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Escalada británica en estado puro: dura, comprometida, sin seguros fijos...y de alto grado.
Hoy es el aniversario de la escalada de Reinhold Messner en el Lhotse, con la que se convirtió en la primera persona en alcanzar la cumbre de los 14 ochomiles.
El 16 de octubre de 1986, Reinhold Messner alcanzaba la cumbre del Lhotse, y de esa forma se convertía en la primera persona en hollar la cumbre de los 14 ochomiles del planeta.
Una historia que comenzaba 16 años antes, en el Nanga Parbat, con una dolorosa expedición en la que perdió la vida su hermano Günther Messner, y en la que él sobrevivió a duras penas. Era el comienzo de una nueva manera de entender el himalayismo: principios del estilo alpino, nuevas rutas, encadenamiento de cima. Un estilo muy lejano al pesado que se estilaba en ese momento (y que, llevado al paroxismo, se emplea ahora con las expediciones comerciales por las rutas normales).
Messner comenzó a escalar en los Dolomitas, en donde realizó más de 500 ascensiones entre 1950 y 1964. No fue hasta 1970 que alcanzó la cumbre de su primer ochomil. Junto a su hermano Günther escala el Nanga Parbat por la vertiente de Rupal, descendiendo por la de Diamir, en la que fue la primera travesía que se había realizado nunca. Desgraciadamente, una avalancha acabó con la vida de su hermano, mientras que a él tuvieron que amputarle 7 dedos de los pies.
Un comienzo traumático que no le amilanó. En 1972 consiguió en solitario la cumbre del Manaslu. Era la 3º vez que se hollaba esa cumbre. Sus compañeros de la expedición austriaca no pudieron llegar con él, y de nuevo en el descenso llegó el drama, cuando Franz Jäger y Andreas Schlick desaparecían en la tormenta.
Por su cabeza rondaba que el himalayismo, tal y como se entendía en ese momento, no era su forma de entender la montaña. Buscaba un estilo muy lejano al pesado que se estilaba en ese momento. Las dos expediciones anteriores le habían dejado un regusto amargo por lo complejo y enorme de la logística. En su fuero interno pensaba que tenía que haber otra forma de encarar aquellas grandes montañas.
Así que, en 1975, decidió, junto a Peter Habeler, dar el gran paso. Y lo consiguieron: cima del Gasherbrum I por nueva vía, sin empleo de oxígeno suplementario, sin ayuda de porteadores, y sin instalación previa de cuerdas fijas.
Una verdadera revolución para la época que se completaba, en 1978, con algo que hasta ese momento se pensaba que estaba fuera de los límites humanos: alcanzar la cumbre del monte Everest sin O2.
No fue una expedición completamente ligera, en cuanto el trayecto hasta el collado sur estaba equipado con la logística de una expedición alemana, pero desde allí hasta cumbre Habeler y él subieron solos, sin cuerdas fijas, y paso a paso llegaron a los 8.848m de altitud sin emplear oxígeno suplementario. Una hazaña inimaginable que conmocionó al alpinismo y que, a fecha de hoy, sigue considerándose como una de las más importantes de la historia.
Su búsqueda de un alpinismo puro, de sus límites, lo llevó a dar otro paso ese mismo año. Afrontó la escalada del Nanga Parbat en alpino...y solo, convirtiéndose en la primera persona en subir un ochomil en solitario. Dos años después, en 1980, repitió este estilo en el Everest: solo, sin oxígeno, y por nueva vía.
Siguieron el Shishapangma, K2, Kanchenjunga, Broad Peak... Siempre buscando superar límites: también consiguió encadenar dos ochomiles por primera vez: ascendió el Gasherbrum I y II consecutivamente, sin descender al campo base y sin descansar. Siguió la primera escalada a la cara noroeste del Annapurna, junto a Hans Kammerlander, la cresta noreste del Dhaulagiri hasta que, finalmente, tal día como hoy hace 37 años, también junto a Kammerlander, se convertía en la primera persona en alcanzar los 14 ochomiles.
Reto conseguido, además, de una forma pionera: primero en estilo alpino, primero sin O2, primero en solitario, primero en encadenar 2 ochomiles, apertura de vías…
A sus 79 años, es tiempo de recordar sus palabras al terminar el proyecto: "Soy una persona normal con una vida normal. Mis escaladas han sido siempre un modo de ponerme a prueba, siempre voy donde hay riesgo y esfuerzo, para poder probar mis habilidades. Cada pequeño progreso es el sueño que persigo, y es ese sueño lo que me mantiene vivo”.
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