Vídeo: Adam Ondra, Búlder. Tour de Flash en Fontainebleau
En uno de los paraísos del búlder, Adam Ondra intenta escalar todos los 8b a flash posibles en un solo día, y prueba un 9a(+).
Mientras Cecilio se recupera, los coordinadores intentan la inmediata vuelta de los rescatadores. Algunos de ellos nos cuentan las duras condiciones que se encontraron en la cueva.
Cecilio López está a salvo, gracias al esfuerzo coordinado por la Federación Madrileña de Espeleología con la colaboración de las autoridades peruanas, que ha conllevado un enorme trabajo y sacrificio de un gran grupo de voluntarios, y numerosas aportaciones económicas que de forma anónima han realizado un buen número de personas y la comunidad de espeleólogos.
Sin embargo, las consecuencias del rescate siguen muy presentes. El grave quebranto económico sufrido no se ha resuelto, por lo que se sigue pidiendo colaboración. Este quebranto también es de índole personal; es probable que alguno de los espeleosocorristas participantes tengan serios problemas a su vuelta en lo referente a su vida laboral.
Eran plenamente conscientes de ello, pero como ocurre siempre con este colectivo, los miembros de los grupos de rescate acudieron sin dudar a Perú, tratándose además en este caso de un amigo personal de casi todos ellos, con quien han compartido aventuras y exploraciones en numerosos puntos del planeta.
Volvemos a recordar las formas de colaboración posible con la Federación, los voluntarios y la familia de Cecilio López:
Federación Madrileña de Espeleología
ING Direct
C.C. 1465 0100 96 1900147524
Aportaciones desde fuera de España:
IBAN ES38 1465 0100 96 1900147524
Cuenta de PayPal [email protected]
SWIFT/BIC INGDESMM
Todas las aportaciones irán íntegramente destinadas a sufragar los gastos de rescate de Cecilio y al envio de los rescatadores.
La Federación madrileña tiene una página en la que seguir la información: http://rescateintimachay.blogspot.com.es/
Además, hay abierta una recogida de firmas para solicitar al Gobierno de España su colaboración.
Los amigos de Cecilio tienen un blog en el que informan convenientemente de lo recaudado: http://rescateenperu.blogspot.com.es/
Vuelta de los voluntarios
La vuelta de los voluntarios está siendo lenta. Algunos siguen bloqueados en Chapapoyas, de donde partirán en autobús a Lima (28 horas por delante). Otros están ya volando, pero mientras Iberia ha entendido lo especial de la situación y apoyado a los rescatadores, permitiendo el sobrepeso del material y el cambio de billetes sin coste alguno, no ocurre lo mismo con Avianca.
La Federación y la familia anuncian que Cecilio dará una rueda de prensa en Perú, cuando los facultativos consideren que esté en condiciones, y otra en España a la vuelta.
Mientras esperan su retorno, algunos de los miembros del equipo de espeleo-socorro participantes nos envían un pequeño relato de su vivencia en el rescate, que sirve para ilustrar el enorme esfuerzo, preparación y coordinación que requiere una evacuación de estas características, y más en un lugar amazónico en el que el agua y el barro invaden todo.
No es una visión general del rescate, que explicarán los coordinadores, sino más bien un pequeño relato de las condiciones físicas que se han encontrado ellos en la cueva, en la parte que les ha tocado hacer, pero que nos hará valorar a todos el enorme esfuerzo que supone una evacuación espeleológica, en un caso en el que además del aspecto físico y técnico, la participación en el mismo puede suponer, como ellos mismos relatan, problemas personales a su vuelta.
En el rescate de Cecilio López
“Los componentes del Grupo 3, compuesto por 31 especialistas, tras 15 horas de vuelo y 36 de autobús, llegamos al campamento de Intimachay de la mano de dos helicopteros militares que despegaron desde el aeropuerto de Chachapoyas. Aterrizábamos en una helisuperficie habilitada durante los días anteriores, donde ya nos esperaban los compañeros que habían partido días antes. En sus caras se reflejaba el gran cansancio acumulado en las anteriores jornadas de trabajo.
Bajamos del helicóptero y comenzamos el traslado de víveres y material hasta el campamento, ubicado a una cota 200 metros más alta. El salto brusco que dimos hasta los 3.000 metros de altura comenzamos a sufrirlo tras los primeros pasos, con el corazón al galope y los pulmones tratando de asimilar el aire parcialmente parco en oxigeno que respirábamos a bocanadas.
Cuando llegamos, montamos las tiendas y no tardamos en recibir instrucciones para entrar a trabajar en el sector que nos habían asignado. Un croquis a mano alzada hacía de topografía en una cavidad cuyas galerías están recién descubiertas.
Mientras recibíamos las primeras explicaciones, uno de los Equipos de Evacuación se vestía con el material totalmente empapado y cubierto con el barro acumulado de varias jornadas. El saludo fue breve "no da tiempo a que se seque la ropa" nos comentaban resignados. Y sin más tertulia, desaparecieron camino de las profundidades de Intimachay.
Nuestro sector era el último tramo hasta el nuevo ATM (punto caliente con atención médica) donde se había planificado trasladar a nuestro amigo Ceci. Conformábamos ese día el Grupo 5, compuesto por el equipo aragonés miembro del ESA, y dos miembros del grupo Gocta. Con nosotros también venía un enfermero del equipo médico, con la misión de relevar a su compañero.
Salimos con los equipos, secos y limpios todavía. Seria la última vez que disfrutaríamos de este lujo. Comenzamos la aproximación hasta la cavidad, balizada por los equipos anteriores, llegando en unos 40 minutos. Por el camino pasamos por un puesto militar ubicado justo antes de unas fuertes rampas de barro que se habían interpretado en el rescate como una prolongación de la cavidad, ya que habría que instalar también tirolinas.
Llegamos a la boca de entrada. Un rápel de unos 10 metros daba el comienzo de un tortuoso meandro activo (un curso de agua) que se perdía en las oscuridades de la cavidad. Un sinfín de revueltas, resaltes, pequeños pozos, caos de bloques y cascadas nos pusieron en situación, sobretodo por el panorama que se nos avecinaba; el de una evacuación con la camilla siempre horizontal, por indicación médica debida a la posible lesión medular. Sin duda, uno de los peores escenarios posibles.
El curso activo iba sumando afluentes y ganando verticalidad. Nuestro sector comenzaba en la cabecera de un pozo de 10 metros. Allí nos pusimos a trabajar frenéticamente en la instalación de tirolinas de soporte, retenciones y contrapesos, buscando el equilibrio entre lo técnico y lo práctico, siempre teniendo en cuenta la directrices dadas por el médico. Cerca de 40 spits (tacos para instalar las tirolinas y contrapesos) colocamos durante aquella jornada, la primera de todas y que nos puso en situación. Se trataba de un rescate muy complejo y laborioso, y cada especialista iba a ser totalmente necesario.
Y así empezó nuestra participación en este rescate. Otros grupos estuvieron trabajando simultáneamente en cotas más bajas, soportado condiciones más duras y en unas condiciones de fatiga que merecen admiración. Nosotros después de todo llegábamos "frescos" aunque faltos de aclimatación.
El rescate se ha desarrollado bajo las siempre impredecibles condiciones meteorológicas de Perú. La lluvia ha estado presente todos los días, lo que ha endurecido bastante las condiciones de trabajo. El campamento ubicado sobre un promontorio denominado "lugar tranquilo", se encontraba medio seco cuando llegamos, tras un par de jornadas sin lluvia, pero con la llegada de vientos del Este, comenzaron a formarse unas nubes que dejaron precipitaciones persistentes. El campamento, instalado sobre las praderías de la chacra de Don Javier, se convirtió en un lodazal. Moverse hacía cualquier lugar implicaba sortear infinidad de barrizales encharcados. Mantener un calzado seco era toda una aventura.
Al margen de las ya duras condiciones de la cavidad, llena de barro, con un curso activo y baja temperatura por la altitud, la vida en el campamento no era fácil. Pese a estar acostumbrados muchos de nosotros a pasar varios días bajo tierra, sin posibilidad de limpiarnos o cambiarnos, el escenario de barro y agua permanente del campamento se hacía especialmente tedioso. Salir de la cavidad y dormir con barro hasta las orejas no es nada agradable. La ropa limpia se cotizaba al alza.
Ceci, que también forma parte del Grupo de Exploración Gocta, es de las personas más fuertes que conocemos, tanto física como mentalmente. Pero sobretodo es una gran persona. Por eso, amigos y especialistas nos hemos involucrado especialmente en este rescate desde el primer momento. Muchos, dispuestos a sufragar la aventura de nuestro propio bolsillo para no tener que esperar la siempre lenta actuación diplomática y gubernamental, que en estas situaciones nos enerva, desespera y finalmente, defrauda.
Tampoco ha sido fácil abandonar nuestros trabajos. Algunos hemos tenido serios problemas en ese sentido, sin saber a ciencia cierta las consecuencias de una decisión así.
Pero estos días, la sonrisa de nuestro amigo al vernos y no sentirse desamparado, poderle hacer llegar pequeños tesoros en forma de queso manchego y jamón serrano o ver un whatsapp suyo ya en Lima agradeciéndonos nuestro esfuerzo, compensan cualquier cosa.
Es de agradecer a todo el colectivo su respuesta a todos los niveles, no solo por las participación directa en el rescate, sino también por las aportaciones económicas que han permitido que Ceci ya esté a salvo. Lo que tenga que venir después, ya se verá.”
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