Seb Berthe escala en libre Dawn Wall, El Capitan. 32 largos, 9a
Tras Tommy Caldwell, Kevin Jorgeson y Adam Ondra, el belga consigue escalar la vía de pared más difícil del mundo: Dawn Wall, El Capitan, Yosemite.
Tal vez no hayas pensado en estos objetos, pero llevarlos encima van a marcar la diferencia entre un final feliz o una mala experiencia en la montaña. Son artículos tan pequeños, tan ligeros y tan útiles que no te darás cuenta de que los llevas pero que agradecerás infinitamente llevarlos cuando te toque usarlos para solucionar una emergencia. Aquí te los presentamos.
Has preparado a conciencia la actividad. Antes de salir repasas toda la planificación y logística y tienes la seguridad de que no has dejado nada al azar. Conoces la ruta, llevas comida, agua y ropa de abrigo. Has avisado de la actividad que vas a realizar y has consultado la previsión del tiempo todos los días previos. No hay nada que pueda salir mal.
Sin embargo, el día de la actividad tú o alguien de tu grupo se lesiona, se indispone, cae en un río o se le rompe algo indispensable de material que hace que la actividad se retrase más de lo esperado o, dependiendo de la gravedad de lo acaecido, os inmovilice en un lugar inhóspito donde va a ser difícil que alguien os eche una mano.
“Si hubiera traído esto…”, “si al menos llevara aquello…”. No vale la pena lamentarse cuando no hay solución, pero lo cierto es que aquí estamos para darte una pequeña lista de objetos que marcan la diferencia entre terminar bien o mal una actividad. Son fáciles de conseguir, apenas pesan, no ocupan casi nada de espacio y son tan útiles que deberías llevarlos siempre en cualquier actividad que hagas en montaña.
Creemos que es evidente, pero queremos dejar claro que este artículo no trata sobre los objetos imprescindibles para cualquier actividad como ropa de abrigo, protección contra la lluvia, botiquín o bebida y alimentación, sino que nombramos una serie de artículos que no siempre llevamos y que en caso de apuro son la nos evitarán pasar la noche al raso en medio de ninguna parte. En actividades técnicas como escalada, alpinismo, espeleología o esquí de travesía habría que incluir además herramientas específicas como navajas para cortar cuerdas o destornilladores para arreglar y ajustar fijaciones, pero hablamos de elementos que nos sirven siempre que salgamos a la montaña.
Te dejamos, no obstante, aquí un enlace al artículo sobre básicos de seguridad en montaña para que tengas en cuenta cualquier circunstancia que pueda suceder.
Vale, empezamos por uno que siempre llevas. Te escribimos esto para que, además de llevarlo, lo tengas en condiciones de ser usado: batería totalmente cargada y protegido de la humedad y de los golpes. Si no es demasiado molesto, en condiciones invernales llévalo pegado al cuerpo para evitar que el frío descargue la batería demasiado pronto y si vas a hacer rutas de varios días será mejor que desconectes todas aquellas funcionalidades que no vayas a usar (WiFi, bluetooth, GPS) o directamente lo pongas en modo avión.
Un teléfono móvil no solo nos da la posibilidad de avisar inmediatamente en caso de accidente, sino que si tiene acceso a datos o si hemos descargado previamente los mapas también se puede utilizar como navegador por satélite, podemos buscar información sobre nuestra ruta o la previsión meteorológica de manera inmediata y, llegado al caso, lo podemos utilizar como linterna. Piensa esto cuando consideres dejarlo en el coche porque no vas a ir demasiado lejos.
Se ha hablado mucho sobre el exceso se confianza que puede otorgar ir con un teléfono móvil a la montaña. No olvides que llevar un móvil es un elemento de seguridad más y la preparación física y técnica y la exquisita planificación de la actividad no es sustituida por ningún material que lleves. Ten en cuenta que una zona sin cobertura, sin señal satélite o quedarte sin poder utilizar el móvil por fallo técnico te deja a merced del destino si no cuentas con recursos propios.
Una bolsa estanca o, en su defecto, una bolsa impermeable te puede ayudar más de lo que piensas. Existen ciertos dispositivos tecnológicos que no acostumbran a ser demasiado resistentes al agua y que, sobre todo uno de ellos, son básicos para volver a casa: el teléfono móvil del que acabamos de hablar y las llaves del coche.
Si tienes un coche medianamente actual es bastante posible que se abra y se arranque por radiofrecuencia y que esta sea accionada por un mando. En caso de inutilizar la llave por un golpe, por agotar la pila al quedar presionado un botón durante toda la excursión o por haberse sumergido en agua (lluvia intensa, caernos a un río, una cantimplora mal cerrada…) nos podemos encontrar con que no podemos utilizar el coche. De ahí la importancia de proteger ciertos objetos de la humedad, pero piensa también en el disgusto que te vas a llevar si mojas la cámara de fotos u otro elemento básico. Una pequeña bolsa impermeable suele evitar cualquier problema de este tipo y ciertos modelos son acolchados también para proteger de golpes o presiones accidentales que puedan descargar la batería.
Para proteger la ropa seca podemos confiar en las típicas bolsas de la compra y que además nos van a ayudar a llevar la mochila mejor organizada en actividades de varios días. El cubremochilas impermeable evita los problemas relatados anteriormente en caso de lluvia y lo cierto es que ese es el caso más habitual. Considera llevar siempre uno en tu mochila si es que utilizas un modelo que no viene con uno de serie.
Uno de nuestros artículos favoritos. Pocos elementos de la equipación dan más por menos: elemento económico, ligero y compacto. Puedes llevarlo en cualquier mochila sin darte cuenta y es una gran aliada en el caso de que tengamos un incidente que no nos permita proseguir la actividad.
La manta de supervivencia es una lámina delgadísima, en torno a las 10 micras, de algún material plástico como polietileno (existen de diferentes materiales) y con al menos una de las dos caras dotada de un aluminizado.
Esta cara aluminizada de color plateado refleja el calor. Por tanto, colocaremos la cara aluminizada dependiendo de la función que queramos: si necesitamos evitar el calor, colocaremos la parte plateada hacia el exterior; si necesitamos conservar la temperatura corporal en una situación con riesgo de hipotermia, envolveremos a la persona con problemas en la manta con la parte plateada hacia el interior. Ayudará a una persona accidentada, inmovilizada por hipotermia o golpe de calor o agotada por sobreesfuerzo a pasar de un modo más confortable la espera hasta el rescate o la recuperación.
Buena parte del calor corporal (en torno a un 10%) se escapa por la cabeza descubierta. No significa que se pierda más calor por la cabeza que por otras partes del cuerpo, pero sí que es cierto que es una zona que habitualmente descuidamos por razones prácticas: la necesidad de ver, oír bien y respirar lleva a veces a evitar capuchas y otros elementos incómodos.
Sin embargo, en caso de necesidad, la protección de la cabeza ayuda a conservar mucho mejor la temperatura de todo el cuerpo haciendo realidad aquel contraintuitivo dicho de “si tienes frío en los pies ponte un gorro en la cabeza”. Las extremidades son la primera zona que el cerebro decide dejar de calentar en caso de no poder mantener la temperatura en órganos vitales. Con el gorro puesto notarás mejor confort térmico en todo el cuerpo.
Llévalo incluso en verano si es que vas a hacer alta montaña, ya que la temperatura puede desplomarse en un breve periodo de tiempo. Echa un vistazo al artículo sobre la importancia de gorro, guantes y calcetines y cómo elegirlos bien cuando llega el frío.
Tenemos en la cabeza que la montaña es un lugar de silencio y paz, pero a veces no es ni lo uno ni lo otro. Un vendaval de aire, una lluvia intensa o un curso tumultuoso de agua nos demuestran lo fatuo que puede ser intentar comunicarte con quien tienes a poca distancia. En ocasiones la acústica del lugar tampoco favorece la comunicación y eso lo sabe quien escala y apenas se puede oír con su compañero o compañera de cordada que se encuentra a 50 metros. Y por supuesto cuando la distancia es grande, la dificultad de comunicación aún es mayor.
También se puede dar el caso de que en situaciones de rescate con baja visibilidad por lluvia, nieve o niebla no seamos vistos y necesitemos ser oídos. Si el equipo de rescate llega en medios motorizados el sonido de los vehículos ahogará nuestros gritos. Y todo ello sin contar con que la afonía no haga acto de presencia si hemos forzado la voz más allá de lo asumible por nuestras cuerdas vocales.
Un silbato proporciona el volumen necesario para ser oído en condiciones de acústica complicada como las anteriormente descritas. Elige un modelo que ofrezca un sonido audible sin esfuerzo y evita modelos muy pequeños o con un sonido muy agudo que pueda confundirse con el silbido del viento.
Al igual que hemos explicado con el silbato, una linterna nos permitirá ser detectados en situaciones de baja luminosidad y además extiende a las 24 horas del día la posibilidad de realizar actividad, algo importante en los días cortos de invierno o cuando en verano esperamos a última hora de la tarde para escapar en la medida de lo posible de los sofocos del calor.
En caso de apuro nos permite continuar la marcha cuando la noche se nos ha echado encima e indicar nuestra ubicación en la oscuridad a los grupos de rescate. También permite dar aviso a grandes distancias mediante señales lumínicas mediante SOS (tres destellos cortos, tres largos, tres cortos) para indicar la necesidad de ayuda sin otro sistema de comunicación.
Normalmente, pero no siempre, el flujo lumínico de una linterna estará íntimamente emparentado con su tamaño. De todos modos, en los últimos años estamos observando auténticas virguerías con frontales de una gran iluminación con un tamaño y un peso ridículamente pequeños.
¿Y por qué frontal y no linterna de mano? Por la capacidad que nos da de liberar las manos y poder realizar otras actividades como leer mapas, rellenar agua o caminar con bastones. Siempre que puedas, prioriza una linterna frontal respecto a una clásica linterna de mano. Te dejamos aquí el artículo sobre linternas frontales para que sepas elegir el que más te conviene.
Quedarnos sin agua por mala previsión o por una cantimplora mal cerrada es un problema, nadie lo duda. En cualquier situación debería preocuparnos no poder beber, pero en momentos de esfuerzo físico extremo o con mucho calor la tesitura se vuelve apremiante. Ya hemos explicado la importancia de preparar una actividad previendo cubrir necesidades básicas en caso emergencia como dormir (refugios o abrigos) o beber (fuentes), pero no siempre es sencillo encontrar manantiales que garanticen la salubridad del agua.
La solución sería poder beber con garantías el agua de los cursos de agua o incluso de charcos o lagos e ibones. Desgraciadamente sabemos que lo habitual es encontrar bacterias dañinas para nuestra salud en esos entornos y se hace necesario realizar algún tipo de tratamiento antes de consumir ese agua.
Tanto los tratamientos químicos de las pastillas de cloro o similar como los tratamientos físicos de los filtros son la solución para potabilizar el agua, cada cual con su momento y situación recomendada de uso. Te recomendamos el artículo sobre sistemas de potabilización para que aprendas cómo usarlos y cuál puede ser recomendable para el tipo de actividad que suelas realizar.
¿Para qué voy a llevar geles energéticos si tengo más que suficiente con mi bocata de tortilla? No te falta razón, pero el bocata se te puede caer al suelo y llenar de tierra, dejarlo descuidado y que se cubra de hormigas o mojarse y no resultar nada apetecible. Además, en comparación con los modernos geles energéticos, pesa y ocupa bastante en tu mochila y tanto la digestión como el momento en el que notas que te vuelven las fuerzas no son especialmente rápidos.
Un gel energético es un pequeño milagro en la recuperación de la fuerza perdida. En momentos de agotamiento bastan unos instantes para volver a sentirse en forma y, aunque no es recomendable abusar de ellos, la seguridad que ofrecen para terminar una actividad cuando nos hemos agotado es algo que no deberíamos desdeñar.
El formato en dosis individuales suele garantizar la cantidad necesaria de energía para continuar con nuestra ruta o escalada por un buen rato y permite transportarla sin problemas de espacio ni peso.
Una mochila que se raja, un ajuste que se parte o un cordón de la zapatilla o de la bota que se nos rompe nos puede dejar en una situación muy precaria y comprometida si no tenemos con qué reparar o sustituir la pieza necesaria. Un cordino fino de 3 o 4 milímetros suele ser más que suficiente para arreglar el desaguisado en el que nos hemos encontrado. Con un par de metros suele ser suficiente y la solución que te ofrece a un problema es de lo más práctica.
También se le pueden dar otras utilidades prácticas como colgar ropa húmeda de la mochila para que se vaya secando o reforzar de alguna manera una bolsa o un embalaje para evitar que se abra o reducir su espacio.
Brújula y mapa son unos básicos indispensables. Observamos con tristeza y preocupación que mucha gente ha decidido prescindir de ellos en favor del GPS, tanto en aparato específico como en el que va integrado en los modernos relojes deportivos, pero no nos parece una buena idea por un motivo: Los dispositivos electrónicos pueden fallar por múltiples razones como agotamiento de la batería, rotura, avería o pérdida y en ese caso podemos encontrarnos en una situación crítica si lo hemos fiado todo a la orientación de un aparato que no funciona.
La brújula y el mapa son la garantía de saber volver a sitio seguro en prácticamente cualquier situación. Es importante, no obstante, saber manejarlos con destreza, algo que no se aprende sobre la marcha sino con aprendizaje y práctica frecuente, por lo tanto no te recomendamos esperar a necesitarlo para adquirir los conocimientos necesarios. Te dejamos aquí el enlace al artículo sobre orientación con mapa y brújula para que sepas lo necesario para utilizarlos.
Tienda web: www.barrabes.com
Tiendas Barrabes: Barcelona, Benasque, Jaca, Madrid O'Donnell, Madrid Ribera de Curtidores, Zaragoza.
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