Entrevista con Carlos Pauner, tras su regreso a casa

El himalayista Carlos Pauner, tras sus graves problemas en el Lothse, ya se encuentra en casa. <B><i>“Quiero</i></b> <b><i>dejar pasar tiempo, porque ha sido bastante traumático. Estamos asumiendo demasiados riesgos, y vamos cayendo poco a poco. Hay que intentar minimizarlos…Esta semana he estado visitando a la familia de Iñaki Ochoa, de Ricardo Valencia, de Pepe Garcés, Santiago... al final falta ya más gente que la que queda. Tomamos demasiados riesgos, y da la impresión de que es cuestión de tiempo el caer. Me estoy replanteando todo.”</i></b>

TODO HA ACABADO:

"Ahora, ya en Zaragoza, las heridas van curando poco a poco. La vida tranquila, la familia, los amigos, son como un bálsamo que va cicatrizando las marcas de la batalla. El dolor del alma, ése, ése es más difícil de reparar. Todos estos días de esfuerzo, de tragedias, de desolación, dejarán una huella perpetua. Me enteré de la muerte de mi amigo Iñaki Ochoa de Olza cuando ya estaba alcanzando el campo base del Lhotse. Me senté en un bloque de piedra e intenté asimilar la noticia. Me quedé sin palabras, sin emociones y si ya estaba vacío de fuerzas, en ese instante, me quedé vacío de alma. No podía ocurrir algo así. Iñaki no podía haberse ido. Él ha sido el referente de todos nosotros, el himalayista con mayúsculas, el hombre que más he visto disfrutar en estas montañas. No era posible que esas propias montañas que él amaba le hubieran arrebatado la vida de una forma tan cruel. Qué vacío tan espectacular has dejado compañero. Qué soledad siento en estos instantes. Qué profundo desánimo contemplar como el Himalaya nos obliga a pagar, a los que quedamos, ese desproporcionado tributo de vuestra pérdida. Hoy, para mí, la luz del Himalaya brilla un poco menos. Esas cumbres son un poco menos atractivas. El dolor que siento me impide contemplar su belleza. No tengo palabras, ni consuelo. No te imaginas como te voy a echar de menos Iñaki. Nada será igual desde este instante.
Carlos Pauner"

ENTREVISTA CON CARLOS PAUNER:

Lo primero de todo, ¿qué tal te encuentras?

Bien, ya he salido del hospital. Me han hecho todas las pruebas, y ha salido todo bien. La congelación no es grave, y los escáneres han salido correctos. Se ven restos de pequeños daños en la retina, que indican que ha habido sufrimiento, pero todo bien. Sí que tengo la garganta mal, y sobre todo un cansancio extremo, me pego el día durmiendo. Pero no tengo ninguna complicación tras el edema cerebral que sufrí.

Cuéntanos lo que ocurrió

La verdad es que ya al llegar a 5.000 metros con el helicóptero notamos que algo no iba bien. Veníamos de hacer cima en un ochomil 6 días antes, el Dhaulagiri, y sin embargo nos notábamos como faltos de aclimatación. No tanto físicamente, sino como si algo no fuera bien por dentro. Así que decidí estar alerta, porque ya hay varios ejemplos en los últimos años de gente que intenta el doblete y tiene problemas de este tipo en el segundo.

En cuanto empecé a subir, iba con la mosca detrás de la oreja. Por eso hice un intento tan rápido, como a un tresmil, para permanecer el menor tiempo posible arriba. Como ya sabes, a los dos días de llegar subí al campo 2, dormí allí, subí al campo 4, y de ahí casi hice cima, a los 5 días de haber aparecido en el campo base.

Tenía la sensación como de no estar aclimatado. Las fuerzas físicas acompañaban, pero yo sentía como si estuviera mil metros más alto de lo que estaba, como si estuviera a 9.000 metros. Como si algo no fuera bien por dentro. Así que, aunque llegué muy alto, y estaba tan solo a 1 hora y media de la cima del Lothse, habiendo pasado ya el corredor y la zona más complicada, decidí darme la vuelta, porque pensé que no era bueno que permaneciera tanto tiempo en altura con esa sensación, y se me hacía muy tarde.

Casi seguro que esta decisión me salvó la vida, porque eso me permitió descender al campo IV con tiempo, y al día siguiente bajar. Si hubiera subido, probablemente no habría podido bajar del campo IV a la mañana siguiente, con lo que los problemas que tuve, los habría tenido en altura y sin ayuda, y no sé si me habría salvado. Dice el doctor que probablemente hubiera muerto esa noche en el campo IV.

Al levantarme comencé el descenso, y al rato, empecé a perder el equilibrio. Me caía en la cuerda, estaba muy mal. Pero tuve la suerte de estar en el Lhotse, y pronto llegué a la zona común con el Everest, de donde bajaba mucha gente. Esto me salvó. Enseguida me ayudaron los Xavis, Willy Benegas, Pasang, Furba, y me trató un médico alemán que me inyectó dexametasona, y me dieron oxígeno. Me entró calor, y empecé a estar mejor. Pero mi obsesión era salir de ahí cuanto antes. Sabía de casos en los que, tras tener un edema, alguien había muerto dos días después en el campo base.

Esa noche dormí en el campo 2, con oxígeno. Al día siguiente, descendiendo como podíamos hacia el base con Javier Pérez, recibí una llamada con la noticia de la muerte de Iñaki. Esto fue la puntilla, me derrumbé física y anímicamente. Llegué destruido al campo base. Sólo quería salir de allí, volver a casa. Un helicóptero nos trasladó a Katmandú, y al día siguiente un avión nos trajo a España.

¿Crees que fue una consecuencia del Dhaula? ¿Quizás influya en los problemas surgidos en los últimos intentos de doblete el descanso en Katmandú? Quien intenta el Broad Peak y el GII es como un intento más a cumbre, no descienden. Pero quien intenta otros, está sufriendo las mismas consecuencias que tú.

Puede ser, pero quizás el problema venga de intentar un ochomil bajo y uno alto. Se han hecho dobletes, pero siempre de dos ochomiles bajos, como el GII y el Broad Peak. Pero hay demasiado desgaste como para después de un ochomil, descansando una semana, intentar subir hasta los 8.500 metros. A esa altura ya superas el “muro”. Ralf y Gerlinde Kaltenbrunner también han intentado el Lhotse tras el Dhaula, y se han quedado a 8.100 metros, no han podido seguir.

IÑAKI OCHOA DE OLZA

Dices que la noticia de Iñaki fue la puntilla…

Sí. Siempre he tenido mucha relación con Iñaki. Fuimos juntos al Kanchenjunga, era la primera expedición a un ochomil para mi, mi primera experiencia en el Himalaya a esa altura. Después, también hicimos juntos la cima del Cho Oyu, y además, los 15 años que viví en Pamplona hicimos tantas cosas juntos: mucho monte, mucho entrenamiento, muchas escaladas, mucho trato...antesdeayer estuve visitando a su familia.

Ha sido un mazazo. Iñaki era de ese tipo de personas que parece que van a estar siempre ahí, porque era un montañero que nunca tuvo problemas en darse la vuelta si la situación se ponía fea, no te imaginabas que al final una cuestión orgánica se lo llevaría. Finalmente tuvimos el mismo problema, pero a mi me salvó el estar en la línea de bajada de una montaña llena de gente, como el Everest, y me atendieron al momento. Él estaba en otra circunstancia.

DHAULAGIRI

En el Dhaulagiri las cosas salieron mejor…

En el Dhaulagiri salió todo bien, debido principalmente a un periodo de 15 días de buen tiempo que yo no conocía en el Himalaya. Limpió toda la montaña, la dejó sin riesgo de aludes. Incluso descubrió la morrena, la dejó con piedras. Además, estábamos equipos muy fuertes (Al Filo, Gerlinde Kaltenbrunner…) y se trabajó mucho.

Esta gran ventana de buen tiempo en el Himalaya quizás sea también la responsable de tantos accidentes ahí arriba. Ha subido mucha gente, y como la ventana seguía, se quedaron arriba, haciendo intentos.

El día de cima fue frío, pero muy bueno. Esto ayudó muchísimo a mi compañera Marta Alejandre. Llegó a cima a las 4 de la tarde, y descendió de noche, llegando al último campo a las 3 de la mañana. Esto en el Himalaya, tras un día de cima, es peligrosísimo. Pero hizo una noche buenísima, yo no he visto una igual ahí arriba. Así que pudieron bajar, no se borró la huella (si se hubiera borrado, habrían tenido que parar), y al final todo se quedó en un susto.

FUTURO

Supongo que ahora, con todo el cansancio y con todo lo que ha sucedido, no pensarás en el futuro…

Quiero dejar pasar tiempo, porque ha sido bastante traumático. Estamos asumiendo demasiados riesgos, y vamos cayendo poco a poco. Hay que intentar minimizarlos.

De entrada, no puede ser estar siempre solo ahí arriba, hay que plantearlo de forma más profesional, con grupos fuertes. Me da igual con los de Al Filo, con los colombianos, con Ralf y Gerlinde, con cualquiera de los grupos que van surgiendo. Pero últimamente siempre estoy solo.

Esta semana he estado visitando a la familia de Iñaki Ochoa, de Ricardo Valencia, de Pepe Garcés. Iñaki, Ricardo, Pepe, Santiago Sagaste... al final falta ya más gente que la que queda. Tomamos demasiados riesgos, y da la impresión de que es cuestión de tiempo el caer. Así que me estoy replanteando todo...


Carlos, en el campo base del Lhotse, con el médico alemán que le trató en altura



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