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Tal día como hoy, en 1975, la japonesa Junko Tabei se convertía en la 1ª mujer en hollar la cumbre la montaña más alta del mundo: monte Everest.
A las 12:30 del día 16 de mayo de 1975, la alpinista japonesa Junko Tabei daba un último paso antes de convertirse en la 1ª mujer en ascender a la cumbre del monte Everest.
Una dura expedición que, en realidad, había comenzado muchos años antes.
Junko nació en 1939 en Miharu, prefectura de Fukushima. Quinta de siete hermanos, era considerada como una niña débil y frágil. Pero eso es algo que nunca la amedrentó, y ya a la edad de 10 años ascendió el volcán Nasu; una escalada que la marcó y decidió el rumbo de su vida.
Sin embargo, las dificultades económicas de su humilde familia no le permitieron disfrutar de su pasión hasta que cursó estudios en la escuela secundaria. Una vez en la Universidad Showa para mujeres fundó el Club de Montaña del centro, pero no consiguió su deseo de unirse a un club externo formado por hombres.
Así que, tras obtener su graduación en Literatura inglesa, y cansada de cómo era tratada por los montañeros varones, que se negaban a escalar con ella, o pensaban que solo quería ir con ellos para encontrar esposo, decidió crear el Joshi-Tohan Club, el Ladies Climbing Club de Japón. Un club cuyo profético lema era tanto una declaración de intenciones como una visión de lo que iba a ocurrir: “Iremos a una expedición al extranjero por nosotras mismas”.
Pronto consiguió salir de Japón, escalando el Matterhorn en los Alpes suizos. Pero fue en 1971 cuando sus colegas masculinos se rindieron a la evidencia de su valía, tras escalar la cara Sur del Annapurna III (7.555m) a través de una nueva vía, formando cordada con Hiroko Hirakawa.
En 1972 ya era considerada como una gran alpinista. Y empezó a ver factible su sueño de escalar el monte Everest.
1975 fue declarado como el Año Internacional de la Mujer. Tabei y su club, en un mundo en el que muchos caminos seguían cerrados para ellas, vieron en este viento favorable un resquicio para sacar adelante sus sueños y proyectos. Apostaron fuerte, y el Ladies Climbing Club presentó una expedición enteramente femenina al techo del mundo.
Ni tan siquiera estaban seguras de que el gobierno nepalés les concediera un permiso. Tuvieron inmensos problemas para conseguir los fondos a través de patrocinadores que, en la mayoría de los casos, les contestaban que debían estar cuidando a su familia, y no en el Himalaya de expedición. Pero dos medios de comunicación, Yomiuri Shimbun y Nippon Television, confiaron en ellas, y de forma bastante precaria, sacaron adelante el proyecto.
La precariedad nombrada llegó al punto de que ellas mismas tuvieron que aportar, cada una, un dinero equivalente al salario medio anual del país nipón. También se vieron obligadas a fabricar sus guantes y bolsas impermeables con fundas de asientos de coche compradas en desgüaces, o a coserse sus sacos de dormir. Tampoco les llegó para mucho oxígeno: solo pudieron comprar para usar por encima de 7.600m, y racionado. Pero sus ilusiones eran fuertes.
Tanto como para decidir seguir adelante cuando, 12 días antes del día de cumbre, una avalancha sepultó su campamento a 6.300m, en el que se encontraba Junko, que sobrevivió gracias a que un sherpa pudo desenterrarla a tiempo, tras 6 minutos de inconsciencia bajo la nieve. O como para seguir, animada por Ang Tshering, cuando en el ataque a cima parecía desfallecer. Una pequeña mujer de 152 centímetros de estatura y menos de 50 kilos de peso que asombraba a quien la prejuzgaba por su fuerza y determinación en la montaña.
Tras un agotador esfuerzo, el 16 de mayo de 1975, a las 12:30am, recordando a hija de 3 años, ondeaba la bandera de Japón desde los 8.848m de la cima del monte Everest. Era la primera mujer en conseguirlo.
Cumplió su sueño, pero nunca perdió sus ilusiones. En 1992 se convirtió en la primera mujer en alcanzar la cima de las 7 cumbres. En 1995, la primera en ser nombrada Leopardo de las Nieves -las 5 montañas de más de 7.000m de la antigua Unión Soviética-.
Mujer concienciada con el planeta, tomó el camino del activismo medioambiental; fue de las primeras en ver el daño que el turismo de montaña y la comercialización de las expediciones infligía a medio natural. Su posgrado en la Universidad de Kyushu lo dedicó a la degradación ambiental que sufría el Everest por la alta presión de los escaladores. Llegó a ser directora del Himalayan Adventure Trust, organización mundial dedicada a preservar los ecosistemas de montaña.
Diagnosticada de cáncer peritoneal en 2012, no abandonó el montañismo hasta casi su fallecimiento, que aconteció el 20 de octubre de 2016 en un hospital de la localidad de Kawagoe.
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