Icebreaker; porque la naturaleza es mejor que los plásticos sintéticos.
“Nuestra misión no es crear el último y más técnico de los materiales. La naturaleza ya lo ha hecho por nosotros, y sin necesitar de una plataforma petrolífera para ello. La lana merino no crece en un laboratorio, sino en las montañas de Nueva Zelanda. La fábrica de Icebreaker produce su fibra en la naturaleza, las 24 horas del día, a través de las ovejas.
La sostenibilidad está en el corazón del modelo de Icebreaker, es nuestro principal objetivo: un modelo que equilibre la sostenibilidad ecológica con la sostenibilidad económica.
Esto es posible porque la naturaleza es un diseñador asombroso. Todo lo que crea es simple, eficiente y bello.”
Era 1994 cuando Jeremy Moon, de 24 años, conoció a Brian Brackenridge, un granjero y pastor de ovejas merinas en Nueva Zelanda. Brian mostró a Jeremy un prototipo de camiseta térmica hecho 100% de lana merino. Su primera reacción fue la misma que tuvimos en Barrabes la primera vez que alguien nos habló de Icebreaker: “¿lana merino? Ese material pesado y que pica con el que se hacían los jerseys en nuestra infancia?”
Y su segunda reacción fue la misma que tuvimos en Barrabes una vez que tuvimos en las manos y pudimos tocar por primera vez una de las prendas de Icebreaker: “¿De verdad esto es lana?” Lo es. Su tacto es suave, sensual, su aspecto es lustroso...y evidentemente no pica ni pesa. Pero es totalmente natural.
Jeremy quedó tan entusiasmado después de usar la camiseta de Brian en la montaña que decidió lanzarse al negocio. No fue fácil: la gente tenía una imagen de la lana que aún hoy en día vemos en las caras de nuestros clientes cuando les decimos que por qué no elegir ropa interior o camisetas de verano de este material. La fibra fabricada con petróleo estaba viviendo su máximo éxito.
Pero entonces Sir Peter Blake, el gran héroe de la navegación a vela neozelandés, llevó 40 días y 40 noches seguidas una camiseta y unas mallas de Icebreaker en una circumnavegación al planeta. Quedó entusiasmado, y al volver, sus comentarios altruistas lanzaron la marca y relanzaron el orgullo por un producto básico, del pasado, basto, autóctono, que de repente era capaz de competir con las más modernas fibras internacionales fabricadas con petróleo.
Y es que, una vez conseguido el tacto adecuado, las ventajas de la lana merino frente a los materiales sintéticos, además de la sostenibilidad, son numerosas:
-Sigue manteniendo sus propiedades intactas incluso tras haber absorbido un 30% de su peso en agua. Seca un poquito más lento que las fibras sintéticas, pero mientras está mojada, a diferencia de éstas, nos sigue calentando como si estuviera seca.
-Mucho más transpirable que las fibras sintéticas. Éstas sólo pueden transpirar a través de los agujeros del trenzado. Las prendas de lana merino transpiran también a través del material.
-Una ventaja muy importante en determinadas situaciones: no huele. Olemos nosotros, pero se evita el desagradable olor que todas las prendas sintéticas desprenden.
El primer año que vendimos Icebreaker, en 2006, un miembro de nuestro equipo hizo una prueba para nuestra revista Cuadernos Técnicos, llevando durante 21 días y 21 noches en una gran travesía por el Himalaya las prendas interiores. El contraste con sus compañeros que llevaban fibra era muy notable al final de la misma.
-Resistente al fuego: es la menos inflamable de las fibras tanto naturales como sintéticas, por lo que es la más segura para llevar pegada a nuestra piel. Y a diferencia de las sintéticas, no se derretirá en nuestra piel, y se apagará sola en cuanto no reciba una fuente de ignición.
-Su resistencia a los rayos ultravioletas es 50, la máxima. Mucho mayor que el algodón y la mayoría de sintéticos.
-Lavable a máquina, secado rápido, no necesita planchado...ideal para viajes.
-Otro detalle no técnico muy importante. Es antiestática. Evita las molestas descargas que provocan las fibras sintéticas.
-Protege del frío...y del calor. Es un regulador natural. En verano, las camisetas externas de carreras y montaña nos mantendrán la temperatura equilibrada hasta con 35ºC. En invierno, las capas interiores nos mantienen caliente, pero evitan la sobretemperatura. En nuestras pruebas vimos que, en caso de exceso de calor, se nota, evidentemente, pero no asfixia.
No es de extrañar que hoy en día sus prendas interiores, polares, camisetas exteriores y calcetines se vendan en 43 países.
Todo ello revitalizando de forma totalmente tradicional y sostenible la economía de las comarcas rurales de Nueva Zelanda, y respetando el medio ambiente...y nuestra piel.