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Regreso al Pissis

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Macizo Pissis (segunda montaña de Occidente) 6.882 m.
 

Nos levantamos temprano. Todos estábamos con un buen nivel de aclimatación. Un fuerte desayuno y luego de controlar nuestras cartas y GPS, decidimos ante la presencia de tanta agua realizar una caminata avanzando hacia el próximo objetivo que sería el campamento base Mar del Plata, al pie del coloso, del que nos separaban en línea recta poco más de 10 Kilómetros. La idea era estudiar el suelo por el que al día siguiente transitarían nuestros vehículos. Salimos a las 10 de la mañana , conjuntamente con Nancy, David, José y Hans y luego de 8 kilómetros de caminata y haber estudiado todas las irregularidades y supuesto las del resto del camino, regresamos al punto de partida por concretas exigencias de nuestros estómagos. A las catorce y treinta estábamos de vuelta en el Campamento Base tras haber caminado 16 kilómetros. El resto del grupo hizo también aclimatación por los alrededores del campamento.

Nos estábamos acomodando para comer cuando por radio nos notificó Gerardo que estaban bajando del cerro Negro de la Laguna Verde, luego de haber alcanzado su cumbre y pidió si podíamos buscarlos en el sitio convenido el día anterior.

Suspendimos con José el almuerzo tardío y nos dirigimos en un vehículo a encontrarlos. Ambos grupos nos juntamos simultáneamente donde los habíamos dejado el día anterior. Habían alcanzado los tres principales picos de esa montaña, y a pesar del esfuerzo y del nocturno ascenso, con un poco de pena nos dijo Constanza que no había hallado nada importante.

A volver y ahora sí podríamos almorzar.

Hacia el Campamento Mar del Plata.

Diez de la mañana del martes 16 de Noviembre. Ya estaba desarmado el campamento y acomodados los bártulos, mochilas y bolsas en los vehículos, que calentaban sus motores y listos para la partida. Tras una precioso trayecto, en que atravesamos varios cauces de agua no muy profundos, y superamos y bajamos varios desniveles algunos de los cuales tenían nieve, llegamos al Campamento Mar del Plata. Sería nuestro segundo campamento base. Habíamos recorrido por odómetro 14,5 kilómetros en 1 hora y 15 minutos y nos hallábamos a los 4.600 metros de altura. 27°42´860 y 68°42´600. Había un cantarino cauce con agua pura de deshielo que bajaba desde el Glaciar de los Argentinos. Allí quedarían nuestros vehículos. Armamos nuestras carpas y nos preparamos para hidratarnos, comer y descansar.

El día siguiente continuaríamos para alcanzar uno cota donde armar nuestro campamento uno. Quedarían en este campamento los componentes de grupo de apoyo del ejército.

Hacia el uno de altura:

A las 8 y media, con toda la carga, incluidas las carpas y los elementos de cocina que se habían repartido entre los miembros de cada grupo para distribuir peso, iniciamos la marcha hacia las cumbres. Inicialmente bordeando el cauce de un glaciar helado, en cuyo fondo corría el pequeño río que pasaba más adelante vecino a nuestro campamento, y posteriormente caminando sobre la nieve del glaciar. A las 15 horas, y con dos abandonos, llegamos a los 5.350 metros, posición 27°44´434 y 68°45´518, donde armaríamos nuestras carpas, en medio de grandes piedras, en una gran pero bien nivelada cornisa. Procedimos al almuerzo, visitas a carpas vecinas, la última cena cómoda y a dormir, previo derretir un poco de nieve para tener agua al día siguiente. No dejó de constituir un poco de preocupación no tener noticias de los que habían regresado.

Hacia el dos:

Pasamos una estupenda noche, sin mayores problemas por el frío y dilatando el horario de salida por considerar que la altura alcanzada para un campamento uno era bastante buena.

El objetivo del día era superar unos 800 metros de desnivel, lo que no parecía una larga jornada ya que se desarrollaría por el glaciar de los argentinos en su sector derecho hasta alcanzar un descanso que se observaba a lo lejos en un montículo anterior a la cumbre de nuestros anhelos.

A las 10 de la mañana el grupo de civiles, militares y policía salió para el próximo campamento, produciéndose prontamente la división del mismo para poder cumplir con los objetivos. El Teniente Coronel José H. Hernández junto con el Subof. Pr. Ricardo González y los Cbo. 1ros. Pedro Rodriguez y Germán Zagusti, formaron una cordada que encaró en línea recta por el Glaciar de los Argentinos el camino hacia la cumbre central del sistema Pissis, la Cardenal Samoré.

Ellos intentarían coronarla y hacer el homenaje en representación de toda la expedición. El otro grupo, constituído por Mirta, Constanza, Adriana, Nancy, Gerardo, Hans, Sgto. Ay. Mario Calivar, Sgto. Rodolfo Mamani, Cabos 1Ro Oscar Maidana y Marcos Walter, Sgto.Cond. Vicente Troncoso y los Oficiales Ay. José Altamirano y Francisco Cordón, irían a la cumbre C.A.M.

La imposibilidad de confirmar el posible ascenso hasta nuestra actual posición, de uno de los que había bajado al campamento base, y la ausencia de noticias respecto a ellos, nos hizo quedar a Gonzalo, Oscar y a mí en el campamento I , esperando respuesta a nuestros llamados de radio, con problemas por lo accidentado del relieve montañoso desde ese punto al campamento Mar del Plata. Recién a las 12 horas pudieron captar los grupos que ascendían, la comunicación, que nos retrasmitieron sin problemas, indicando que los integrantes que habían descendido habían llegado muy bien y que se quedaban en el campamento Mar del Plata.

Ya tranquilos, decidimos seguir tras el grupo que iba a la cumbre C.AM. y partimos inmediatamente, pero sabiendo que esa cordada nos llevaba mucha ventaja. Los veíamos dibujarse como procesión de pequeñas hormigas sobre el perfil de las crestas que superaban y recortados por el azul cielo, pero demasiado lejos. Apuramos la marcha, pero a costa de llegar extenuados al campamento dos. Todas las carpas estaban armadas, a excepción de la que yo ocupaba con Hans, el motivo era muy simple, yo tenía en mi mochila las varillas. Una vez completado el trabajo caí fulminado sobre la bolsa de dormir. Un poco después y luego de almorzar procedimos a tomar la altura y posición de nuestro campamento. La altura era estupenda, ahí comprendí mejor mi cansancio, 6.350 metros. La posición 27°44´871 y 68°47´300. Las comunicaciones por radio salían con total claridad. Así pudimos coordinar ambos grupos detalles para al día siguiente proceder a los intentos de cumbres.

Nos separaba, a nuestra cordada, unos 530 metros hasta la cumbre C.A.M. No era necesario en consecuencia salir durante la madrugada y soportar el tremendo frío que a esa altura produce el amanecer, que es el momento más crucial. Se fijó la salida para las 7,30 horas.

 

Hacia la cumbre:Noviembre 19, a las 7,30 horas y con brillante puntualidad, todo el mundo estaba dando fuera de las carpas los preparativos finales a su equipo de altura. Unos tímidos rayos de sol cubrían el campamento y la falta de movimiento nos hacía sentir frío en los pies y manos.

Partimos para la cumbre dejando armadas nuestras carpas, con abundante agua y bolsas de dormir listas para el retorno.

Desde el Campamento Uno había una distancia de poco más de 4 km. en línea recta hasta la cumbre, por lo que estimábamos, descontando lo recorrido y en base a las nuevas lecturas, que nos restaban casi 1, 2 km. de distancia en línea recta, desde el dos, pero sabiendo que esa distancia se incrementaba al tener que subir un desnivel de un poco más de 500 metros.

Cada uno del grupo, sin dejar de establecer contacto visual entre todos, fue tomando su mejor paso posible y su aire. Al comienzo costó un poco lograrlo pero luego de una hora era un cansado pero efectivo grupo en pos de la cumbre. Enfilamos lentamente al portezuelo que une la cumbre CAM con la Gendarmería Nacional. Un poco mas tarde apareció la pirámide de la cumbre C.A.M. totalmente diferenciada de las demás. La encaramos en una corta travesía por el lado izquierdo. Restaban unos 200 metros de desnivel, pero a pesar de verla tan cerca costaba dar cada pequeño paso en la nieve. A las 12 llegan los primeros a la cumbre, y en los 10 y 20 minutos posteriores los demás.

Habíamos demorado entre 4 horas y media y 5 horas en coronar la cumbre. Un promedio de 100 metros de ascensión por hora. La posición 27°45´200 y 68°47´500. Y a pesar del fuerte viento no molestaba a nuestra vista ninguna nube.

Estábamos todos. Besos, abrazos, fotos, y más de una lágrima en varias mejillas festejando el tremendo esfuerzo. Pronto el grupo se distribuyó en la cima y fue recogido el testimonio de la expedición que nos había precedido en la cumbre, era del mes de Enero y del Club Andinista Mendoza. Pronto también los militares, comenzaron a bajar, ya que debían regresar urgente a Üspallata. Hacia el este se veían las cumbres, Ejército Argentino, apenas 7 metros más baja que la nuestra, la UPAME y más cercana la Cardenal Samoré, a casi un kilómetro y medio, donde se encontraría el grupo del Teniente Coronel José Hernández.

Con Mirta y Hans no pudimos dejar de recorrer con la mirada y la imaginación las cumbres que nos rodeaban, que habíamos visitado en anteriores expediciones y en muchas de ellas compartido cimas. Al Sur la imponencia del Bonete ( 6.759 m) a 29 km., más a la derecha, la sierra del Veladero con su cumbre de 6.436 m. y su solitaria construcción inca, a 41 km.. mirando al Norte en una línea recta casi perfecta el Tres Cruces (6.749m) a 72 km., luego el Walter Penck (6.658m) a 65 km., tras él el Ojos del Salado (6.882m) a 75 km., un poco más cercano (60 km.) el Nacimiento (6.436m), y al fondo a la derecha del horizonte, el Inca Huasi (6.638 m) a 93 km. de distancia.. Muchas de las principales montañas de América estaban a nuestro derredor, y nosotros parados sobre la segunda mole de Occidente.

Siempre la cumbre produce una inadvertida borrachera. A pesar de haber estado más de una hora contemplado la Cordillera de los Andes y los rostros cansados pero jubilosos de mis compañeros, los minutos parecieron haber pasado como agua en una mano. ¡Fue tanto lo que dejamos de hacer y mirar y tanto lo que vimos!

La cumbre Ejército Argentino, parecía más alta que la C.A.M. El mismo efecto que tuvimos al mirar años atrás desde ella a la que hoy hollábamos.

El regreso:

A la 13,30 horas y empujados por el viento que soplaba más fuerte, comenzamos a bajar con mucho cuidado y cansancio. Tres horas más tarde llegábamos al campamento dos. Decidimos dormir allí. Los militares habían desarmado sus carpas y regresado al campamento Mar del Plata.

Establecimos contacto por radio y nos reportamos todos los grupos. José y su cordada habían llegado un poco antes que nosotros a su objetivo, la cumbre Cardenal Samoré. Realizaron un pequeño acto en nombre de todos y retornaron también por el Glaciar de los Argentinos en una directa al campamento Mar del Plata. Había sido un numeroso pero efectivo grupo que pudo con gran esfuerzo cumplir los objetivos de la expedición.

 

Esa noche luego de más salutaciones radiales durmió todo el mundo. Y a todos nos costó despertarnos y levantarnos al día siguiente, sábado 20 de Noviembre.

Bajamos, recuperando oxígeno paso a paso, y tras 4 horas recorrimos los aproximados 9 kilómetros que nos separaban del campamento Base Mar del Plata. Tras un muy rápido almuerzo y brindar con las 2 botellas de champaña que nos había dejado José antes de encarar su retorno, nos acomodamos en nuestros vehículos e iniciamos la marcha hacia el Campamento Base próximo a la Laguna Verde. En rápidos 45 minutos llegamos, ya que conocíamos perfectamente el camino y sus accidentes. Recogimos la basura de ambos campamentos que embolsamos con cuidado y continuamos hacia Pastos Largos, donde llegamos tras 3 horas de marcha. Nuevamente aprovechamos para recoger la basura de ese campamento (volvíamos con más bultos de los que habíamos llevado), y dirigimos nuestros vehículos hacia Fiambalá.

Baños termales en Fiambalá:

Llegamos al anochecer y tras tal vez la más importante (y única) decisión democrática del grupo nos encaminamos hacia las termas, a unos 15 kilómetros de la ciudad.

Mientras bajo la luz de las estrellas nos bañábamos en las calientes aguas de las termas, e imaginábamos el sabor de las milanesas y bifes que nos estaban preparando, no podíamos dejar de pensar que tan sólo unas horas atrás nos estábamos sacudiendo de frío mientras desarmábamos las carpas en el campamento dos para regresar. Parecía imposible.

El domingo 21 a las 10 de la mañana iniciamos el regreso hacia Mendoza, donde llegaríamos pasada la medianoche.

Jaime Suárez González.
Mendoza, Noviembre de 1999.

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