Alberto Zeraín, en solitario, en alpino y sin oxígeno al corredor Hornbein del Everest

Una actividad nunca intentada antes. El vasco va a intentar ascender en solitario y en alpino el corredor Hornbein. Sin campos de altura, sin cuerda fija, sin oxígeno, sin sherpas, sin compañeros. “Si una persona quiere seguir un estilo puro en el que la sensación de la escalada esté en una perfecta sintonía, es decir, ir de tú a tú con la montaña (...), deberá elegir una ruta que se salga de las habituales”

Alberto Zeraín se ha acostumbrado a estar solo los días de cima. Solo subió al K2, y solo y de noche consiguió la cumbre del Kangchenjunga. Así que ha decidido “institucionalizar” su forma de ascenso. Pero no eligiendo una vía cualquiera, sino la más dura y directa de la norte del Everest: el corredor Hornbeirn.

“Han pasado 56 años desde aquel hito histórico de 1953 y el Everest sigue albergando en su mundo de roca y hielo el magnetismo necesario para que los alpinistas sigan persiguiendo sus sueños más fascinantes. Las motivaciones que mueven al hombre para caer al embrujo de esta montaña son bien dispares. Desde quien lo elige por escapar de la rutina, el que busca la cima como si de un trofeo se tratara, el que piensa que la cumbre puede ser una compra más en un mundo ávido de consumo, el que escoge el Everest por ser para él el límite de lo escalable o el que quiere realizar una ascensión innovadora en la que cuenta más el estilo y la estrategia que la misma cima.

Por desgracia, lo que más ha proliferado tanto en las expediciones al Everest como al resto de montañas de ochomil metros son las expediciones que quieren todo rápido y con el mínimo esfuerzo para lo que el apoyo en los medios artificiales, como el oxígeno y las cuerdas fijas, y humanos, como los sherpas, resulta imprescindible.

Hoy en día el Everest ha sido ascendido por 18 rutas diferentes, algunas de ellas de gran dificultad, compromiso y belleza. Ahora bien, el 95% de las ascensiones han sido realizadas por las rutas clásicas de las dos vertientes, tibetana y nepalí. Lo que nos viene a decir que a pesar de haber transcurrido muchos años desde que el primer hombre pisó la cumbre del Everest, resulta difícil volver a tener la mentalidad de aquellos pioneros que buscaban la aventura de lo desconocido. Para volver a salir de esa rutina en la que la mayoría de los ochomilistas afrontan sus objetivos es necesario una audacia especial, un fuerte compromiso, cierto inconformismo y un equilibrio de fuerzas que aúnen todos los valores que permitan dar ese paso innovador. Además, cuando la vida está en juego como ocurre en el caso de la montaña, se debe hacer hincapié en tratar de discernir dónde está el límite entre la cordura y la temeridad, por lo que el alpinista deberá no dejarse llevar por emociones que no tienen que ver con lo que persigue.


El estilo personal

Hoy en día sigue primando en un elevado porcentaje las expediciones planteadas con un estilo que no dista mucho del utilizado por los pioneros que se lanzaron al descubrimiento de las grandes montañas. Lo cual quiere decir que las motivaciones de un gran número de personas que practican la alta montaña y los ochomiles en general, se basa en seguir una línea conservadora en la que se prima más los resultados de llegar al objetivo que la vivencia de ascender uno mismo siendo autosuficiente. Toda esta masificación de expediciones que está dándose cita en las laderas de los ochomiles intentando la cima por las rutas clásicas anula por lo general cualquier idea diferente que se tenga.

Mientras se asciende por estas rutas la cuerda fija es ya un elemento que parece parte de la montaña y quita la esencia de la escalada. Otra cosa es que sea uno mismo el que prepare la ruta con la cuerda en los pasajes más cruciales, como así hacían nuestros predecesores. Hoy no hay alternativa y en la mayoría de los que suben no importa el cómo sino la cima a cualquier precio.


Por eso mismo si una persona quiere seguir un estilo puro en el que la sensación de la escalada esté en una perfecta sintonía, es decir, ir de tú a tú con la montaña renunciando a las cuerdas fijas o en todo caso colocándolas uno mismo en los pasajes que se considere, sin utilizar oxígeno ni sherpas y arrastrando uno mismo lo que en la ascensión sea necesario, deberá elegir una ruta que se salga de las habituales.

Y esto es precisamente lo que busca Alberto Zerain en la ascensión al Everest por la cara noroeste del corredor Hornbein: ascender en solitario la ruta solventando él mismo todos los obstáculos que pueda encontrarse en los más de 3000 metros de pared. “


El corredor Horbeirn

En 1963 una expedición americana intentó trazar un nuevo itinerario a través de la arista oeste pero en un momento dado se vieron forzados a pasar a la cara norte cuando estaban en la parte alta de la montaña. Tom Hornbein y Willi Unsoeld siguieron un canal de nieve muy pronunciado que desde entonces se conoce como el corredor Hornbein.

En 1980, una expedición japonesa trazó una línea directa sobre la pared norte y el Hornbein hasta la misma cumbre. El estilo pesado planteado permitió a los japoneses emplearse a fondo en la montaña. Dos grupos de 12 personas cada uno fijaron una ruta con cuerdas fijas desde abajo hasta casi la misma cumbre. La estrategia dio resultado y consiguieron llegar a la cima Tsunco Shiguehiro y Takashi Ozaki utilizando además de oxígeno artificial, la ayuda de muchos sherpas. Fue una hazaña, sin duda, a pesar de toda la infraestructura con la que contaron. Dejó evidente que el trabajo en equipo bien distribuido te lleva a conseguir las metas en cualquier apartado de la vida. Sin embargo, como estilo para afrontar un objetivo en un medio natural no era el más apropiado por chocar con las reglas básicas que amparan la buena conservación de las montañas.

En 1986 el suizo Erhart Loretan y el francés Jean Troillet ascendieron la ruta japonesa de la cara noroeste en tan sólo 40 horas, incluyendo el descenso a estilo "esculenbagem", sin la ayuda de oxígeno, sherpas ni cuerdas fijas. Estamos hablando ya de un estilo y un compromiso que llevados a cabo con elocuencia y determinación obtienen resultados dignos de admirar y que dan un paso más en el descubrimiento de nuevas metas que antes parecían irrealizables.

La última ascensión por esta ruta se llevó a cabo en 1991 (aunque también en estilo pesado), por lo que han transcurrido casi 20 años y no se ha vuelto a repetir ninguna ascensión a pesar de haber habido más intentos, en 2006 y 2009, por parte del BAT Basque Team, y otro este mismo año por parte de Gerlinde Kalterbrunner y Ralf Djumovits (los 3 en estilo alpino)


Alberto Zerain presentando su expedición

Deja tu comentario

Sé el primero en comentar este artículo.