La cordillera del Hindu Kush, desde el aire |
Tras tres días de espera en Ishkashim, organizando los más de 3.000 kg de equipaje y alimentos, finalmente nos ponemos en camino hacia el último pueblo, Qazy Deh. Hasta aquí llega la pista que sigue el curso del río Amu Darya. En la orilla opuesta observamos una carretera perfectamente asfaltada, ¡incluso el tendido eléctrico!, pero aquello es territorio del Tayikistán ... .
Son las 10 de la mañana y los dieciséis miembros de la expedición acompañados por 135 portadores nos internamos por el valle que se abre hacia el sur de esta pequeña localidad. La larga caravana nos evoca épocas pasadas, al estilo más clásico. Las mujeres del pueblo – aquí sin burka pues son de confesión ismaelita, más laxa en este aspecto- observan nuestra partida y la de sus hombres.
Tres días de fatigosa aproximación nos conducen hasta el Campo Base que queda instalado en 4.500 m. de altura. Antes hemos tenido que superar la parte más “incómoda” de la aproximación: un doble campo de minas nos cierra el paso y nos obliga a evitar el fondo de valle teniendo que transitar por fuertes pendientes dónde grandes bloques inestables y esquistos fracturados ralentizan el ritmo y obligan a frecuentar los descansos. El comandante Gholam Sakhi nos conduce por estos lugares con paso decidido. Él mismo, ayudado por unos veinte hombres, sembró 640 minas en esta zona, según nos explica.
Habitante del norte de Afganistán |
El Campo Base (4.550 m.) se encuentra en un paraje soberbio, sobre una de las morrenas laterales del gran glaciar que se descuelga de las paredes del Noshaq.
Desde el Campo 1, situado bajo una gran grieta a 5.300 m, se empieza a apreciar la verdadera magnitud de esta montaña. Pasados tres días ya tenemos instalado también el Campo 2, unos 800 m. por encima del anterior.
Pese a que las condiciones meteorológicas son buenas, las cambiantes condiciones de la nieve y el fuerte viento que sopla en altura durante el día obligan a modificar el ritmo de los sucesivos ataques de los grupos que forman la expedición. También las disenterias y gastroenteritis imponen el obligado descanso para recuperar las fuerzas necesarias para afrontar una cumbre de casi 7500 m.
Finalmente, en un ataque en solitario, el italiano Fausto De Stefani, supera la franja rocosa hacia los 6700 m. Allá encuentra las viejas cuerdas fijas de las últimas expediciones de los años sesenta, vivaquea a 7.000 m. y el 27 de julio alcanza la cumbre del Noshaq (7.492 m.). Una semana más tarde, el 2 de agosto, otro pequeño grupo formado por Irena Mrak (Eslovenia), Marco Senoe (Italia) y François Carrel (Francia) tras pernoctar en el Campo 3 (7.050 m.) consigue también la cumbre.