Algo de alpinismo, esquí en invierno, roca en primavera, barrancos y alta montaña en verano...Para ese grueso de la población que no se decide por una sola actividad, o que simplemente disfruta infinitamente haciendo lo que más les apetece en cada momento (siempre en relación con el medio natural), va dirigido este artículo de preparación física desde otro punto de vista: la búsqueda del equilibrio polivalente
Por Pedro Bergua
INTRODUCCIÓN
No escalan deportiva en pleno invierno, al menos habitualmente, ni cruzan el “charco” para tener kilómetros de nieve virgen que esquiar en agosto, vamos, que no son tan fanáticos como podría serlo, en el “buen sentido” de la palabra, alguien que sólo practica una sola de todas las actividades que se pueden llevar a cabo en la montaña.
Y es que la cantidad de vertientes que ofrece el medio natural independientemente de la inclinación del plano en que se desarrolle es tan extensa que, en el caso de muchas personas, es difícil quedarse con sólo una de ellas, o bien no les gusta la monotonía y prefieren ir alternando a lo largo del año, según la estación, la actividad en la que centrarse aprovechando la mejor condición posible.
Para ese grueso de la población que no se decide por una sola actividad, o que simplemente disfruta infinitamente haciendo lo que más les apetece en cada momento (siempre en relación con el medio natural), va dirigido este artículo de preparación física desde otro punto de vista: la búsqueda del equilibrio polivalente.
POLI-VALENCIA
Aunque todos comprendan perfectamente su significado (valer para muchas cosas), no todo el mundo identifica la polivalencia de igual modo en el mundo de la montaña, pues dependerá del “círculo” en que se escuche para que sea interpretada de una u otra forma; así, para un grupo de escaladores de corte principalmente deportivo, alguien polivalente en el mundillo sería, por ejemplo, aquel que es capaz de rendir a un nivel acorde (y normalmente alto) tanto en bulder como en deportiva; sin embargo, en otro círculo más “alpino”, la polivalencia se le atribuiría a alguien que se desenvuelva con solvencia en facetas distintas, que podrían ir desde el artificial hasta el libre comprometido, pasando por un nivel aceptable en deportiva (el bulder en estos casos no se tiene mucho en cuenta…).
Por este motivo y a efectos prácticos de este artículo, se acotará el número de prácticas que se “dominan” y que otorgarían a una persona la condición de “polivalente” a las que a continuación se detallan, teniendo en cuenta en cualquier caso que se tratará siempre de personas no especialistas en ninguna de ellas, al menos a gran nivel; dichas prácticas serían: montañismo (hasta 3000-4000 metros), barranquismo, escalada clásica (como actividad principal), algo de escalada deportiva (muchas veces como “último” recurso…), y esquí de travesía.
PERFIL DEL POLI-VALENTE O… ¿HIPER-ACTIVO DEL MONTE?
La hiperactividad o trastorno de la atención es una patología que afecta a muchas personas que presentan dificultad para centrar su atención durante mucho (o determinado) tiempo en una sola tarea…; tomando este símil en tono de humor, se podría comparar al practicante polivalente (o practicante “abeja” – ahora pico de esto, ahora de aquello…–) con un “hiperactivo del medio natural”, esto es, alguien incapaz de dedicar cuatro días seguidos a la misma actividad pero, más que por la obligación que impongan las condiciones externas, es porque “su cuerpo y su mente” le piden cambio; el practicante polivalente disfruta haciendo tanto una cosa como otra, y su pretensión última (normalmente) no se centra en la consecución de un resultado concreto, sino en la obtención de unas sensaciones que sólo le ofrecen este tipo de prácticas en la naturaleza; a su vez, estas prácticas determinan la mayor parte de su tiempo libre, tanto en su propia realización como en la preparación para las mismas, cuyo objetivo principal es estar a punto para llevarlas a cabo de forma digna, disfrutándolas y no padeciéndolas, más que la obtención de un rendimiento en ellas.
Desde esta perspectiva, el sentido principal para llevar a cabo un programa de preparación física para la práctica de tal amalgama de tareas se justifica desde un punto de vista, ante todo, profiláctico, esto es, que permita alcanzar un estado de rendimiento estable la mayor parte del año para disfrutar de cada actividad, basado en un nivel de condición física que lo permita y que prevenga de cualquier posible lesión.
Quizás el mayor riesgo para este tipo de practicantes radique en sobrecargas creadas no por sobreuso, como ocurre en los que se centran en una sola actividad (también provocadas por descompensaciones debido a un desarrollo poco armónico de todo el sistema), sino agudas, generadas por la falta de un nivel de condición física adecuado que permita asimilar todo el conjunto de tareas, o cada una de ellas, tan dispares de las que se llevan a cabo, pese a enmarcarse todas ellas en el ámbito del medio natural.
Este elemento puede ofrecer alguna pista a la hora de concebir el tipo de preparación que deberían realizar estos practicantes “polivalentes”, en el sentido de la globalidad de la preparación y la heterogeneidad en cuanto a los contenidos a desarrollar. Desde el punto de vista de la planificación, se trata de un planteamiento un tanto complejo, en cuanto a la secuencialización de las cargas de entrenamiento a ejecutar, pues se debería intentar que los efectos de unos trabajos sirviesen para potenciar otros, aunque sea en actividades o para objetivos diferentes.
En este sentido, se desarrollará un modelo de preparación física que incida sobre aquellos factores de rendimiento que se encuentren en la mayoría de actividades de todas cuantas se desarrollan a lo largo de la temporada, de modo que se incida en factores específicos de cada una tan sólo en las épocas previas y durante su ejecución.
FACTORES DE RENDIMIENTO COMUNES
Si se observa detenidamente el tipo de tareas que desarrolla un practicante polivalente, se podrá apreciar que hay elementos o factores que influyen en el rendimiento no sólo de una sino de varias de las disciplinas que se llevan a cabo. En el CUADRO 1 se muestran con detalle cuáles son esas similitudes, en cuanto a las dos cualidades físicas fundamentales (fuerza y resistencia) que inciden en todas las actividades referidas como propias del practicante polivalente, y que serán la base para el desarrollo del modelo de preparación física posterior.
Una vez que se ha profundizado en las peculiaridades de las actividades que suele llevar a cabo lo que se ha denominado como practicante polivalente de los deportes de montaña, se evidencia qué manifestaciones de las cualidades físicas principales (fuerza y resistencia) influyen en el rendimiento de las mismas, lo que establece un poco de orden en el “caos” inicial y permite comenzar a configurar el programa que, desde una preparación básica global, incluirá progresiones hacia trabajos más específicos puntuales enfocados a la mejora de factores de rendimiento concretos de la actividad a la que se le otorgue preferencia durante un período dado de la temporada.
LA PLANIFICACIÓN, ORDEN EN EL CAOS.
El primer aspecto que debe contemplarse en la planificación de cualquier entrenamiento para la actividad deportiva que sea son los objetivos concretos que la determinarán, que deberán ser acordes al nivel, experiencia y grado de dedicación posible al mismo de cada cual a lo largo de la temporada.
En este sentido, y dada la limitación que se impone desde este medio, se tratará un caso que pretende ser lo más real posible para que después, cada cual o su entrenad@r, pueda ajustar según su criterio la carga de cada contenido a las necesidades individuales, que dependerán de muchos factores.
Como ya se comentó en la introducción, la motivación y por tanto los objetivos de quienes practican tantas actividades a lo largo de la temporada, se nutre del mero disfrute que produce poder llevarlas a cabo por distintos motivos diferentes para cada cual (las sensaciones que se obtienen, lo que se aprende de la naturaleza, las experiencias que se comparten, la descarga de adrenalina que suponen, etc.), algo que en principio parece estar “reñido” con la especialización necesaria que requeriría la consecución de metas distintas, quizás más elevadas,…, pero en el caso que se trata, esto no importa.
El primer objetivo que determinará todo el proceso será de tipo profiláctico, seguido por el de encontrarse en plenas facultades para realizar la actividad pretendida en cada momento con relativa solvencia en un plazo de tiempo, y aquí está lo interesante, inferior al que normalmente se conseguía llegar hacia el final de la temporada de práctica propia de cada actividad, esto es, el “problema” de muchos practicantes polivalentes es que para cuando comienzan a sentirse a gusto en cada actividad que practican, se encuentran casi al final del periodo en que se puede llevar a cabo la misma en buenas condiciones. Los motivos de que esto suceda pueden ser múltiples, pero en la mayoría de los casos se reducen a dos: o una inexistente preparación, que hace de cada jornada de actividad un esfuerzo superior a las propias posibilidades, con la adaptación tardía que acarrea…, o una preparación inadecuada (por inespecífica), lo que conlleva el mismo problema final.
Para evitarlo y conseguir los objetivos planteados, el paso siguiente es llevar a cabo una temporización o priorización de los contenidos de entrenamiento (VER CUADRO 2). Lo que aquí se presenta es un supuesto teórico que, por supuesto, habrá que adaptar a la realidad de cada uno, pero que puede dar una idea para un planteamiento sobre cómo estructurar los contenidos. Así, en él se pueden apreciar cuáles son (clasificados en dos bloques, que a continuación se explican), que importancia relativa tienen en el global de la temporada (lo que debería relacionarse con los momentos de mayor carga relativa igualmente) y con qué metodologías trabajar cada uno:
Los contenidos básicos: Enmarcan los ejercicios de entrenamiento que deben trabajarse durante la mayor parte de la temporada, pues suponen la base que sustenta todos los demás trabajos, y serán los que van a permitir no sólo un estado de forma aceptable en cualquier momento del año, sino también conseguir una progresión que, aunque más lenta en su conjunto (por la heterogeneidad de los trabajos) todo el mundo busca a largo plazo. Permitirán un trabajo de mayor calidad a corto plazo, y son el sustento de los siguientes contenidos.
Los contenidos específicos: Engloban los trabajos dirigidos a la optimización del rendimiento en la actividad/es objetivo a corto plazo. Tienen sentido cuando se han llevado a cabo los contenidos de trabajo básicos, pues esta sinergia es la que permite su desarrollo más seguro.
Aunque en el cuadro 2 sólo se hable del trabajo sobre los contenidos que desarrollan las cualidades de fuerza y resistencia, en relación con cada actividad de todas cuantas se llevan a cabo, cabe decir la obviedad (que no por perogrullo se omitirá) de que se debe prestar atención igualmente al trabajo para el mantenimiento (sino mejora) de la flexibilidad a lo largo de todo el año, cualidad esta que no sólo prevendrá posibles lesiones por sobrecarga, sino que también permitirá recuperarse antes de las cargas de los entrenamientos.
La combinación del entrenamiento (normalmente llevado a cabo entre semana, con frecuencia de 2 a 4 días de práctica, según experiencia, nivel, etc…) con la actividad que se decida practicar en cada momento (generalmente de la mano de las estaciones, aunque esto ahora es muy cambiante) a razón de 1 o 2 veces por semana (fines de semana habitualmente), dará con seguridad los frutos pretendidos.
CONCLUSIONES
La mayor parte de los que deciden iniciar un entrenamiento es casi siempre porque quieren evolucionar en la actividad/es que llevan a cabo. En el contexto de la montaña y de esta práctica polivalente descrita, parece que el simple hecho de estar en buena (o aceptable) condición física para realizar actividad ya baste pero, en el fondo, a todo el mundo le gusta poco a poco ir superándose y hacer cosas no sólo variadas, sino también más difíciles o duras, quizás no a corto plazo, pero sí como algo que tener en el horizonte y que marca en cierta medida hacia dónde avanzar. El seguir un planteamiento de mejora a largo plazo, como el que se propone en este artículo, sin renunciar a estar en buen estado para practicar distintas actividades durante todo el año, es la forma más segura de conseguir esos sueños, o al menos, de disfrutar de otro modo el camino que lleva a ellos.

Poder disfrutar de estas vistas bien puede justificar un entreno polivalente que permita llegar hasta allí. Foto: Col. Fernando Errekalde

CUADRO 1

CUADRO 2. Se valora de 1 a 5 la Importancia Relativa, siendo 1 muy baja y 5 muy alta
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