ESTRUCTURAS HELADAS
Las bajas temperaturas a parte de dar un radical cambio estético al
entorno, son como un cincel que modela en el cauce estructuras y formas
que debemos conocer, ya que pueden presentar peligros ocultos
y a su vez, sernos de utilidad para improvisar anclajes de progresión.
Algunas de estas estructuras son:
Cascadas de hielo
Seguramente se tata de la formación más espectacular de los barrancos
invernales. Para cualquier barranquista, en condiciones normales
las cascadas suponen uno de los mayores alicientes de cualquier
descenso. Se trata de un elemento dinámico con el que interactuamos
en mitad de una vertical. Es seguramente lo que diferencia a este deporte
del resto, ya que generalmente en la montaña nos movemos por
un escenario estático (o eso esperamos). Sin embargo, ver este elemento
tan vivo en silencio y totalmente congelado es algo que todavía lo
embellece más. Pese a que su aparente aspecto manso puede darnos
una falsa sensación de seguridad, pueden ser sumamente frágiles y
descomponerse a gran velocidad. Por eso, es importante conocer su
grado de solidez. El conocimiento del hielo es algo que supone años
de experiencia. Pese a que aqui se hace una pequeña enumeración de
sus estados, sólo los escaladores más expertos son capaces de saber
a simple vista si la calidad de una estructura es sólida. Por eso, siempre
hay que ir con precaución y en caso de duda actuar como si se tratara
de una estructura inestable. Y no olvidar que los alcances (caidas de
estructuras, piedras…) pueden provenir de zonas muy alejadas.
Hay que tener en cuenta que el estado del hielo cambia no sólo a lo
largo de los meses, sino también dentro del mismo día. Esto se observa
en cascadas con cumulación de depósitos helados en su base (lo denominaremos
basetraps más adelante) como consecuencias de los ciclos
diarios de formación y desprendimiento.
Tipos de hielo
- Hielo cristalino, duro. Se genera principalmente en cascadas
donde las bajas temperaturas inducen a una rápida consolidación
de las capas de hielo.
- Hielo plástico o templado, algo húmedo y más blando. Se genera
normalmente en cascadas donde las condiciones de temperatura
inducen a una consolidación lenta de las capas de hielo.
- Hielo mineralizado. De color marrón o naranja. Frágil
- Hielo verdeazulado. Bien congelado. Puede ser frágil
- Hielo de fusión. Poroso, con muchas burbujas de aire.
- Hielo con agua. En cascadas, donde la temperatura rompe la
estructura cristalina y el agua empapa el hielo, provocando su
inminente caída. Cuando caen, llevan mucho peso.
- Hielo Chandelier. Formado por muchas pequeñas estalactitas
inconexas, a modo de colada.
Un indicio que nos puede dar una idea de la estabilidad de una cascada
es la presencia de agua corriente bajo la capa de hielo. Estas
aguas no sólo pueden indicar un rápido cambio de estado. También
suponen un deterioro del anclado a la pared, sobretodo si se trata de
aguas de fusión que suman peso al hielo acelerando su descomposición.
Superficies heladas
Nos interesa conocerlas porque vamos a movernos sobre ellas.
Tambien pueden servirnos de base para un anclaje.
- Verglas (menos de 12mm). Es el hielo fino y transparente que recubre las rocas. Es sumamente resbaladizo. Si no vamos con crampones,
debemos extremar las precauciones ya que durante la progresión
nos puede hacer perder el equilibrio.
- Hielo fino (12-15 mm). De mayor grosor que el verglass y más
opaco.
Hielo laminado. De mayor espesor, alcanzado grosores suficientes
como para poder colocar un tornillo o esculpir una seta.
- Hielo Spray. En bases de cascadas muy emulsionadas, donde
el agua pulverizada, empujada por las corrientes de aire, empapa las
paredes recubriéndolas de hielo en diferentes formatos (laminados, corales,
pendants…). Alcanza espesores irregulares de hasta varios centímetros,
pero en ocasiones el agua de la cascada se filtra entre poros
y grietas, discurriendo por debajo del hielo forma laminar, debilitando el
anclado.
- Marmitas heladas. Se generan cuando las condiciones de temperatura
y caudal favorecen la congelación de la lámina superficial de
agua. Su consistencia depende de su grosor, permitiendo en ocasiones
la progresión sobre ellas. Normalmente su ruptura implica un chapuzón.
Hay que progresar con sumo cuidado, intentando distribuir correctamente
nuestro peso (ir de uno en uno). Progresar tumbados sobre ellas
reduce la probabilidad de ruptura.
- Bloques de hielo flotantes. En amplias marmitas heladas,
donde la capa de hielo puede alcanzar un espesor importante. Nuestra
progresión (sobretodo si se camina en grupo) puede terminar fragmentando
la lámina en bloques aislados, con gran capacidad de flotación.
Hay que evitar caer al agua por la dificultad que plantea salir a la superficie.
- Estalactitas heladas (carámbanos, dientes). Se forman bajo los
techos y en extra plomos de las paredes, como consecuencia de los
ciclos de fusión y congelación. Pueden ser inestables, especialmente
cuando presenten goteos de cierta intensidad, lo cual es además indicio
de un cambio de estado general.
- Estructuras en linea de rápel. En rápeles muy verticales o
con extra plomos. Es importante (sobretodo si somos los primeros en
bajar) anticiparse y limpiar la línea de descenso con los pies, para evitar
que la cuerda produzca el desprendimiento de estas estructuras y nos
caigan encima. En estos casos, además hay que esperar a que nuestros
compañeros se alejen de la vertical para comenzar el descenso.En
cualquier caso, la rapidez en el descenso puede primar sobre otros factores
a la hora de superar la vertical, algo que siempre debemos valorar.
- Dientes laterales sobre toboganes. Donde la rapidez del flujo
limita la congelación de la vena del agua, pero no su zona perimetral
podemos encontrar formaciones de “sierra” de bastante consistencia y
muy agresivas. Podrían lesionarnos si en nuestro deslizamiento golpeamos
contra ellas.
- Slush (Granizado). Denominaremos de esta manera a la mezcla
de hielo batido o fracturado y agua que podemos encontrar en marmitas
o cerca de los márgenes de un cauce helado. Su compostura es muy
parecida a la del típico granizado de limón. Se forman en zonas de profundidad
media donde el hielo cae saturando la marmita (normalmente
van asociadas a cascadas). En mezclas donde el agua es muy abundante,
el hielo puede tener cierta flotabilidad, dejando un espacio de
agua libre en el fondo que nos permite desplazarnos con más facilidad si hacemos pie. En caso contrario, el primero debe abrirse camino entre
el hielo, rompiendo las zonas más densas con los brazos. Sin embargo,
donde la mezcla tiene continuidad hasta el fondo, el hielo fracturado
tiende a mantener posiciones. Se da principalmente en cauces con
aguas muy frías y bajas temperaturas.
- Columnas. Debemos desconfiar de su solidez ya que el hielo soporta
muy mal los esfuerzos de flexión (pandeos). Solamente en aquellos
casos donde el grosor del pilar sea suficientemente generoso (más
de 1 metro de diámetro en toda su longitud) y su base esté perfectamente
consolidada nos podemos plantear su uso como anclaje. En
este caso es siempre más recomendable el uso de tornillos de hielo o
abalakovs para permitir un trabajo a compresión.
- Sifones, “basetraps” y puentes de nieve. Son habituales
tras una nevada copiosa o en zonas altas de montaña sobre tramos de
cauce abierto. También bajo canales de aludes, zonas de descarga o
bajo cascadas que acumulan en su base el hielo procedente del desprendimiento
diario de estructuras (lo denominaremos “basetraps”). El
agua disgrega la nieve que encuentra a su paso, arrastrándola río abajo
y excavando de esta manera túneles de nieve. Cuando este túnel adopta
una forma estable crea puentes de variable consistencia que unen
los dos márgenes. Estos puentes pueden continuar acumulando nieve
y aumentando su espesor, actuando como un sifón.
Cuando en un barranco la progresión natural por el cauce se ve
interferida por estos sifones, debemos evitar progresar por encima de
ellos, dada su dudosa consistencia. Por ello, hemos de avanzar sin cruzar
el cauce (es decir, sin pisar sobre el puente de nieve) en la medida
de lo posible. Podemos optar por instalar pasamanos recuperables para
salvar aquellos tramos más expuestos.
En ocasiones, sobretodo con la llegada del deshielo, en las zonas
altas de montaña los cauces llegan a excavar varios metros bajo el
manto compacto de nieve, generando túneles de gran tamaño y de bastante
consistencia. Este fenómeno también lo podemos encontrar en la
cuenca superior de cañones de régimen glaciar.
- Rimayas y randkluft. Estas grietas glaciares también podemos
encontrarlas a pequeña escala en entornos alpinos donde la nieve
permanece hasta el verano. En estas cotas, donde los barrancos son
jóvenes y apenas existen cauces bien excavados, las cascadas se precipitan
sobre circos que pueden tener asociados en su base glaciares o
neveros. Debido al avance glaciar, a al gradiente térmico de la roca o al
flujo del agua, existe cierta separación entre la pared rocosa y la nieve.
La profundidad es variable y difícil de estimar.
Tras las nevadas, estas fisuras pueden estar tapadas y no ser detectables,
por lo que es importante sondear previamente la capa de nieve. Además, los primeros tramos del labio pueden tener muy poco espesor
(riesgo de fractura), encontrándose su parte más estable a unos
metros del borde. Por eso, para superar la grieta es necesario prolongar
el rápel varios metros sobre la superficie glaciar, hasta que tengamos la
seguridad de estar sobre una superficie estable.
- Estructuras flotantes. Durante nuestra progresión, es inevitable
romper estructuras menores que pueden caer sobre el cauce. El
agua las arrastrará en su recorrido, por lo que debemos estar alerta.
- Cornisas. Se trata de fomaciones de nieve debidas a la acción del
viento que al pasar de una vertiente a otra pierde intensidad, depositando
a sotavento la carga que transporta. Si las vemos durante nuestra
aproximación, son un claro indicio de placas de viento y el consiguiente
riesgo de alud.
- Falsas marmitas heladas. Son un caso particular. Se dan en
cursos de agua trabajados en roca caliza o con un alto grado de infiltración.
Tras unas lluvias intensas, el curso se activa, llenando las
marmitas y permitiendo que el barranco lleve agua en todo su recorrido.
Una vez cesan las precipitaciones, el cauce sigue portando agua, hasta
que cesa de forma definitiva. El cauce no lleva agua corriente, pero sus
marmitas, ahora calmas, siguen estando llenas. Durante la noche, las
bajas temperaturas congelan la superficie del agua. La infiltración, que
sigue estando presente, va vaciando las marmitas dejando en suspensión
la capa helada superficial y que se encuentra anclada en las orillas.
El proceso finaliza con una marmita que presenta una capa de hielo de
grosor variable, pero con ausencia de agua (vacía).
Normalmente pueden ser detectables a simple vista. No suponen
mayor amenaza en este caso, aunque la progresión se complica, ya
que al romper se astillan en fragmentos que recubren la superficie, haciéndola
muy resbaladiza. Sin embargo, una nevada puede ocultar totalmente
estas falsas marmitas, provocando un accidente.