización de la situación política y social en Nepal, y las continuadas campañas de promoción llevadas a acabo por el gobierno del país para atraer turismo de montaña anima a los aficionados a elegir este destino, frente a otros, que además tiene en su contra resultar más caros (caso de Buthan, Canadá o la Antártida), inestables políticamente (Cáucaso o China y, sobre todo, India y Pakistán).
  • El 'boom' de la montaña, que ha cambiado , de cara al gran público, su esencia: en vez de una aventura realmente muy arriesgada hacia un territorio hostil, desconocido e incómodo (no subestimen este factor), hacia un reto deportivo. Como tal, las incomodidades -que por otro lado se minimizan gracias a los nuevos materiales y la mayor organización del turismo en la zona- se convierten en alicientes, los riesgos pasan al plano de los 'imponderables', no más tenidos en cuenta que la posibilidad de chocar contra un camión cada vez que nos montamos en el coche, y lo desconocido lo es cada vez menos, gracias a la verdadera avalancha de información que se ofrece hoy día.
  • La muy creciente cantidad de opciones y facilidades a nuestro alcance para llegar allí. Los problemas ingentes de logística y personales que, hace no tantos años, suponía una expedición al Himalaya, ahora han sido resueltos por completo gracias a las agencias de trekking. Pero es que además, las grandes compañías de guías han ido un paso más allá y se han propuesto sustituir a otros requisitos: la técnica y la experiencia en montaña. Así pues, a cambio de dinero, se nos ofrece fácilmente ganar un buen `puñado de años y de montañismo que nos costaría ir por nuestra cuenta. Sólo se requiere, en palabras de las mismas agencias, buen estado de forma física y 'espíritu de aventura'. La mayoría de ellas requieren, en principio, experiencia en altitud y en el manejo del material, aunque a este respecto suelen aplicar la manga ancha. Muchos son los testimonios que juran que han visto a guías enseñando a sus clientes cómo calzarse los crampones, al pie de la Cascada del Khumbu.
  • La más obvia: es la montaña más alta que hay.

 
Mucha gente y muy cansada, llegando a la cumbre del Everest 

¿Alguien se acuerda del 96?
Ante este panorama, muchos se echan las manos a la cabeza, otros suspiran recordando viejos tiempos, otros claman pidiendo prohibiciones y restricciones de todo tiempo, otros se encogen de hombros arguyendo que la montaña es libre y el hombre también, y algunos se frotan las manos. También hay una serie de agoreros que predicen una catástrofe que dejará pequeña a la del 96. No es cuestión de llamar a la mala suerte, pero lo cierto es que se están dando unas condiciones parecidas, con concurrencia de intereses que pueden llevar a una serie de imprudencias de consecuencias potencialmente graves. También entonces había dos guías en competencia que se jugaban el prestigio si no conseguían poner gente en la cumbre (y acabaron perdiendo la vida); una presentadora de televisión en flan famosillos extremos; una japonesa tras un récord (que nunca regresó para celebrarlo); guías que iban a trabajar y punto, novatos confiados por su entrenamiento de gimnasio y cegados por el aura heroica del alpinista victorioso, un equipo de televisión rodando en IMAX, otro hijo de Norgay, etc... Mucho ego, muchos intereses, mucho dinero, y parece que poca sensatez (aunque, ciertamente, es más fácil juzgar ‘a toro pasado’ y desde nuestra cómoda vida a nivel del mar)

Cuando llegó el momento de elegir entre hacer cumbre o ponerse a salvo de la proximidad de un temporal, los guías dejaron que sus clientes se lanzarán alegres a por la primera. Las consecuencias fueron seis muertos, varios heridos graves, angustia y miedo. También algo de polémica, unos cuantos reportajes, el documental de IMAX y cuatro libros. ¿Qué ocurrirá en 2003, donde el número de documentales que se están rodando roza lo ridículo, el número de expedicionarios se ha multiplicado, las motivaciones son aún más difusas y la montaña... la montaña sigue siendo el mismo gigante impredecible? Sinceramente es de esperar que no se repita la tragedia; en cualquier caso, lo único que podemos hacer es permanecer atentos a nuestro ordenador, para analizar el desarrollo de los acontecimientos y ‘correr la voz’ a través de la red.

A. Benavides

¿La excepción que confirma la regla?
La web de Explorersweb (www.mounteverest.net) anuncia la presencia de dos expediciones que no intentarán las dos rutas 'normales' al Everest. Se trata de un equipo japonés, que intentará la arista oeste, aunque no han especificado si ascenderán por la ruta 'pura' de la arista, abierta por Yugoslavos en los setenta, o por el corredor Hornbein, la difícil y prestigiosa ruta estadounidense del 69. El otro equipo pretende abrir una nueva ruta en la peligrosa vertiente del Kangsung; en concreto, en la arista Noreste. Ambicioso objetivo que, extrañamente, no ha sido nada publicitado. Ben, hay una razón (al menos) para ello. Los escaladores, matroimonio y residentes en Sudáfrica, son viejos conocidos de los aficionados a las crónicas himaláyicas y, sobre todo, de aquellos que hayan leído cualquiera de los libros referentes a la catástrofe del 96. Se trata nada menos que de Ian Woodall y su chica, Cathy o'Dowd. Descritos con desprecio por todos los que coincidieron con ellos en laquella fatídica temporada, es Jon Krakauer quien da más detalles sobre su, por lo que se deduce de la lectura del estadounidense, deleznable comportamiento. Woodall fue un ejempo de perfecto animal maleducado, violento, que forzó la marcha de todos los miembros de color de su equipo (menos de Cathy) después de vender el rollo del 'fin del apartheid', y llegó hasta la cumbre a base de engañar a su propia expedición, saltarse las normas, timar al periódico para el que escribía y a sus patrocinadores -e incluso al mismísimo Nelson Mandela-, de no ayudar a quien se encontraba en apuros (ni siquiera cuando resultó ser de su equipo), y demás métodos 'de manual'. La dulce parejita regresó a la montaña por la cara norte en el 98... para verse implicados en otra masacre, que también les reporto las críticas más encendidas. Su presencia en el Everest este año no significa nada desde el punto de vista científico..pero, en vista de la estadística, esta no va a ser una gran primavera para los himalayistas supersticiosos.

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