Bhagirathi III. Crónica de la expedición. Stairway to Heaven

El pasado mes de septiembre, Mikel Sáez de Urabain, José María Andrés de la Torre, Alex Kammerlander y Rubén Pérez consiguieron alcanzar los 6.454m de la cima del Bhagirathi III, tras 7 días en pared en estilo cápsula.

Un grupo de veteranos y experimentados escaladores, formado por el guipuzcoano Mikel Sáez de Urabain (55 años), el madrileño José María Andrés de La Torre (52 años), el tinerfeño Alex Kammerlander (49 años) y el riojano Rubén Pérez Blázquez (44 años), consiguieron el pasado mes de septiembre hacer cima en los 6.454m del Bhagirathi III, en el Himalaya hindú.

Bhagirathi III. Foto: Expedición Bhagirathi IIBhagirathi III. Foto: Expedición Bhagirathi II

Lo hacían a través de una combinación entre la vía Starway to Heaven, de 2004, y la escocesa de Bob Barton y Alan Fyffe, de 1982, ruta inacabada que pretendían ser los primeros en culminar. Escalaron en estilo cápsula, y en el viaje también les acompañó el alpinista burgalés Ángel Ruiz, de 57 años, que les echó una mano con los porteos.

La expedición supuso la culminación de un sueño, y la demostración de que las ilusiones no envejecen.

Aquí está la crónica completa, escrita por Mikel Sáez de Urabain

Croquis de la escalada. Foto: Expedicion Bhagirathi IIICroquis de la escalada. Foto: Expedicion Bhagirathi III

EL BHAGIRATHI III. STAIRWAY TO HEAVEN

Qué menos podía hacer, tenía una deuda. Del mismo modo que en estos últimos largos años me han sido fieles, también esta vez han podido salvarme los dedos de la mordedura implacable del frío.

Muy tocadas llegaron mis viejas botas de monte de la odisea del Bhagirathi 3, agónicas, con heridas mortales cerradas con cinta americana plateada. Cuando pude bajar de la lejana cumbre al campamento superior me descalcé las botas de mis castigados pies y las coloqué sobre un gran bloque de piedra, sobresalían orgullosas como dos dioses bajo las indomables paredes del circo de los Bhagirathi. Dije unas palabras que Ino grabó con su cámara de vídeo, sinceras palabras de agradecimiento, fue un adiós.

Mikel Sáez de Urabain, 40 años de alpinismo por el mundo. Foto: Expedición Bhagirathi IIIMikel Sáez de Urabain, 40 años de alpinismo por el mundo. Foto: Expedición Bhagirathi III

En Gangotri, en cambio, no hubo palabras elocuentes cuando regalé a los porteadores mis raídas chaquetas de montaña, fueron un montón de sonrisas llenas de gratitud, esperanza de vida útil.

Vengo vacío de esta incomparable montaña, he dejado en ella todo lo que tengo y tenía; esa era mi intención.

El alpinismo, y la gente que acude a las expediciones, ha cambiado mucho en los últimos años, al menos así lo dice Rajesh Negi, jefe de la agencia Himalaya Hikes. Este hindú lleva 40 años en el negocio de las expediciones de alta montaña y ha trabajado con muchos montañeros famosos. Así que cuando nuestro veterano equipo salió por la puerta del aeropuerto de Delhi aquella calurosa noche de agosto, esto no hizo más que confirmar las teorías de Rajesh, los montañeros están cambiando. La edad media de nuestro grupo de cinco era de 52 años, y eso gracias a Ino, que con su “juventud”, bajaba un poco la cifra.

Al margen de la excusa de la edad, este grupo de veteranos montañeros estaba muy ilusionado en un brillante proyecto, capaz de hacerles revivir sensaciones olvidadas.

La barrera rocosa de la cara oeste del Bhagirathi 3 llamó nuestra atención no sólo por su atractivo, sino porque también incluía un reto alpinístico aun sin resolver, la ascension integral del pilar suroeste, finalizar la ruta alemana “Stairway to heaven” de 2004.

Esta dura via pretende seguir en todo momento el marcado borde sudoeste del Bhagirathi 3, procurando distanciarse de la vecina vía escocesa. El uso de parabolts para escalar compactas placas de granito, siempre buscando la dificultad, es, sobre todo, lo que más aleja a estas dos cercanas vías en la primera parte del largo muro.

Mikel, 1º largo de Stairway to Heaven. Foto: Expedicion Bhagirathi IIIMikel, 1º largo de Stairway to Heaven. Foto: Expedicion Bhagirathi III

En la segunda parte, cuando la pared es más vertical, la diferencia es mayor; Stairway to heaven va en busca de la belleza del pilar, de la roca maciza y erguida, quiere encontrar dificultad. La vía escocesa, en cambio, discurre por un muro más ancho, de grietas pronunciadas, evidentes de escalar, muchos pasajes están cubiertos por un permanente hielo.

Mikel en la vía escocesa. Foto: Expedición Bhagirati IIIMikel en la vía escocesa. Foto: Expedición Bhagirati III

Los alemanes no pudieron culminar su proyecto, se quedaron a tres largos del final. Que yo sepa solamente ha habido otro intento de escalar esta atractiva columna, un grupo de eslovenos que no tuvieron suerte. Nosotros éramos los terceros en aspirar a finalizar este ambicioso proyecto.

Dicho esto, el por qué nos embarcamos en este berenjenal, me centraré en los detalles de la expedición, que será interesante para muchos, pero sobre todo útil para unos pocos. Está escrito como diario, como el diario de navegación de una grande y pesada Nao que atraviesa océanos de roca y hielo, porque creo que es la mejor manera de conocer y comprender lo ocurrido.

Comienza la expedición

Llegamos a Delhi el 29 de agosto. La elección de la temporada posterior al Monzón fue fruto de nuestras agendas, temas de trabajo, más que por un intento de encontrar mejores condiciones para escalar. Debo decir que Rajesh nos recomendaba estas fechas, porque según él, el tiempo es más estable y seco.

El equipo, en Delhi. Foto: Expedicion Bhagirathi IIIEl equipo, en Delhi. Foto: Expedicion Bhagirathi III

No perdimos mucho tiempo en Delhi, la visita forzada al IMF; aquí conoceremos a nuestra L.O, Caillou. Y cómo no, un par de vibrantes viajes a ver templos, a través de un denso y ruidoso tráfico, a bordo de coloridos rickshaws.

Al día siguiente, 30 de agosto, partimos para Uttarkashi en un pequeño autobús lleno de mochilas y petates. Es un largo viaje de doce horas a través de estrechas carreteras llenas de baches y curvas, sobre todo cuando la ruta abandona la interminable llanura de Delhi y se adentra en las agrestes montañas del Himalaya. Uttarkashi como pueblo no es atractivo, al menos desde la perspectiva de un viajero occidental, aunque el motor económico de la región sea el turismo, queda mucho por hacer. El hotel donde dormimos está a las afueras de la capital de Uttarakand, lejos del ruido.

Llegamos a Gangotri el 31 de agosto después de siete horas de viaje: Gangotri es un templo dedicado a la diosa Ganga, conocida por los occidentales como el río Ganges. Como es habitual en estos casos, detrás de todo esto siempre hay una leyenda. Dice ésta que la diosa Ganga se convirtió en un río para expirar los pecados cometidos por su padre, el rey Bhagirath. Para compensar su desgracia, lord Shiva, dios destructor para los hindúes, permitió a Ganga vivir alrededor de este lugar.

Gangrotri es un lugar de peregrinación, todo creyente de la religión hindú quiere visitar Gomukh, el lugar donde nace el Ganges bajo el glaciar Gangotri. Dentro de este turismo religioso, Gangotri está repleto de fervientes peregrinos, hoteles y tiendas de fetiches. No es grande; no es más que una calle larga y estrecha, con un hermoso templo al final del pueblo. Desde este pintoresco pueblo, remontando el valle, se llega a las impresionantes montañas esparcidas a ambos lados del largo glaciar Gangotri.

Gajju, nuestro oficial de enlace, en el nacimiento del río Ganges. Foto: Expedición Bhagirathi IIIGajju, nuestro oficial de enlace, en el nacimiento del río Ganges. Foto: Expedición Bhagirathi III

Nosotros así lo hicimos el 1 de septiembre junto a 25 porteadores nepalíes; en la India, o, al menos en el valle de Gangotri, la mayoría de los porteadores son nepalíes, dicen que aquí ganan mejores sueldos. El camino al campamento base "Nandanvan" bajo el monte Bhagirathi es cómodo, siquiera hasta Gomukh, al pie del glaciar del Gangotri, porque a partir de ese curioso punto, y de repente, entras en la alta montaña. Son necesarios dos días para recorrer este largo camino.

La primera etapa de Gangotri - Bhojbasa es un camino recto de seis horas, muy cómodo, construido para atraer una multitud de peregrinos. Lo que debía ser un cómodo paseo, se convirtió casi en un drama para nosotros; topamos con un puente destrozado por las lluvias monzónicas, y de nuevo fuimos testigos de la fuerza y el coraje de los porteadores, que, arriesgando mucho, consiguieron cruzar esas frías y bravas aguas, en algunos casos, con cargas superiores a 40 kilos.

Cruzando el río. Foto: Expedicion Bhagirathi IIICruzando el río. Foto: Expedicion Bhagirathi III

En Bhojbasa, a 3800 metros, hay varios edificios; un templo que hace tiempo perdió su esplendor, un par de hoteles cutre, algún centro de yoga con pocos clientes y zonas de acampada. Si algo destaca en este curioso lugar es el cable de acero que cruza el río Bhagirathi. Pende de este oxidado cable un carro que es movido por la fuerza humana; las personas que están en la otra orilla del furioso rio tiran de una cuerda gruesa. La velocidad a la que se mueve el carro varía según las ganas de trabajar de las personas que están en la orilla de enfrente. He sido testigo, y más de una vez, de carros que no han pasado de la mitad del río.

Nosotros cruzamos el rio Bhagirathi el 2 de septiembre, y tardamos más de dos horas en dejar todo el cargamento en la otra orilla. Hay una espectacular vista de los montes Bhagirathi desde la zona de Bhojbasa, y no perderemos esta grandiosa panorámica en toda esta segunda jornada. El camino es llano al principio, un sendero que discurre entre la arena y bloques de piedras, muy parecido a un desierto en algunos puntos. El paisaje cambia en Gomukh, donde el sagrado río Bhagirathi brota de las entrañas del glaciar Gangotri, aquí tendremos que atravesar la morrena glaciar para poder llegar al campo base de Nandanvan. Esta etapa nos llevara unas siete horas.

Meru y Thalay Sagar. Foto: Expedición Bhagirathi IIIMeru y Thalay Sagar. Foto: Expedición Bhagirathi III

Decir que Nandanvan, 4300 metros, es un lugar idílico sería quedarse corto en adjetivos, intimidante lo definiría también adecuadamente, tanta grandeza te amedrenta. Sobre ti, al otro lado del ancho glaciar, siempre al acecho, se alza la imponente cima del monte Shivling. Detrás de esa impresionante torre de roca y hielo están los espectaculares muros de granito rojo de los Meru. El Thalay Sagar no se deja ver desde Nandanvan, hay que ganar algo de altura para divisar su temida cumbre, se siente su presencia.

Shivling 6543m. Foto: Expedicion Bhagirathi IIIShivling 6543m. Foto: Expedicion Bhagirathi III

Si miramos hacia adelante del glaciar Gangotri, la nieve blanca del monte Khedar-dome siempre aparece frente a nosotros. Se nos presenta como una agradable montaña de suaves lomas heladas, muy diferente a sus escarpadas vecinas.

Nuestra montaña, el Bhagirathi 3, nos mira tímidamente, esta escondida tras una colina y solamente podemos ver su afilado vértice cimero. No nos mostrara toda su belleza hasta estar bajo sus pies.

A los pies del Bhagirathi III. Foto: Expedición Bhagirathi IIIA los pies del Bhagirathi III. Foto: Expedición Bhagirathi III

En el campo base

Al anochecer, antes de que las tinieblas hicieran invisibles las inmensas montañas, el campamento base estaba montado; una tienda cocina, una tienda comedor, y dos tiendas para los cinco miembros de la expedición.

Campo base con el Shivling al fondo. Foto: Expedición Bhagirathi IIICampo base con el Shivling al fondo. Foto: Expedición Bhagirathi III

Nuestro cocinero Denish no pierde el tiempo y enseguida nos sorprende con una buena cena. Esta será la tónica en lo que dura la expedición, Denish tratando de agasajarnos en todo momento: Siempre se ha dicho que la persona más importante de una expedición es el cocinero, yo me limito a confirmar esto, un buen cocinero tiene una importancia capital en una expedición.

El 3 de septiembre, al día siguiente de llegar al campamento base, las cosas empezaron a torcerse. El mal de altura hace su presencia, y Álex y yo estamos muy mal, sobre todo el Canario, que al toser derrama esputos de sangre.

Al mismo tiempo, el hermoso campo de Nandanvan va tomando la forma de campamento de expedición; Caillou arregla el pequeño altar situado sobre un ancho bloque y prende un aromático incienso que sube lentamente hacia las cumbres. Después ofrece a los dioses agua y comida. Todos participamos del ritual, aunque sea a través de nuestras cámaras fotográficas, intentando captar lo divino del momento.

En los próximos días las cosas no van a cambiar mucho. En un porteo al campamento superior Alex y yo no vamos a poder participar, estamos débiles, y tenemos que recuperar fuerzas.

El 5 de septiembre Alex despierta muy mal y nervioso, comenta que debe bajar a Gangotri, que a esta altura está empeorando su salud. Ángel bajara con él ayudado por un porteador, y no volverán al campamento base hasta el 13 de septiembre.

Comienza el trabajo

Mientras, el resto continuaremos con las actividades habituales de una expedición. El 6 de septiembre subimos al campamento superior para dormir allí y empezar con el equipamiento de la vía. Conseguimos fijar con cuerdas el canal que conduce a la base del gran muro y subimos gran parte del material.

Todo va bien hasta el 9 de septiembre, que después de trabajar por la mañana porteando material, al mediodía empieza a nevar. Cuando anochece es aún peor; por la noche tuve que salir tres veces de la tienda para quitar la nieve que nos sepultaba.

Al día siguiente, 10 de septiembre, la nieve sigue cayendo copiosamente y no parece que tenga intención de parar, supera el medio metro de espesor en el campamento superior. Sin duda, tenemos que bajar al campamento base y esperar allí con más comodidad a que pase la depresión. Pero tenemos un problema, las botas de montaña están arriba, junto con el material de escalada. Sin pensarlo dos veces, y en una retirada que puede calificarse de épica, peleando con un terreno nevado, que ya de por sí es muy difícil, con los pies completamente helados, dos horas largas más tarde estamos en el campamento base. Aquí también ha nevado de buena gana y el grueso manto blanco ha causado daños en el campamento; el comedor está caído en el suelo y hay una tienda dormitorio con el interior empapado. Enseguida nos ponemos manos a la obra para solucionar la situación.

Nieve en el Bhagirathi III. Foto: Expedición Bhagirathi IIINieve en el Bhagirathi III. Foto: Expedición Bhagirathi III

Pero no todo resulta tan sencillo; mi salud se ve deteriorada tras el desesperado descenso, tengo los pies hinchados como globos. Caillou, extrañado por el caso, comenta que es probable que se deba al frio, me recomienda bañar los pies en agua caliente. Lo hice, pero no mejoraron, los seguía sintiendo pesados y torpes.

Ya casi estábamos a mitad de expedición y no habíamos avanzado mucho en el Bhagirathi, solamente teníamos subido todo el material bajo el gran muro.

El 12 de septiembre Chema e Ino parten hacia arriba para intentar ganar metros a la pared. Establecemos el 15 de septiembre como fecha de reencuentro, y el campamento superior como lugar para ello, siempre pensando en que Alex y Ángel ya estén para entonces en el campamento base. Lamentablemente no puedo acompañar a Ino y Chema, me tengo que quedar abajo, estoy muy preocupado, mis pies no tienen buen aspecto.

Como ya dije, Álex y Ángel regresan al campamento base el 13 de septiembre, vuelven sonrientes, de buen humor y salud.

Alex no oculta sus inquietudes al ver mis pies hinchados, cree que puede ser consecuencia de un edema pulmonar mal tratado. En el hospital de Gangotri le han tratado con Edemox y me aconseja que yo también lo tome, empiezo a tomar dos pirulas al día.

El 14 de septiembre Alex descansa de los dos días de subida al campo base, y mis pies, milagrosamente, han experimentado una mejoría extraordinaria, la inflamación había bajado mucho.

El tiempo seguía estando revuelto, al atardecer las tormentas arreciaban con fuerza, la lluvia caída la noche anterior fue intensa.

El 15 de septiembre, tal y como acordamos con Chema e Ino, Alex y yo subimos al campamento superior. Álex aún no había estado a esa altura, estaba inquieto por ver cómo le respondería el cuerpo. Una espesa niebla nos rodea a mitad del abrupto camino, fragmentos de la fuerte tempestad de la pasada noche, hasta el punto de hacer más penosa la dura y larga pendiente de la morrena superior. El grandioso circo de los Bhagirathi es invisible a nuestros ojos, pero podíamos sentir su presencia, era evidente que teníamos algo enorme sobre nosotros.

Cuando por fin llegamos al campamento, un agudo grito reclama nuestra atención, eran Chema e Ino que bajaban de la parte superior. La pareja, con la intención de ganar algo de altura en la pared, decidió pasar la primera noche en hamacas y así poder comenzar la escalada al día siguiente, la tormenta de nieve les obligó a retroceder.

Alex, de su estancia en Gangotri, trajo consigo la previsión meteorológica para los próximos días. Este parte meteorológico decía que una nueva perturbación turbaría otra vez el clima. Así que tomamos la subida al campamento superior como parte del proceso de aclimatación de Alex, ya que los cuatro optamos por bajar al campamento base hasta que el tiempo mejorase.

El teléfono satélite y la meteo

Llegados a este punto de la historia, y una vez sacado el tema meteorológico, debo contaros algo que fue primordial para el éxito de nuestra expedición: El embrollo que voy a narrar no empieza con nuestra expedición, comienza con otro equipo unos años antes, pero por efecto de una simple pregunta tuvo una consecuencia directa en nosotros. La pregunta era sencilla. ¿Se puede usar el teléfono satélite en la India? Las secuelas fueron menos comprensibles. La inocente pregunta le trajo a Rajesh crudos recuerdos y enseguida empezó a decirnos que ni se nos ocurriera de traer teléfono satelital a la India. Pero este no se fiaba de nosotros.

El caso es que Rajesh, que era el responsable de la mencionada expedición en la India cuando este equipo encendió el teléfono satélite en el campamento base, lo paso muy mal, porque la señal del aparato fue interceptada y el campo base se llenó de furiosos militares. Por suerte todo quedó en un gran susto.

Cuando llegamos a Delhi todo estaba listo, tuvimos que firmar tres documentos los cuales nos comunicaban, y de esa manera nos hacían sabedores, de la prohibición del uso del teléfono satelital en la india, indicando que si incumplíamos el veto era bajo nuestra absoluta responsabilidad. La primera declaración se la firmamos al propio Rajesh, la segunda en el IMF, y la tercera en la oficina del Parque Nacional Gangotri. Pero, aun así, no llego a fiarse completamente de nosotros.

La solución nos vino de casualidad, nos la dio Jazmín, una turista norteamericana que haciendo trekking pasó por nuestro campamento base. Esta mujer de avanzada edad, tendría unos sesenta largos años y viajaba sola, llevaba colgado de la mochila, a la vista de todos, un dispositivo Inreach. Estos aparatos que funcionan a través de satélites Iridium no son teléfonos, funcionan enviando mensajes, y están resultando muy útiles en la montaña, sobre todo en casos de emergencia, pues estos dispositivos, en comparación con los teléfonos móviles habitual, siempre tienen cobertura.

Cuando le preguntamos a Jazmin por su aparato Inreach y le contamos nuestro caso, esta se echó a reír, y encendió el artilugio para consultar la previsión del tiempo en la zona. Nosotros, absolutamente sorprendidos, esperábamos la llegada inmediata de los militares, cosa que afortunadamente no ocurrió.

Se nos hizo larga la espera hasta que el tiempo mejoro ligeramente. Cuando el 17 de septiembre se nos presentó la oportunidad de subir al campamento superior, debo decir que lo primero que hicimos fue encender nuestro Inreach. Rajesh tenía razón en desconfiar de nosotros. A partir de ese momento consultamos con frecuencia el aparato y puedo asegurar que fue la clave de nuestro éxito.

La escalada

En la fecha a la que me refiero, 17 de septiembre, Ino y yo abandonamos el campamento base despidiéndonos de nuestros amigos hindúes hasta el último día de expedición, el 27 o el 28 de septiembre. Íbamos a por todas, las cartas estaban sobre la mesa, el juego es ya ganar o perder. Chema y Alex aguantan un día más en el campo base, se reunirán con nosotros al día siguiente en el campamento superior.

Mikel, 1º largo de Stairway to Heaven. Foto: Expedicion Bhagirathi IIIMikel, 1º largo de Stairway to Heaven. Foto: Expedicion Bhagirathi III

El 18 de septiembre logramos un gran avance, conseguimos subir cuatro largos de la via “Stairway to heaven” del primer muro y lo dejamos equipado de cuerda fija. Ese primer día de contacto con la via alemana pudimos comprobar el alpinismo que buscaban; muros compactos y dificultad. Para ello, no tenían inconveniente en utilizar bolts, buenos espansivos inox de 10 mm. Se nos hizo un día agradable de escalada. Cuando por la tarde bajamos al campamento superior Chema y Alex ya estaban allí, esta será la primera noche de Alex a esa altura, 5200 metros.

Mikel, 1º largo de Stairway to Heaven. Foto: Expedicion Bhagirathi IIIMikel, 1º largo de Stairway to Heaven. Foto: Expedicion Bhagirathi III

El 19 de septiembre es una fecha muy importante en la expedición. Partimos del campamento superior con la intención de meternos de cabeza en la pared, y no descender hasta llegar a la cumbre, o, en su defecto, tener que abandonar por falta de tiempo.

Rubén, en la vía escocesa. Foto: Expedición Bhagirathi IIIRubén, en la vía escocesa. Foto: Expedición Bhagirathi III

Para poder avanzar por la pared en estilo cápsula, desmontamos los primeros ciento cincuenta metros de cuerda fija colocados en la canal de nieve y los llevamos hacia arriba para poder volver a fijarlos en la parte superior. Esta animosa acción de liberar amarres, fue como abandonar tierra firme, para adentrarnos en indómitos mares rocosos.

Bhagirathi III. Foto: Expedición Bhagirathi IIIBhagirathi III. Foto: Expedición Bhagirathi II

Ese día 19 de septiembre fue también muy productivo, Chema y yo conseguimos escalar el segundo muro, una hermosa pared de unos cien metros de perfecto granito, y lo dejamos fijado con cuerdas. Por la noche, la tempestad volvió a sacudirnos, el tiempo seguía inestable, hubo momentos duros e incómodos que no olvidaremos por mucho tiempo; relámpagos, truenos y nieve, un cóctel explosivo.

En el segundo vivac. Foto: Expedición Bhagirathi IIIEn el segundo vivac. Foto: Expedición Bhagirathi III

Problemas con la comida

Ha llegado la hora de contar otra historia: desde que llegamos al campamento superior notábamos la falta de comida. Primero fueron mis galletas las que eché de menos, no aparecían por ninguna parte. Luego Alex empezó a preguntar por sus barritas de proteínas, habían desaparecido misteriosamente. El enigma se aclaró inesperadamente. Una mañana, al llegar al campamento superior, me llamó la atención un movimiento dentro de mi tienda de campaña. Cuando me acerqué una larga masa de pelo salió precipitadamente de la tienda de nailon, tenía cuatro patas y la cola larga, se movía rápidamente. Era una comadreja que había estado durmiendo cómodamente sobre los sacos de dormir y, de paso, se había comido la bolsa de leche de polvo y atiborrado a galletas. No podemos culpar solamente a la comadreja de todos estos hurtos; sabemos que el zorro del Himalaya se desenvuelve perfectamente en este tipo hazañas, y que había estado merodeando por allí; sus huellas quedaron grabadas en la nieve del primer campamento de hamacas. Las chovas también engordaron bien a cuenta nuestra.

José María Andrés, en la vía escocesa. Foto: Expedición Bhagirathi IIIJosé María Andrés, en la vía escocesa. Foto: Expedición Bhagirathi III

Esto, que puede parecer hasta gracioso, puede volverse serio cuando extenuados por la actividad física te falta la comida y el hambre empieza a apretar. Durante los dos últimos días de expedición apenas pudimos comer nada por culpa de los pillajes.

Hacia cima

Tal y como iba contando, el 20 de septiembre amaneció sombrío, todo estaba blanco de nieve y cubierto por una espesa niebla, lo que hacía aún más inhóspito aquel remoto lugar. Salimos perezosamente de la cueva de las hamacas; estos agujeros son incómodos, pero se está calentito.

Petateando. Foto: Expedición Bhagirathi IIIPetateando. Foto: Expedición Bhagirathi III

La tarea para ese húmedo día era pesada, mover el campamento de hamacas. Nuestro plan consistía en trasladar el campamento desde la parte inferior del primer muro, lo que llamamos campamento comadreja, hasta debajo del segundo muro, campamento Avenida.

En total estábamos moviendo seis grandes y pesados petates, teníamos trabajo para todo el día. Fue ardua la labor de deslizar los bultos por las verticales placas de granito, pero gracias a nuestro esfuerzo, a primera hora de la tarde, el campamento Avenida quedo montado.

Discutir con tranquilidad la estrategia de escalada fue fundamental para la buena evolución de la expedición. Colocado el campamento Avenida, surgió una discusión; subir más alto el campamento de hamacas, bajo el gran pilar, o dejarlo tal y como estaba en el campamento Avenida. Los partidarios de esta última opción argumentaban que la tarea de subir petates estaba siendo demasiada pesada y que corríamos el riesgo de agotarnos en el intento. Decidimos que el campamento Avenida fuera el último y que a partir de ahí iríamos equipando la vía de cuerdas fijas.

Mikel en el 3º largo. Foto: Expedición Bhagirati IIIMikel en el 3º largo. Foto: Expedición Bhagirati III

El 21 de septiembre fue un día muy productivo. Después de haber subido por completo el segundo muro y seguir por la afilada arista, logramos escalar en la erguida pared del pilar tres muy buenos largos, dos de escalada mixta y uno más en roca. A estas alturas ya teníamos claro de que si queríamos pisar la cumbre debíamos abandonar el proyecto inicial de escalar la vía alemana.

Mikel, escalada mixta. Foto: Expedición Bhagi IIIMikel, escalada mixta. Foto: Expedición Bhagi III

El 22 de septiembre, sin embargo, no pudimos avanzar mucho por la pared del pilar; después de una larga jornada de escalada solamente logramos escalar largo y medio.

Rubén, escalada mixta. Foto: Expedición Bhagi IIIRubén, escalada mixta. Foto: Expedición Bhagi III

Al día siguiente, 23 de septiembre, dimos otro golpe sobre la mesa y decidimos hacer un ataque a cumbre. Con el frio del alba comenzamos a subir por las cuerdas fijas, y a mediodía ya estamos en el cuello del pilar después de haber escalado los dos últimos largos de este espectacular muro.

Seguimos una gran cornisa a lo largo de tres largos hasta toparnos con un muro erguido y difícil. Para cuando nos dimos cuenta de que habíamos errado un par de buenas horas habían pasado. Rectificamos y conseguimos encontrar el camino adecuado, pero ya era tarde. Una espesa niebla nos cubría cuando decidimos que era mejor retirarse.

Rubén, escalada mixta. Foto: Expedición Bhagirathi IIIRubén, escalada mixta. Foto: Expedición Bhagirathi III

Pasamos el 24 de septiembre descansando, preocupados por nuestra precaria situación. Como he contado, las reservas de comida eran muy bajas, y tuvimos que racionarla para ese día. Tomamos el desayuno y no comimos nada hasta que pudimos tomar una cena ligera por la tarde-noche. Aún teníamos una oportunidad para hollar la cumbre del Bhagirathi y no estábamos dispuestos a dejar pasar esa oportunidad por un poco de hambre, nos había costado mucho llegar hasta allí.

Rubén, en los últimos largos antes de cumbre. Foto: Expedición Bhagirathi IIIRubén, en los últimos largos antes de cumbre. Foto: Expedición Bhagirathi III

El 25 de septiembre es el día D de esta historia montañera, la fecha clave. Por la mañana temprano, serían las dos de la madrugada, empezamos a subir por las cuerdas fijas, Alex fue el primero en colgarse de los jumars. Para cuando rompió el día el canario estaba ya en el cuello del pilar, dispuesto a empezar con el largo en el que habíamos errado en el intento anterior. El frío era terrible, había que tener gran determinación para ponerse los pies de gato y comenzar a escalar. Pasado este largo de roca erguida, nos vino una sección de roca algo menos difícil. Superada esta alcanzamos una vira nevada que conseguimos escalar rápidamente. Ya teníamos a vista la línea divisoria del muro de esquistos, a lo sumo, a dos largos de cuerda. Superados estos dos largos, a última hora de la tarde, serían aproximadamente las cinco, sabed que aquí para las seis y media está oscuro, estábamos bajo la larga rampa de la cumbre.

Últimas deliberaciones

En este punto, al principio de los esquistos, tuvimos un debate que nunca olvidaré: seguir adelante o bajarnos. Sintiéndonos como el capitán de un pequeño barco perdido en el océano, sabedor de que se avecina una gran tormenta, aprieta los dientes mientras prepara su frágil nave para hacer frente al embate. Nosotros también decidimos no renunciar a la cumbre y nos preparamos para afrontar el frío de la noche. El plan era más simple que sencillo, vadear la noche sin dejar de escalar. Este intento de mantener la temperatura del cuerpo es más efectiva si la ascensión es continua, nosotros progresamos a largos de cuerda por lo que se nos helaron hasta los animos. Una negra y fría noche de doce horas, a seis mil metros de altura, no es sólo una larga noche, es una terrible paliza para el cuerpo, que deja secuelas difíciles de recuperar. La parte de los esquistos no es difícil, en buenas condiciones rampas de hielo de unos 60 grados. Este año, en contra, estaba muy seco y tuvimos que escalar los tres primeros largos en “dry”, para después lidiar con hielo duro y frágil. Fue un avance lento, nos dividimos en dos cordadas, y escalamos casi a la par. Durante la interminable noche paramos dos veces a tomar algo caliente. Colgamos el pequeño quemador de la reunión y fundimos hielo para preparar sopa y café, era lo único que nos quedaba de provisiones.

Cumbre

Así, a las 9 de la mañana del 26 de septiembre, conseguimos pisar la cima del Bhagirathi 3. No hubo ninguna reacción de euforia, y eso me sorprendió, después de tanto sufrir y pelear, llegar a la cima fue bastante frío. Hubo lágrimas, abrazos y risas, pero yo mitifique ese momento de otra manera; había muchas carcajadas, y una felicidad desbordada, no fue así. Cuando sacamos la obligada foto de grupo nos dimos cuenta de que ya era hora de bajar.

En la cima del Bhagirathi III. Foto: Expedición Bhagirathi IIIEn la cima del Bhagirathi III. Foto: Expedición Bhagirathi III

Descenso

El descenso de la cima del Bhagirathi era una incógnita para nosotros. La mayor parte de las expediciones que han conseguido llegar a esta bella cumbre, al menos todas las que nosotros conocemos, han descendido hacia la vertiente norte. Nuestro propósito, por el contrario, era otro, descender por el mismo camino que habíamos subido. No fue fácil, pues tuvimos que montar la mayoría de los rapeles. En total hicimos 22 rapeles, la mitad instalaciones hechas por nosotros mismos.

Alex Kammerlander durante el descenso. Foto: Expedición Bhagirathi IIIAlex Kammerlander durante el descenso. Foto: Expedición Bhagirathi III

Llegamos de nuevo al campamento Avenida 46 horas después de haberlo abandonado, eran justo las doce de la noche del dia 27 de septiembre, veníamos cargando con toda la cuerda fija instalada en la pared.

El 28 de septiembre sólo pudimos desayunar un triste café, pero en el ambiente se notaba más euforia que el día anterior, éramos conscientes de la hazaña realizada. Levantamos el campamento y empezamos con la pesada tarea de bajar los petates de la pared. Atamos tres petates en línea, y uno de nosotros bajaba conduciéndolos por las lisas paredes. En las zonas menos verticales no teníamos más remedio que portear los petates a la espalda.

Este extenuante trabajo nos llevó todo el día, llegamos bien entrada la noche al campamento superior.

Dos realidades nos golpearon en el campamento superior; no teníamos nada que comer. Ino, en un ataque de coraje, bajo hasta el campamento base con intención de subirnos comida al día siguiente, y de paso, avisar a Caillou para que envié un par de porteadores que puedan ayudarnos a bajar todo el material. Y la más cruda; Alex, una vez al abrigo de la tienda de nailon, al quitarse las botas y los calcetines, se da cuenta de que tiene los dedos gordos de ambos pies azul y sin sensibilidad. La situación no era fácil, pues éramos muy conscientes de que lo mejor para esos maltrechos pies era el reposo, comenzar con el tratamiento de rehabilitación. Esto no fue posible, ni ese día ni los siguientes, hasta que bajamos a Gangotri, es decir, hasta el 1 de octubre, Alex no tuvo descanso y sus pies lo pagaron caro.

José María Andrés, feliz tras el descenso. Foto: José María AndrésJosé María Andrés, feliz tras el descenso. Foto: José María Andrés

Fin de la expedición

En el momento en que escribo estas líneas, Álex está ingresado en el hospital San Jorge de Huesca. La elección de este hospital no fue fortuita, está trabajando aquí el mejor equipo médico de especialistas en congelaciones de España. Pero eso no le parece importante a su seguro de montaña, Alex está teniendo problemas para que el seguro asuma los gastos del ingreso. Veremos cómo acaba esto.

El equipo, en el campo base, con el Shivling al fondo Foto: Bhagirathi IIIEl equipo, en el campo base, con el Shivling al fondo Foto: Bhagirathi III

Estando ya todos de vuelta a casa, inmersos otra vez en nuestra rutina diaria, toca hacer balance de lo vivido en el Bhagirathi: Valoro muy positivamente la expedición. Nuestra principal tarea era la de volver todos sanos y salvos, y eso se ha cumplido. Alguien puede decir de que están las congelaciones de Alex, por supuesto, pero todos estamos en casa, y eso es lo que importa. Me atrevo a decir que la relación que hemos tenido entre nosotros ha sido perfecta, antes de empezar esta aventura apenas nos conocíamos y hemos vuelto como buenos amigos.

Estoy orgulloso y contento de mi trabajo en esta imponente montaña. Seguro que podríamos haberlo hecho mejor, quizá más rápido, hace veinte años, siendo más jóvenes, hubiéramos planteado una expedición al Bhagirathi 3 de otra manera. Poder pisar la cima, en mi caso a los cincuenta y cinco años, además de un sueño, es un impulso para seguir en el camino de la ilusión.

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