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Barranquismo Invernal 1 - 2ª parte

2ª mitad del artículo que sobre barranquismo invernal Mario Gastón escribió para nosotros y que publicamos en nuestra revista Cuadernos Técnicos perteneciente a los meses de febrero-marzo. La 1ª mitad fue publicada el pasado viernes. Tened en cuenta que, además, este artículo es la primera parte. La 2ª verá la luz en nuestro primer número del próximo otoño-invierno
2ª mitad del artículo que sobre barranquismo invernal Mario Gastón escribió para nosotros y que publicamos en nuestra revista Cuadernos Técnicos perteneciente a los meses de febrero-marzo. La 1ª mitad fue publicada el pasado viernes. Tened en cuenta que, además, este artículo es la primera parte. La 2ª verá la luz en nuestro primer número del próximo otoño-invierno

ESTRUCTURAS HELADAS

Las bajas temperaturas a parte de dar un radical cambio estético al entorno, son como un cincel que modela en el cauce estructuras y formas que debemos conocer, ya que pueden presentar peligros ocultos y a su vez, sernos de utilidad para improvisar anclajes de progresión.

Algunas de estas estructuras son:

Cascadas de hielo

Seguramente se tata de la formación más espectacular de los barrancos invernales. Para cualquier barranquista, en condiciones normales las cascadas suponen uno de los mayores alicientes de cualquier descenso. Se trata de un elemento dinámico con el que interactuamos en mitad de una vertical. Es seguramente lo que diferencia a este deporte del resto, ya que generalmente en la montaña nos movemos por un escenario estático (o eso esperamos). Sin embargo, ver este elemento tan vivo en silencio y totalmente congelado es algo que todavía lo embellece más. Pese a que su aparente aspecto manso puede darnos una falsa sensación de seguridad, pueden ser sumamente frágiles y descomponerse a gran velocidad. Por eso, es importante conocer su grado de solidez. El conocimiento del hielo es algo que supone años de experiencia. Pese a que aqui se hace una pequeña enumeración de sus estados, sólo los escaladores más expertos son capaces de saber a simple vista si la calidad de una estructura es sólida. Por eso, siempre hay que ir con precaución y en caso de duda actuar como si se tratara de una estructura inestable. Y no olvidar que los alcances (caidas de estructuras, piedras…) pueden provenir de zonas muy alejadas.

Hay que tener en cuenta que el estado del hielo cambia no sólo a lo largo de los meses, sino también dentro del mismo día. Esto se observa en cascadas con cumulación de depósitos helados en su base (lo denominaremos basetraps más adelante) como consecuencias de los ciclos diarios de formación y desprendimiento.

Tipos de hielo

- Hielo cristalino, duro. Se genera principalmente en cascadas donde las bajas temperaturas inducen a una rápida consolidación de las capas de hielo.

- Hielo plástico o templado, algo húmedo y más blando. Se genera normalmente en cascadas donde las condiciones de temperatura inducen a una consolidación lenta de las capas de hielo.

- Hielo mineralizado. De color marrón o naranja. Frágil

- Hielo verdeazulado. Bien congelado. Puede ser frágil

- Hielo de fusión. Poroso, con muchas burbujas de aire.

- Hielo con agua. En cascadas, donde la temperatura rompe la estructura cristalina y el agua empapa el hielo, provocando su inminente caída. Cuando caen, llevan mucho peso.

- Hielo Chandelier. Formado por muchas pequeñas estalactitas inconexas, a modo de colada.

Un indicio que nos puede dar una idea de la estabilidad de una cascada es la presencia de agua corriente bajo la capa de hielo. Estas aguas no sólo pueden indicar un rápido cambio de estado. También suponen un deterioro del anclado a la pared, sobretodo si se trata de aguas de fusión que suman peso al hielo acelerando su descomposición.

Superficies heladas

Nos interesa conocerlas porque vamos a movernos sobre ellas. Tambien pueden servirnos de base para un anclaje.

- Verglas (menos de 12mm). Es el hielo fino y transparente que recubre las rocas. Es sumamente resbaladizo. Si no vamos con crampones, debemos extremar las precauciones ya que durante la progresión nos puede hacer perder el equilibrio.

- Hielo fino (12-15 mm). De mayor grosor que el verglass y más opaco.

Hielo laminado. De mayor espesor, alcanzado grosores suficientes como para poder colocar un tornillo o esculpir una seta.

- Hielo Spray. En bases de cascadas muy emulsionadas, donde el agua pulverizada, empujada por las corrientes de aire, empapa las paredes recubriéndolas de hielo en diferentes formatos (laminados, corales, pendants…). Alcanza espesores irregulares de hasta varios centímetros, pero en ocasiones el agua de la cascada se filtra entre poros y grietas, discurriendo por debajo del hielo forma laminar, debilitando el anclado.

- Marmitas heladas. Se generan cuando las condiciones de temperatura y caudal favorecen la congelación de la lámina superficial de agua. Su consistencia depende de su grosor, permitiendo en ocasiones la progresión sobre ellas. Normalmente su ruptura implica un chapuzón. Hay que progresar con sumo cuidado, intentando distribuir correctamente nuestro peso (ir de uno en uno). Progresar tumbados sobre ellas reduce la probabilidad de ruptura.

- Bloques de hielo flotantes. En amplias marmitas heladas, donde la capa de hielo puede alcanzar un espesor importante. Nuestra progresión (sobretodo si se camina en grupo) puede terminar fragmentando la lámina en bloques aislados, con gran capacidad de flotación. Hay que evitar caer al agua por la dificultad que plantea salir a la superficie.

- Estalactitas heladas (carámbanos, dientes). Se forman bajo los techos y en extra plomos de las paredes, como consecuencia de los ciclos de fusión y congelación. Pueden ser inestables, especialmente cuando presenten goteos de cierta intensidad, lo cual es además indicio de un cambio de estado general.

- Estructuras en linea de rápel. En rápeles muy verticales o con extra plomos. Es importante (sobretodo si somos los primeros en bajar) anticiparse y limpiar la línea de descenso con los pies, para evitar que la cuerda produzca el desprendimiento de estas estructuras y nos caigan encima. En estos casos, además hay que esperar a que nuestros compañeros se alejen de la vertical para comenzar el descenso.En cualquier caso, la rapidez en el descenso puede primar sobre otros factores a la hora de superar la vertical, algo que siempre debemos valorar.

- Dientes laterales sobre toboganes. Donde la rapidez del flujo limita la congelación de la vena del agua, pero no su zona perimetral podemos encontrar formaciones de “sierra” de bastante consistencia y muy agresivas. Podrían lesionarnos si en nuestro deslizamiento golpeamos contra ellas.

- Slush (Granizado). Denominaremos de esta manera a la mezcla de hielo batido o fracturado y agua que podemos encontrar en marmitas o cerca de los márgenes de un cauce helado. Su compostura es muy parecida a la del típico granizado de limón. Se forman en zonas de profundidad media donde el hielo cae saturando la marmita (normalmente van asociadas a cascadas). En mezclas donde el agua es muy abundante, el hielo puede tener cierta flotabilidad, dejando un espacio de agua libre en el fondo que nos permite desplazarnos con más facilidad si hacemos pie. En caso contrario, el primero debe abrirse camino entre el hielo, rompiendo las zonas más densas con los brazos. Sin embargo, donde la mezcla tiene continuidad hasta el fondo, el hielo fracturado tiende a mantener posiciones. Se da principalmente en cauces con aguas muy frías y bajas temperaturas.

- Columnas. Debemos desconfiar de su solidez ya que el hielo soporta muy mal los esfuerzos de flexión (pandeos). Solamente en aquellos casos donde el grosor del pilar sea suficientemente generoso (más de 1 metro de diámetro en toda su longitud) y su base esté perfectamente consolidada nos podemos plantear su uso como anclaje. En este caso es siempre más recomendable el uso de tornillos de hielo o abalakovs para permitir un trabajo a compresión.

- Sifones, “basetraps” y puentes de nieve. Son habituales tras una nevada copiosa o en zonas altas de montaña sobre tramos de cauce abierto. También bajo canales de aludes, zonas de descarga o bajo cascadas que acumulan en su base el hielo procedente del desprendimiento diario de estructuras (lo denominaremos “basetraps”). El agua disgrega la nieve que encuentra a su paso, arrastrándola río abajo y excavando de esta manera túneles de nieve. Cuando este túnel adopta una forma estable crea puentes de variable consistencia que unen los dos márgenes. Estos puentes pueden continuar acumulando nieve y aumentando su espesor, actuando como un sifón.

Cuando en un barranco la progresión natural por el cauce se ve interferida por estos sifones, debemos evitar progresar por encima de ellos, dada su dudosa consistencia. Por ello, hemos de avanzar sin cruzar el cauce (es decir, sin pisar sobre el puente de nieve) en la medida de lo posible. Podemos optar por instalar pasamanos recuperables para salvar aquellos tramos más expuestos.

En ocasiones, sobretodo con la llegada del deshielo, en las zonas altas de montaña los cauces llegan a excavar varios metros bajo el manto compacto de nieve, generando túneles de gran tamaño y de bastante consistencia. Este fenómeno también lo podemos encontrar en la cuenca superior de cañones de régimen glaciar.

- Rimayas y randkluft. Estas grietas glaciares también podemos encontrarlas a pequeña escala en entornos alpinos donde la nieve permanece hasta el verano. En estas cotas, donde los barrancos son jóvenes y apenas existen cauces bien excavados, las cascadas se precipitan sobre circos que pueden tener asociados en su base glaciares o neveros. Debido al avance glaciar, a al gradiente térmico de la roca o al flujo del agua, existe cierta separación entre la pared rocosa y la nieve. La profundidad es variable y difícil de estimar.

Tras las nevadas, estas fisuras pueden estar tapadas y no ser detectables, por lo que es importante sondear previamente la capa de nieve. Además, los primeros tramos del labio pueden tener muy poco espesor (riesgo de fractura), encontrándose su parte más estable a unos metros del borde. Por eso, para superar la grieta es necesario prolongar el rápel varios metros sobre la superficie glaciar, hasta que tengamos la seguridad de estar sobre una superficie estable.

- Estructuras flotantes. Durante nuestra progresión, es inevitable romper estructuras menores que pueden caer sobre el cauce. El agua las arrastrará en su recorrido, por lo que debemos estar alerta.

- Cornisas. Se trata de fomaciones de nieve debidas a la acción del viento que al pasar de una vertiente a otra pierde intensidad, depositando a sotavento la carga que transporta. Si las vemos durante nuestra aproximación, son un claro indicio de placas de viento y el consiguiente riesgo de alud.

- Falsas marmitas heladas. Son un caso particular. Se dan en cursos de agua trabajados en roca caliza o con un alto grado de infiltración. Tras unas lluvias intensas, el curso se activa, llenando las marmitas y permitiendo que el barranco lleve agua en todo su recorrido. Una vez cesan las precipitaciones, el cauce sigue portando agua, hasta que cesa de forma definitiva. El cauce no lleva agua corriente, pero sus marmitas, ahora calmas, siguen estando llenas. Durante la noche, las bajas temperaturas congelan la superficie del agua. La infiltración, que sigue estando presente, va vaciando las marmitas dejando en suspensión la capa helada superficial y que se encuentra anclada en las orillas. El proceso finaliza con una marmita que presenta una capa de hielo de grosor variable, pero con ausencia de agua (vacía).

Normalmente pueden ser detectables a simple vista. No suponen mayor amenaza en este caso, aunque la progresión se complica, ya que al romper se astillan en fragmentos que recubren la superficie, haciéndola muy resbaladiza. Sin embargo, una nevada puede ocultar totalmente estas falsas marmitas, provocando un accidente.


Descendiendo una cascada de hielo en fase inicial de transformación


Marmitas heladas y consistentes en el barranco de Lapazosa (Huesca).

Capa de verglas en una repisa de acceso comprometido.

Verglas mucho más fino y casi invisible.

Detalle de la lámina de agua que circula al descubierto bajo el hielo.

A la derecha, agua con flujo casi laminar. A la izquierda, hielo fino.


Estalactitas en el barranco del Sorrosal (Huesca)

Cuando se encuentran por encima, hay que estar atentos a los cambios de estado.

Carámbanos a nivel sobre el cauce del Furco (Huesca).

Marmita colmada de slush. Trummelbach (Suiza).

Fuertes goteos en carámbanos. Señal de una subida de temperaturas. Mejor salir cuanto antes. Foz de la Canal (Huesca)

Barranco del Sorrosal (Huesca). Úúltimo rápel de 45 metros. La cornisa de salida acumula carámbanos de diversa envergadura que debemos limpiar previamente

Agua canalizada con formaciones de sierra en los laterales.

Tobogán entre formaciones dentadas. Furco (Huesca).

Cascadas de Cotatuero (Huesca).

Marmita final del trummelbach. Slush más compacto conforme nos acercamos a la orilla.

Basetraps. Sifón en base de rápel por acumulación de hielo. Barranco de Morcles (Suiza).

Imagen de superficie del nevero.

Restos de un túnel excavado bajo el depósito de un gran alud. Barranco de Val Cervio (Lombardía). Foto: Jero García.


Puente intermedio formado por una estructura en descomposición. Barranco de Morcles (Suiza).

Sifón de nieve producido por una gran nevada. Barranco de Salcorz (Huesca).

Tunel excavado bajo el compacto manto nivoso

Vista general de la cascada

Un fragmento de hielo navega hasta precipitarse en una cascada. Barranco de Sorrosal (Huesca).

Randkluft. Aproximación de la gran cascada de Gavarnie (vertiente española).

Detalle de randkluft en base de cascada.

Superación de un randkluft sobre pared inclinada. El compañero, abajo, está atento a una eventual ruptura del borde. Barranco de Pondiellos Superior (Huesca).

Falsa marmita helada. Capaneras (Huesca).

Tags: Barranquismo

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