Las cambiantes condiciones de esos caudales, que dependen de factores tan diversos como la meteorología, el deshielo, o el grado de saturación de los acuíferos, hacen que un mismo cañón pueda ser, en condiciones de caudal bajo, poco más que una entretenida actividad para pasar un domingo por la mañana con familia y amigos; mientras que con algún metro cúbico de más se convertirá en una actividad técnica y expuesta, sólo apta para grupos entrenados, donde hay que pensar un buen rato cada movimiento, y con poco margen para el error.
Y es precisamente esa presencia de caudal, y la necesidad de gestionar los riesgos que implica, la que ha forzado que, con los años, se hayan ido adoptando por los barranquistas una serie de soluciones y técnicas específicas que, al mismo tiempo, han ido consolidando al barranquismo como una disciplina propia y diferenciada. Estas técnicas básicas que todo barranquista debería conocer, y que afortunadamente muchos ya conocen, son las que van a ocupar estas líneas, sin más intención que dar unas pinceladas básicas que en ningún caso podrán sustituir una práctica y una enseñanza adecuadas, y sin olvidar nunca el acercarnos siempre a los ríos con la máxima modestia y prudencia: los caudales que a los deportistas nos parecen ya altísimos y peligrosos, son en realidad ridículos comparados con la fuerza que puede llegar a desplegar el cambiante medio en el que nos movemos.
De todas formas, antes de explicar esas técnicas, quizás no esté de más dejar claras unas nociones que tendremos que tener siempre en mente cuando nos encontremos en situaciones de caudal elevado, y que pese a parecer de sentido común, muchas veces se pasan por alto: por un lado, que salvo contadísimas excepciones, deberemos siempre quitarnos la mochila para enfrentarnos a cualquier problema de aguas vivas; no sólo porque dificulta nuestros movimientos, sino porque la flotabilidad adicional que genera nos puede suponer un problema a la hora de salir de determinadas corrientes.
Por eso, la mochila se la dejaremos siempre al compañero, que nos la arrojará después o nos la hará llegar mosquetoneada a una cuerda que utilizará a modo de guía o teleférico. Con mayor motivo, nunca descenderemos una cascada con recepción dudosa con la mochila colgando del cabo de anclaje, a la manera tradicional de llevar la saca de cuerda en espeleología, pues la misma puede quedar enganchada en la corriente, convirtiéndose en un ancla que nos impida salir de la misma. Y por otro lado, recordad llevar siempre a mano una navaja, un silbato para comunicarse con los compañeros, y el arnés, cuerpo y mochila siempre lo más despejados posible de cualquier elemento que pueda engancharse en ramas, fisuras, etc, en momentos comprometidos (nada de llevar colgando la colección completa de pato, basic, puño, poleas, cordinos, cintas…). Sentado esto, pasamos a las técnicas básicas que comentábamos:
El Rápel Ajustado
Concepto
Es la técnica básica, y la medida de prudencia mínima que debería
adoptarse por sistema ante cualquier rápel que termine en una marmita,
badina o poza de recepción profunda con movimientos de agua potencialmente
peligrosos. Se parte de una regla general clara: en esos casos
nunca debería el barranquista llegar a la poza o marmita con la cuerda
en el descensor –que se vería obligado a soltarse bajo el agua, peleando
con la fuerte corriente, y a menudo con guantes- y encontrarse además
con que en la poza están flotando varios metros de cuerda que la corriente
enreda alrededor suyo.
Para evitar eso, basta con preparar la instalación de forma que la cuerda
de rápel por la que se desciende quede “ajustada” a la longitud del mismo,
quedando su cabo o extremo colgando a unos centímetros sobre la
superficie del agua. Así, cuando el barranquista vaya a llegar a la poza,
simplemente se le acabará la cuerda de rápel y caerá al agua, ya con el
descensor y las manos libres para maniobrar, y sin cuerda alguna flotando
en la poza con el consiguiente riesgo de enredo.
Fotografía nº 1: rápel convenientemente ajustado, con el cabo de cuerda
a ras del agua.
Realización
La instalación es sencilla: simplemente se pasa la cuerda por la anilla de
rápel, echando los metros que sean necesarios hasta que se vea que el
cabo queda colgando a escasa distancia sobre la superficie del agua; una
vez tomada esa medida, se bloquea
el rápel con un nudo de ocho o de
nueve realizados por seno - con
una gaza sobrante generosa-, que
funcionará “por atasque” contra la
anilla, como se observa en la fotografía
nº 2. El resto de la cuerda,
para evitar confusiones, quedará
convenientemente recogido en la
saca, disponible para cualquier
emergencia.
Fotografía nº 2: montaje de rápel
ajustado con nudo de nueve funcionando
“por atasque”.
En grupos numerosos puede también ser aconsejable mosquetonear
la gaza del nudo a la reunión, para evitar que nadie, por despiste,
se cuelgue del cabo erróneo de cuerda –por supuesto que habrá que
acordarse de retirar este mosquetón antes de que descienda el último
del grupo-. En todo caso, el último del grupo en bajar, una vez puesta la
cuerda en su descensor listo para rapelar, arrojará la saca con la cuerda
sobrante a sus compañeros, que cuidarán de apartarla del recorrido del
rápel y de los movimientos de agua en recepción, para evitar enredos
(fotografía nº 3). Tirando de esta cuerda de recuperación, se recogerá
todo el sistema.
Fotografía nº 3: Durante el descenso del último del grupo, la cuerda de
recuperación quedará apartada del recorrido del rápel y la recepción
No es extraño ver instalaciones de este tipo en las que, adicionalmente
a lo comentado, se introduce un mosquetón en el seno del nudo de atasque
para garantizar que el nudo no se deshaga en ningún caso; o quien
lo introduce (el mismo mosquetón u otro) en el propio nudo, para facilitar
después el deshacerlo (fotografías 4 y 5). Estas soluciones no son
indispensables (un nudo de nueve o de ocho bien realizado y con gaza
sobrante no se deshará nunca con el peso de un barranquista, ni es tan
difícil de deshacer), aunque pueden dar mayor sensación de seguridad.
En todo caso, debe tenerse en cuenta que dificultan la recuperación.
Fotografías nº 4 y 5: rápel ajustado con mosquetón adicional. Atención
a la recuperación de la cuerda.
Sea como sea, y pensando en la recuperación posterior de la cuerda,
preved que el nudo de atasque quede siempre en el lado de la reunión
que mira hacia el lugar desde el que luego recuperaréis la cuerda tirando
de ella.
El Rápel Ajustado Alargable
Concepto
La versión evolucionada del anterior, aconsejable para aquellos supuestos
en que el recorrido del rápel sea por cascada y bajo caudal, así como
en aquéllos casos en que es necesario ajustar el rápel, pero desde la
reunión no se ve la recepción, por lo que no es fácil asegurarse de que la
longitud de la cuerda ha quedado convenientemente ajustada.
El funcionamiento es sencillo: se trata de realizar un montaje en reunión
que permita, en caso necesario, dar al compañero unos metros adicionales
de cuerda de rápel, descolgándolo lo que sea necesario.
Por ejemplo, porque, llegado a un punto en que el que está descendiendo
puede ver la recepción, observa que nos hemos quedado cortos al
instalar el rápel, y el cabo queda varios metros por encima de la superficie
del agua.
O porque, encontrándose el que rapela bajo cascada, tiene cualquier
bloqueo en el descensor (por un nudo en la cuerda, o por un enganchón
con el pelo, con un cordino, o con el guante…) y hay que intervenir
rápidamente, dándole los metros de cuerda necesarios que le permitan
llegar abajo y salir de esa peligrosa situación.
Realización
La instalación es similar al anterior: se pasa la cuerda por el anillo de
reunión, ajustando el cabo a ras del agua -si no se ve la recepción, es
aconsejable quedarse corto, y alargarlo después según las instrucciones
del primero que baje-.
La diferencia estriba en que, en lugar de bloquear la cuerda con un nudo
de ocho o nueve “por atasque”, lo haremos con un sistema que permita,
en caso necesario, el desbloqueo para dar al compañero los metros de
cuerda que precise. Este sistema puede ser muy variado; en las fotografías
podemos ver algunos ejemplos, que incluyen:
El nudo dinámico fugado o bloqueado (fotografía 6), con el inconveniente
de que, en caso de que los anclajes de la reunión no estén unidos
entre sí, la seguridad del que desciende depende de un solo anclaje.
Fotografía nº 6: Rápel alargable con nudo dinámico fugado. Fuente:
Manual de descenso de Barrancos E.A.M./Federación Aragonesa de
Montañismo.
El descensor de ocho bloqueado y atascado en la anilla de rápel por
atasque. (Fotografías 7a, 7b y 7c)
Fotografías 7a, 7b y 7c: Alargable mediante descensor de ocho trabado
en la reunión. Para alargar el rápel deberemos deshacer –mientras
sujetamos firmemente la cuerda que tenemos en reunión- la vuelta de
bloqueo.
El descensor de ocho fugado en reunión y funcionando por atasque (fotografía
nº 8).
Fotografía nº 8: descensor fugado funcionando por atasque. Para dar
cuerda al compañero en caso necesario, desharemos la fuga mientras
sujetamos con fuerza la cuerda que tenemos en reunión.
Para recuperar la instalación, el último, antes de descender, sustituirá
el sistema desembragable por un nudo de atasque, convirtiendo el rápel
alargable en rapel ajustado “normal”.
En el caso del ocho atascado (fotografía 7c) se puede recuperar tal cual
–si necesidad de desmontar el ocho y sustituirlo por un nudo-, tirando
de la cuerda de recuperación, pero al ser voluminoso prestad atención a
posibles enganchones en fisuras o cantos.
Dos consejos para concluir con esta técnica:
1.- Es esencial que exista perfecta comunicación entre el que desciende
y el que queda en reunión, para el caso de que sea necesario darle
cuerda. Lo aconsejable es llevar todos un buen silbato, que se pueda oír
incluso con el estruendo del caudal en el cañón, y acordar de antemano
un sencillo código de pitidos.
2.- No es una técnica exenta de riesgos, y su uso inadecuado ha provocado
más de un susto y accidente, especialmente en el caso de que el
rápel sea por cascada: hay que pensárselo mucho, y estar muy seguro
de cuál es la situación del compañero, antes de empezar a descolgar a
alguien que está en mitad de una cascada con una recepción agitada.
Por un lado, porque si a alguien que está bloqueado en la cuerda, y al
que le faltan 10 metros para llegar abajo, le descolgamos esos 10 metros,
llegará a una poza o marmita, con movimientos peligrosos, rodeado de 10 metros de cuerda flotando alrededor suyo y con el descensor puesto y bloqueado.
Y por otro, porque si por un malentendido damos cuerda a quien ni la
necesita, ni se la espera, necesariamente lo desequilibraremos y es posible
que sea peor el remedio que la enfermedad.
Por todo eso, confirmad siempre antes de dar cuerda al compañero, que
al hacerlo vais a mejorar su situación, y no al revés.
Rápel Guiado
Ámbito de aplicación
Maniobra útil para evitar al grupo, excepto al primero, llegar a la recepción
de un rapel, que por distintos motivos nos puede interesar evitar.
Entre otros, los motivos más comunes pueden ser:
- Recepción agitada o problemática
- Marmita trampa
- Desviar la trayectoria de un rapel que discurre por el interior de una cascada
- Una marmita con agua estancada en un barranco seco
Concepto
Se trata de instalar una cuerda tensa desde la cabecera del rapel al “punto
seguro” donde queremos hacer llegar al grupo y una segunda cuerda
que servirá para rapelar. No tienen por que ser dos cuerdas distintas, lo
normal es montarlo con la misma si esta es lo suficientemente larga.
De esta manera para descender por el guiado pasaremos nuestro cabo de
anclaje por la cuerda guía y nuestro descensor en simple por la cuerda
que hemos preparado para rapelar, Si la cuerda guía tiene poca pendiente
seria recomendable pasar el descensor en rápido para evitar atascarnos,
por excesivo rozamiento y si la guía es bastante vertical colocaremos
el descensor en clásico o con algún sistema que nos proporcione
mayor rozamiento.
Podemos encontrarnos con 3 tipos de rápeles guiados, los cuales intentaremos
adecuar lo mejor posible a nuestra situación: rapel guiado
convencional, rapel guiado con anclajes en el “punto seguro” dudosos o
inexistentes y el rapel guiado a mochila.
Realización
Guiado convencional
Para esta maniobra necesitamos dos instalaciones sólidas y debidamente
trianguladas. La instalación de la cabecera tiene que ser capaz de aguantar
el doble de nuestro peso más las tensiones que le podamos aplicar
al deslizarnos por la guía. En el “punto seguro” donde queremos hacer
llegar al resto del grupo debería de existir una instalación sólida capaz
de aguantar nuestro peso ya que durante la maniobra, de ella dependerá
nuestra seguridad, en caso de fallar daremos con nuestros huesos en el
suelo. Por este motivo la triangularemos debidamente para repartir la
carga entre los anclajes, lo mejor posible. Esta instalación no debería de
constar de un solo anclaje, a no ser que este fuera 100% seguro.
La longitud de cuerda que necesitamos es algo más del doble de la distancia
que hay entre la instalación de cabecera y la del “punto seguro”.
Suponemos que usamos 2 cuerdas distintas para montar el guiado, ya
que en caso de disponer de una cuerda suficientemente larga para toda
la maniobra solo habría que eliminar el nudo de empalme.
Pasamos la punta de una de las cuerdas por el punto central de la instalación,
en la cabecera del rapel, que debería estar constituido por una
anilla o maillón por el que no pase una gaza de nueve, y la empalmamos
con la otra cuerda mediante un nudo de 8 o doble pescador. La cuerda
que está en el lado que hemos dejado el nudo de empalme la vamos a
utilizar como cuerda de rapel y la otra como guía.
Por encima del nudo de empalme realizamos una gaza de nueve en el
lado de la cuerda de rapel, para que empotre contra la anilla de la instalación,
al tensar posteriormente la guía. Con este montaje posteriormente
tirando de la cuerda de rapel podremos recuperar las cuerdas desde
abajo. Puede ser conveniente poner un mosquetón en la gaza y enganchar
el mosquetón a la cuerda guía, sobre todo si existe la posibilidad
de que el nudo de atasque pase a trabes de la anilla central si esta es
muy grande, si bien esta posibilidad está desaconsejada en el supuesto
de que el rapel guiado pase directamente bajo cascada, o si es de prever
la existencia de problemas a la hora de recuperar posteriormente la instalación
desde abajo.
Ahora montaremos la parte de abajo, para llegar hasta allí utilizaremos
la cuerda guía para rapelar. La otra cuerda la podemos desplegar ahora o
decir al resto del grupo que lo haga cuando estemos abajo. Si la desplegamos
antes de bajar tendremos que fijarnos en cual es la cuerda guía.
Hay que dejar claro que será de esta segunda cuerda por la que rapelará
el resto del grupo, pasando el cabo de anclaje por la cuerda guía, que
vamos a tensar desde abajo.
Triangularemos la reunión del “punto seguro” y pondremos en su punto
central un mosquetón en el que haremos con la cuerda guía un nudo
dinámico, que puede ser sustituido por un Lorenzi en caso de que conozcamos
bien su funcionamiento, ya que trabaja muy bien en esta
situación. Por encima de este montaremos un nudo Machard con un
mosquetón por el que pasaremos la cuerda que sale del dinámico, formando
un reenvío. En este mosquetón podemos colocar una polea para
disminuir el rozamiento, y el Machard puede ser sustituido por un sistema
mecánico anti-retorno, como un puño o un Basic.
Con este mecanismo tensaremos la guía, estirando de la cuerda que
hemos pasado por el mosquetón del machar, hasta que la tensión sea suficiente
para mantener a los barranquistas alejados del peligro a evitar,
permitiéndoles alcanzar un lugar seguro. Con este sistema de tensado
multiplicamos por 3 la fuerza que podemos hacer para tensar la guía, a
costa de aumentar el recorrido de la cuerda. Cuanto más vertical sea la
guía menos tensión necesitaremos para guiar a los barranquistas.
Soltaremos la cuerda del mosquetón del Machard y fugaremos el dinámico
debidamente. Retiraremos el Machard, dejando así la guía lista
para su uso.
El resto del grupo como ya se ha explicado solo tiene que poner su cabo
de anclaje en la guía, y el descensor en la otra cuerda. Así de esta manera
irán colgando de la guía y con su descensor controlaran la velocidad
de avance hasta llegar sin más complicaciones hasta el “punto seguro”.
Para desmontar se liberará el dinámico de la fuga y se destensará la guía
dejando su extremo libre y sin nudos. Tiraremos de la cuerda de rapel,
que el ultimo tendrá especial cuidado de no soltar para que esta no se
vaya hasta la vertical y nos quedemos sin poder recuperar. De esta manera,
lentamente, recuperaremos las cuerdas.
En el caso de que el guiado lo montáramos para evitar una recepción
de rapel comprometida, sería conveniente que hubiera en cabecera,
una persona con unos ciertos conocimientos que nos ayude a montar
el guiado, ya que el primero tendrá que descender mediante un rapel
ajustado para enfrentarse a la recepción agitada.
Guiado con anclajes en el “punto seguro” dudosos
Lo más habitual es encontrarnos en la situación de tener que montar
un guiado y no tener en el “punto seguro” una instalación en condiciones
en la que poder confiar plenamente. En esta situación nos veremos
forzados a utilizar los anclajes naturales que haya o los que podamos
instalar, o incluso el peso de nuestro propio cuerpo usando nuestro arnés
como reunión. Para evitar depender de ellos, vamos a relizar una
variación del rapel guiado convencional.
En este caso vamos a poner el nudo de empalme y la gaza de nueve
para atascar en el lado de la guía, en lugar de ponerlos en el lado de la
cuerda de rapel, de esta manera en caso de fallar el anclaje de abajo solo
perderá tensión la guía pero no caeremos hasta el suelo.
Para poder mantener la misma tensión para todo el grupo salvo el último.
La gaza de nueve que hemos hecho en lugar de cogerla con un
mosquetón a la cuerda de rapel, la vamos a fijar a la reunión. De esta
manera al tensar la guía no arrastraremos la cuerda de rapel, sacándola
de la instalación.
Se procederá a tensar la cuerda guía desde abajo de la misma manera
que en el guiado convencional pero sin aplicar una tensión excesiva
para no sobrecargar los anclajes dudosos. En caso de utilizar nuestro
cuerpo como anclaje en el “punto seguro”, deberemos buscar un bloque
tras el que colocarnos y apoyarnos, un sitio donde empotrarnos o hacer
rozar la cuerda guía con la pared del barranco, si esta hace curva, para
poder mantener así la tensión de la guía. Nos fijaremos la guía, mediante
un mosquetón de seguro, al anillo ventral de nuestro arnes, haciendo
un nudo dinámico sobre este, o nos colocaremos un descensor. De
esta manera la tensaremos con nuestro propio peso. El resto del grupo
utilizará el guiado como un guiado convencional, salvo el ultimo, que
tendrá que realizar algún cambio para poder recuperar las cuerdas.
Para el ultimo tendremos que quitar la tensión de la guía y este debería
soltar el mosquetón que habíamos dejado anclado a la reunión de arriba
y anclarlo a la cuerda de rapel, si se estima necesario o retirarlo en caso
contrario. Después pondrá su descensor en la cuerda de rapel y cargará
peso sobre ella, avisando a sus compañeros que ya pueden tensar la
guía. Desde abajo tensaremos una vez más la guía para que el ultimo
también la pueda utilizar.
Para recuperar las cuerdas destensaremos y soltaremos la guía de la
reunión inferior y tiraremos lentamente de la cuerda guía, con cuidado
de que no se traben las cuerdas.
Guiado a mochila
Es una variación del rapel guiado que sirve en situaciones de caudal elevado, para el primero que se enfrenta a la recepción problemática, ya que este una vez la haya superado deberá montar un guiado convencional o al cuerpo para el resto del grupo.
Se trata de lanzar una mochila, atada al extremo de una cuerda hasta algún resalte aguas abajo de la recepción agitada, de manera que el agua incida sobre ella tensando la
cuerda que lleva atada.
Aprovecharemos esta cuerda tensa por la fuerza del agua como guía, que aunque no será suficiente como para mantenernos sin tocar pared, nos facilitará la salida de la recepción agitada, ya que tirará de nosotros hacia afuera. Es conveniente dejar la cuerda de rapel ajustada para que se salga del descensor en cuanto tengamos contacto con el agua.
Anclaremos una mochila abierta, incluso con algún bote estanco abierto dentro, para que se llene mejor de agua, al extremo de la cuerda.
Dejaremos varios metros de cuerda, la suficiente para que la mochila
llegue hasta el resalte en el que queremos que se quede, y ha haremos
un nudo dinámico sobre un mosquetón anclado a la instalación. Lanzaremos
la mochila y daremos o recogeremos cuerda hasta que produzca
suficiente tensión sobre la guía, entonces fugaremos el nudo dinámico.
El otro extremo de la cuerda lo ajustaremos hasta el agua, dejando un
poco más de cuerda ya que debido a la tensión de la guía no llegaremos
justo a la vertical, sino un poco mas allá.
Una vez ajustado el extremo fijaremos la cuerda a la reunión mediante
una gaza de nueve con un mosquetón. La cuerda que sobra en reunión la
plegaremos y recogeremos apropiadamente para evitar problemas.
Con esta maniobra necesitamos otra persona, que se quede en cabecera,
con los conocimientos suficientes para convertir el guiado a mochila en
un guiado convencional o guiado con anclajes dudosos según la situación
en la que nos encontremos.
Aunque no debería de ser el caso, ya que en un barranco con caudal
deberíamos de entrar con personas experimentadas, una sola persona
también podría llegar a realizar la maniobra, él solo, para todo el grupo,
con algunas variaciones sobre lo explicado.
AUTORES: Rubén Acerete Hali es miembro del Comité de Barrancos y Monitor Técnico de la Escuela Aragonesa de Montañismo, ambos de la Federación Aragonesa de Montañismo (FAM), y colaborador del libro “Autorrescate en Barrancos” David Tresaco Lobera, Vocal del Comité de Barrancos de la FAM y Monitor Técnico de la Escuela Aragonesa de Montañismo, dependiente de la FAM y colaborador del libro “Autorrescate en Barrancos” |