Crónica de Ferrán Latorre de lo acontecido durante el rescate de ayer a 8.300m en el Everest

Hoy es día de poner orden a lo que sucedió ayer...las opiniones dadas en caliente no son las definitivas y ha sido necesario hablar esta mañana con los ecuatorianos para extraer las conclusiones justas. Hay que entender que a más de 8000 metros de altura y con las comunicaciones tan difíciles, es fácil que haya una cierta disparidad. Estos son los hechos tal y como los viví yo, y tal y como los vivieron los ecuatorianos, según lo que me han explicado. Ahora no tengo ganas ni fuerzas para juzgar a nadie: la situación no fue nada fácil para ninguno de los que estábamos allá arriba

Día 29. Mientras Retemba y yo preparamos el desayuno en el Campo 2 (7600 m), a las 7am Nacho nos comunica desde el CB Avanzado que el sherpa del ecuatorianos, Dawa, tiene problemas en el Campo 3 (8.300m) y que esperan ayuda. Hoy hemos sabido que nada más salir de la tienda para intentar la cumbre la noche del 28 al 29, Dawa se desmayó y por lo tanto los ecuatorianos abortaron su intento. Pero nosotros sólo recibimos la primera noticia inconcreta, es decir que el sherpa tenía problemas y que esperaban ayuda. Con Retemba llegamos a un acuerdo antes de salir hacia arriba: si al final no era tan grave y los dos ecuatorianos van bajando con el sherpa, mantendremos nuestro plan de llegar al Campo 3 e intentar cima la noche del 29 al 30. Si la situación es más grave, abortaremos el ataque para ayudar a bajar el sherpa. Retemba se avanza porque va con O2 y yo subo más lento.

Las horas van pasando sin más información. Llamo varias veces a Nacho, pero él tampoco recibe ninguna noticia del Campo 3, es decir, mientras voy subiendo la angustia ante la falta de información se va incrementando: estoy solo, a más de 8000 metros, la cabeza no para de pensar y a cada paso que doy intuyo que aquello puede ser el final de todo. Pero también el miedo de encontrarme en una situación difícil se añade al desencanto de ver que aquel magnífico intento de cumbre puede acabar en nada. Una mezcla de sensaciones que dura cuatro horas, el tiempo que invierto en llegar al Campo 3. Unos cuarenta y cinco minutos antes, sin embargo, Retemba me llama. Entiendo que está a 8.200m, con los ecuatorianos y su sherpa, y por lo tanto, interpreto que están bajando todos juntos ya que el Campo 3 está a 8300m. Hablo con el ecuatoriano y me dice que su sherpa está bien y que baja con Retemba. Y me propone que dada la situación, intentemos la cima juntos sin Retemba. Le digo que la idea me atrae, pero que antes quiero encontrarme con ellos y que lo discutamos juntos.

Hablando esta mañana con los ecuatorianos, me doy cuenta que la información es errónea, y que en verdad me estaban llamando desde el mismo Campo 3, y que justo Retemba se disponía a empezar a bajar con el Dawa. Sigo subiendo pues con una idea equivocada de la situación. Los minutos van pasando, supero más y más muros con la idea de que pronto me encontraré a todo el grupo, ya que cuando hablé con ellos, en principio yo me encontraba a unos 8.100m, es decir bastante cerca de ellos. Pero el encuentro no se produce nunca y eso empieza a desesperarme. Intento llamar varias veces a Retemba sin éxito: ¡debe de tener el walkie apagado! Empiezo a acelerar el ritmo ya que intuyo que hay algo que no he entendido bien. Y efectivamente, al cabo de unos cuarenta y cinco minutos llego casi al Campo 3, donde coincido, unos treinta metros por debajo, con Retemba y el sherpa de los ecuatorianos. Son las 11h20 AM. Me doy cuenta pues que la situación es grave. Retemba me dice que ha tardado 45 minutos en bajarlo sólo aquellos treinta metros escasos. Le pregunto dónde están los ecuatorianos y me contesta que en la tienda. Me pregunta si quiero intentar la cumbre. Le contesto que de ninguna manera, que hay que bajar a Dawa como sea, y que había entendido por el walkie que bajaba bien.

Sin más dilación y con los nervios añadidos al cansancio de los 8300m me dispongo a hacer lo que nunca había imaginado que tendría que hacer: clavar mis primeras inyecciones. Me estreno con nervios a 8300 m, cojo las jeringas, las agujas, las dos ampollas de dexametazona de 4 mg. Y sigo las instrucciones que siempre me explicaron: romper la cabeza ampolla, absorber con la jeringa el líquido, unos golpecitos para hacer subir el aire, sacar parte de líquido, y adelante, clavar la aguja en el hombro e inyectar el líquido. Lo repito de nuevo, previa pérdida inepta y nerviosa de una de las agujas. Terminada la operación, la tensión y la angustia vividas durante las cuatro últimas horas, y consciente de que el Everest se ha acabado, explotan con un llanto descontrolado y ahogado con Retemba, abrazados los dos, bajo la presencia poderosa y tan cercana del Everest. Estoy asustado porque no sé cómo bajaremos aquel hombre por aquel terreno tan difícil y largo. Grito hacia la tienda de los ecuatorianos, unos treinta metros más arriba. Les digo que hay que bajar ese hombre como sea. Empezamos a bajar, Retamba y yo, y entonces se produce un milagro inolvidable: Dawa se pone de pie, y empieza a andar lentamente. Nunca antes había visto los efectos de esta medicina en un hombre con edema cerebral -lo que suponemos que tenía-. Pero el caso es que el hombre revive. Retemba y yo, con paciencia y con mucho cuidado, lo vamos ayudando hasta bajarlo, al cabo de unas horas, al CB Avanzado.

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En el campo 2 norte del Everest

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