3-07-1953. 71 años de la 1ª cima al Nanga Parbat por Hermann Buhl

Una de las gestas más recordadas del alpinismo cumple hoy 71 años: 1ª cima en el Nanga Parbat, a cargo de Hermann Buhl, en solitario, con épica historia de supervivencia.

Expediciones, Ochmoiles, Nanga Parbat, Hermann BuhlHermann Buhl: 70 años de su icónica cima en el Nanga Parbat

El Nanga Parbat, con 8.126m, es la novena cima más alta del mundo. Se eleva majestuosa en el extremo más occidental del Himalaya, allá en donde la gran cordillera se confunde con su vecina del norte, el Karakorum.

Rodeada de paredes por todas sus vertientes, cuenta en ellas con algunas de las más comprometidas rutas. Escaladas cargadas de peligros potenciales fruto de sus inestables glaciares, de las frecuentes tormentas que la azotan, y de las no menos usuales avalanchas.

Es uno de los ochomiles "bajos", pero su fama está por encima de su altura, principalmente por 3 motivos: por las 31 personas que fallecieron en sus laderas en los comienzos del himalayismo, (de ahí su sobrenombre de “Montaña asesina”); por sus descomunales desniveles, mayores que los de montañas más altas (el campo base Rupal, a pie de pared, está situado a 3.200m), y porque en ella aconteció una de las hazañas más importantes de la historia del alpinismo: su primera ascensión, por Hermann Buhl, el 3 de julio de 1953, escalando los últimos 1.300m en solitario.

Nanga Parbat. Historia de la primera cima

Los alemanes y el Nanga Parbat

Antes de la segunda guerra mundial, la conquista de los ochomiles era un asunto de estado. Cada país eligió el suyo, y así, el Nanga Parbat se convirtió en “la montaña de los alemanes”.

En realidad, la elección estuvo motivada, principalmente, porque al Everest y a los ochomiles de Nepal solo podían acceder bien los británicos, bien alpinistas de otros países con su permiso. Y Alemania no estaba entre estos países. Quedaban K2, Broad Peak, los Gasherbrum, Nanga Parbat y, ascendiendo desde India, Kanchenjunga. Por esta última montaña comenzaron los alemanes la búsqueda de su ochomil. Después consideraron el K2, pero se dieron cuenta de que era un lugar tan remoto que, por aquel entonces, quizás no fueran capaces de llegar ni a su campo base. Así que, de entre sus posibilidades, pensaron que el Nanga Parbat era el ochomil más adecuado. Una decisión que se convirtió en fatal: 31 fueron las víctimas contabilizadas en las primeras expediciones.

1953. De vuelta tras la guerra

En el año 1953, asentada la paz, austriacos y alemanes volvieron a dirigir sus ojos hacia la colosal pirámide de hielo, y una expedición conjunta anunció su intención de volver al Nanga Parbat. Estaba organizada por Karl Herrligkoffer, dirigida por el austriaco Peter Aschenbrenner, y compuesta por un heterogéneo grupo formado por una mezcla de veteranos del Himalaya, como Frauenberger, y de jóvenes, como Buhl y Rainer, muy famosos en ese momento por sus vanguardistas actividades en los Alpes.

Eligieron la vertiente de Rakhiot. Las otras dos que caían de la montaña parecían más complejas y, con sus casi 5.000m de desnivel, eran más largas. Con más de 4.000m, tampoco es que la escogida fuera especialmente rápida y accesible.

Nanga Parbat, Hermann Buhl, Ochomiles, ExpedicionesNanga Parbat, desde Fairy Meadows. Foto: Allah Dad Rind, Wikipedia Commons

En la vertiente de Rakhiot

A finales de mayo instalaban su campo base a 4.000m de altitud, más allá de Fairy Meadows, las famosas “praderas de las hadas”. El trabajo en la montaña comenzó sin problemas. Se instalaron los campos del I al IV, y las tiendas y el material fueron transportados. Pero los ataques a cumbre se tenían que ir posponiendo continuamente debido a las fuertes nevadas y a las inestables condiciones meteorológicas.

El 30 de junio, la situación hizo tomar a Herrligkoffer la decisión de obligar a descender hasta el campo base a todos los montañeros repartidos por los campos de altura, dando por finalizada la expedición.

Ni siquiera habían conseguido llegar a la altura alcanzada en la expedición de 1932.

Desobediencia

Buhl, Kampter, Frauenbergar y el cámara Ertl no estaban dispuestos a abandonar sin intentarlo y, desobedeciendo la orden, permanecieron en los campos de altura. Y se encontraron con que, al día siguiente, el tiempo mejoró. Era un Himalaya sin partes meteorológicos, y las cosas se jugaban a la carta de la suerte. Aprovechando la situación, el 2 de julio Buhl, y Kempter instalaron el Campo V (6.900m) en el Collado cercano a la Silla de Plata (7.450 m), mientras que Ertl y Fruenberger volvían al IV.

Con las condiciones en aparente estabilidad, Buhl decidió llevar a cabo su audaz plan, consistente en ascender lo antes posible hasta la Silla y el gran plateau que se abría encima de ella. Porque desde ese punto estratégico creía poder alcanzar la cima de la Cumbre Norte, salvando así el "honor" de la expedición. Pensaba que era el momento y el lugar idóneo para llevar al límite la fuerza y resistencia que había demostrado en sus ascensiones en solo en Alpes, y que le habían hecho famoso en el mundo del alpinismo.

Hacia cima en solitario

A la 1 de la madrugada del 3 de julio, Hermann Buhl salía del Campo V hacia la Silla. Su compañero de expedición, Kempter, siguió sus pasos una hora más tarde. Ambos avanzaban por las laderas de la montaña en medio de unas buenas condiciones de la nieve y en una noche muy despejada.

A las 5 de la mañana, Buhl alcanzaba la Silla de Plata y recorría los 3 kilómetros del gran plateau. Allí, agotado, repuso fuerzas y dejó la mochila antes de continuar la subida. Para cuando Kempter llegó al plateau, Buhl se encontraba ya muy lejos y seguía avanzando a muy buen ritmo, por lo que, convencido de que nunca le daría alcance, dio la vuelta e inició el descenso hacia el Campo V.

Buhl alcanzó el collado anterior a la cima, situado a 7.800 metros, a las 2pm. Tenía por delante la parte técnicamente más difícil de la escalada, con unos 300 metros finales que se le antojaban poco atractivos y nada prometedores. Agotado, tomó un estimulante (Pervitin, un derivado de la metanfetamina) y comenzó a ascender por la sección rocosa, constatando las malas impresiones que este tramo le habían causado. Era muy difícil y le llevó mucho tiempo el superarlo.

A las 6:00pm, Buhl llegaba al hombro y, una hora después, a las 19:00 horas del día 3 de julio de 1953, tras 17 horas de esfuerzo en solitario, y sin empleo de oxígeno artificial (pero sí de estimulantes), pisaba la cumbre principal del Nanga Parbat, con un día claro y tranquilo como único testigo. Había empleado la ruta de la arista este, por la vertiente de Rakhiot.

Un duro descenso. Vivac a 8.000m

Hizo algunas fotografías con las banderas de Tirol y Pakistán atadas a su piolet. Indeciso sobre qué prueba dejar en la cima, abandonó en ella el piolet y la bandera de Pakistán, confiando en poder descender sin problemas con sus bastones de esquí.

Nanga Parbat, Hermann Buhl, Ochomiles, ExpedicionesEl Piolet de Buhl en la cima del Nanga, con la bandera de Tirol. Foto: Herrligkoffer, libro 1953

Pronto se arrepentiría de esa decisión. Especialmente cuando uno de sus crampones se rompió. A las 21:00 horas, y a 7.900m de altitud, se vio obligado a detenerse a pasar la noche, en un precario vivac situado en una estrecha cornisa en donde apenas se podía sujetar. Para empeorar las cosas, su jersey de repuesto y su saco de dormir estaban en la mochila que había dejado en la Silla de Plata esperando su vuelta. No tenía nada que comer o beber, así que se tomó una pastilla estimulante y otra anticongelación, para intentar sobrevivir a esa noche que, por suerte, era serena, con un cielo cargado de estrellas.

Al mismo tiempo, pero varios cientos de metros más abajo, dos miembros de la expedición pasaban la noche en muy diferentes condiciones: Kempter y Frauenberger, refugiados en sus tiendas del Campo V esperaban ansiosos la vuelta de Buhl, preguntándose acerca de su paradero.

Aguantó desde las 9:00 pm hasta las 4:00 am tumbado en su precario vivac. La sensibilidad de sus pies empezó a desvanecerse rápidamente. A pesar de ello, consiguió continuar con el descenso, en lo que significó un tremendo y agotador esfuerzo que le obligó a tomar una nueva dosis de Pervitin. Gracias a ella pudo alcanzar el gran plateau y su mochila, pero Buhl no se encontraba ya en condiciones de ingerir agua ni comida. Bajo el ardiente sol y preso de alucinaciones, acompañado por un compañero imaginario, avanzó como pudo e ingirió una última dosis que movilizó sus últimos recursos y le ayudó a llegar, una hora y media más tarde, hasta la Silla de Plata.

Mientras tanto, Kempter había descendido al Campo IV y Ertl y Frauenberger se encontraban erigiendo una placa conmemorativa de la expedición de 1938 en el campo V. No dejaban de mirar hacia la Silla, esperando algo que, en su fuero interno, les parecía a todas luces imposible. Decidieron esperar un día más antes de subir a buscar a Buhl...o a su cadáver.

Frauenberger volvió al emplazamiento en que habían situado la placa para asegurarla mejor y, entonces, creyó observar un pequeño punto que se movía en la Silla. No cabía duda, era Hermann, ¡¡y había sobrevivido!!

A las 19:00, después de 41 horas solo, llegó a la tienda. Ertl, emocionado, salió a su encuentro, realizando una de las más emblemáticas fotos de la historia del alpinismo. Llamó a Frauenberger, que había comenzado a descender al Campamento IV para dejar espacio para dos en el Campamento V en caso de que Buhl sobreviviera, y éste regresó. Al principio no se atrevieron a preguntar si había hecho cumbre. Trataron sus dedos de los pies congelados lo mejor que pudieron.

Nanga Parbat, Himalaya, Expedicinoes, Hermann BuhlHermann Buhl, fotografiado por Ertl en el campo 5 del Nanga Parbat, tras 40 horas en solitario

Aún les quedaban por delante dos días agónicos hasta el campo base, en donde fue recibido, según sus propias palabras, “con el más cálido de los recibimientos".

Una cima legendaria. Fin de Buhl en el Chogolisa

La ascensión del austríaco a la cima del Nanga Parbat refleja con toda precisión su estilo alpinístico: total concentración en su objetivo y asunción de enormes riesgos a la hora de intentar alcanzarlo. Buhl tuvo mucha suerte al salir con vida, con tan solo algunas congelaciones en los pies, después de realizar una empresa de tamañas proporciones.

Cuatro años más tarde volvía a dar muestras de su calidad como alpinista al demostrar, junto a sus compañeros de expedición al Broad Peak (8.047m), que se podía coronar la cima de un ochomil sin la ayuda de los porteadores de altura. Eran los primeros pasos del estilo alpino.

Fue su última cumbre. Unos días después murió en accidente mientras intentaba, en compañía de Kurt Diemberger, escalar el Chogolisa. Una cornisa cedió cuando descendían en medio de una tormenta, y Hermann Buhl cayó al vacío.

Su cuerpo nunca ha sido encontrado, y descansa en la montaña.

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1 comentarios
  • 1. Ineb - 6 julio 2024, 12:00

    El realmente difícil dimensinar la proeza de Herman Bull!! En una época donde se dudaba seriamente si el ser humano podría sobrevivir a 8000 metros sin la ayuda de oxígeno artificial. Los materiales de montaña: botas, sacos de dormir, chaquetas, piolets, crampones, etc, eran,en comparación con los actuales, simplemente de nivel " cavernario". El comcepto de "doping" no existía bajo ningún concepto , como ahora lo entendemos, en sus consideraciones legales, deportivas y de seguridad para las personas. El pervitin era , muy probablemente, un medicamento más de botiquín de una expedición . Las anfetaminas, muy próximas químicamente al pervitin, eran de venta libre en la España de los 50 ,60 y parte de los 70, por poner un ejemplo. El Señor Bull fue pionero en un estilo de subir los 8000es, y que más tarde mantuvo en la primera ascension al Broad Peak. Hubo que esperar 20 años, nada menos , para que ese estilo fuera consolidado por Kukuczka, Messner, etc. Es difícil imaginar que ascensiones extraordinarias hubiera dejado para la historia del himalayismo si hubiera vivido unos cuantos años más...