El techo del mundo fue protagonista del fin de semana, con un encuentro de ochomilistas y como cenro de la película ganadora de su máximo galardón; “Annapurna: sueño y vacío” de Alberto Iñurrategi, obtuvo el premio al mejor film de montaña.
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Un momento de 'Patacorta', una de las películas premiadas | |
El pasado fin de semana concluyo, por todo lo alto, el Festival de Cine de Muntanya i Aventura de Torelló, que celebraba su vigésimo aniversario. Desde el jueves, un selecto grupo de invitados debatió sus puntos de vista y compartió sus experiencias con el publico asistente, en referencia a un tema concreto: el ochomilismo y, en concreto, las ascensiones al techo del mundo y todo lo que ello conlleva.
Si la primera semana del festival los invitados eran
grandes figuras de la escalada de big wall, los invitados a Torelló del pasado jueves 21 de noviembre eran igualmente un verdadero lujo: la japonesa
Junko Tabei, primera mujer que alcanzó la cima del Everest; el británico George Band, miembro de la expedición de Hillary que conquisto la montaña en el 53 y de la primera mundial al Kangchenjunga; el austriaco
Kurt Diemberger, el unico alpinista vivo que ha hecho cumbre en dos primeras ascensiones a ochomiles -Broad Peak y Dhaulagiri-; el esloveno Tomaz Humar, escalador extremo en paredes de gran altitud, con ascensiones (a menudo en solitario y abriendo nuevas rutas) a picos como el Annapurna,
Dhaulagiri y Nuptse; el catalán Carles Vallés, con ascensiones tan espectaculares como la del pilar oeste del Makalu o el Everest en época monzónica, y el vasco Mari Abrego, que tiene en su haber cinco ochomiles e incontables expediciones al Himalaya.
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Alberto Iñurrategi durante su ascensión al Annapurna, cuya filmación ha sido la mejor cinta de montaña del festival | |
El debate supuso la visión de los himalayistas clásicos sobre la evolución de las expediciones, el cambio de las motivaciones y los recursos (tanto técnicos como derivados del material y el estilo) de los ascensionistas, la masificación en el Everest, el futuro,etc. Desde la nostagia de Abrego por un sentido de exploración ya perdido -al que Humar replicó que aún se encuentra en el Himalaya, pero no en las masificadas vías normales del Everest, sino en las grandes paredes de mixto de los grandes macizos- o el discurso en pro de la coherencia por parte de Carles Vallés, a las preocupaciones medioambientales de Dienberger, miembro de Mountain Wilderness, el apoyo de Tabei a las exploraciones femeninas o el deseo de George Band porque, de alguna manera, se ayude a los alpinistas independientes, que no pueden cubrir gastos de la manera en que lo hacen las grandes expediciones comerciales, aunque pagan los mismos permisos de ascensión. El tono serio de la charla se alivió al final, con las divertidas anécdotas de Kurt Diemberger que, en su mezcla de italiano y español, ha recopilado en sus años de alpinista y cineasta en grandes montañas.
En cuanto a los films premiados, el máximo galardón, el gran Premio illa de Torelló, recalló en la cinta de los suizos B. Robert-Charue i S. Schaffter Everest: Le revé Acheve”, donde narara la ascensión al techo del mundo por parte de los hijos de Lambert y del sherpa tensing Norgay, consiguiendo lo que sus padres se quedaron cerca de lograr en 1952, un año antes de que la expedición británica rematara la gesta (y de la que fue protagonista también el mismo Norgay). El premio al mejor film de montaña (Flor de nieve de Plata) recayó nada menos que en Alberto Iñurrategi, cámara y diretor de “Annapurna:sueño y vacío”, en la que narra su impresionante ascensión, junto a Jean Christophe Lafaille (y el recuerdo de su hermano Félix) la arista este del citado ochomil, que supuso el último de los catorce en la carrera del alpinista vasco. Recogió el premio el guinista del documental y compañero de expedición, Juanjo San Sebastián. Otras películas premiadas fueron la americana Jump! (mejor film de deportes de montaña) sobre escalada y saltos entre onolitos de roca en la república Checa; la eslovaca “Mustang”, sobre un viaje a ese aislado reino del Himalaya nepalí; la argentina “Patacorta”, un emotivo perfil del veterano montañero Cesarino Fava; la francesa “Les Naufragues du Mont-Blanc” al mejor guión; también francesa “Expedition Ultima-patagonia” recibió el premio “Mountain Wilderness” por su defensa de la montaña. Finalmente, “Aus der Tiefe der Erde” recibió el premio FEEC a la mejor fotografía.
| | Tomas Humar y Jim Bridwell, en Torelló | |
Una de anécdotas:
El público que llenaba hasta la bandera el teatre Cirvianum durante la entrega de los premios, disfrutó tanto con la proyección de los filmes ganadores como con la presencia de las figuras invitadas que, además, protagonizaron algunos momentos curiosos debidos, por ejemplo, a los problemas con el catalán de Jim Bridwell. El mítico escalador americano debía salir a recoger un premio, pero no era capaz de entender una palabra de lo que decía la presentadora del evento; La única instrucción que había recibido era que debía bajar al escenario en el momento en que oyese su nombre. Y eso hizo, pero no cuando correspondía sino cuando mucho antes, la locutora agradeció al presencia de tan ilustres invitados. El bueno de Jim, sin mirar a su alrededor –ni a los organizadores que le hacían nerviosas señas-, subió a un escenario vacío y se quedó un rato allí, de espaldas al público, mirando a una presentadora que no sabía si seguir con su discurso o decirle algo. Al fin, personal de organización salió también a las tablas para llevárselo hacia bambalinas. Cuando realmente llegó su turno de salir a recoger el premio, el político designado tuvo que esperar con su mejor sonrisa congelada durante unos eternos minutos, necesarios para convencer a Bridwell de que, aquella vez sí, debía aparecer bajo los focos y que no se trataba de una broma. Finalmente el invitado volvió a escena recibiendo la ovación más clamorosa de la noche por parte de un público rendido (y más que sonriente). Otro momento sorprendente lo protagonizó el escalador esloveno Tomas Humar conocido por su infinita delicadeza (que le llevó, por ejemplo, a arrancarse en vivo dos muelas que le molestaban con una navaja suiza durante la ascensión en solitario al Dhaulagiri) y su costumbre de dar apretones de manos de los que se recuerdan incluso varias horas más tarde. De hecho, según comentó el mismo, tiene un nutrido historial de falanges y metacarpos rotos, así como distensiones de muñecas, ligamentos y otros recuerdos. En la gran noche del festival de Torelló no quiso hacer excepciones y, sin ningún respeto (o excesivo, según se mire) por la clase política, saludó tan efusivamente al secretario de deportes de la Generalitat que, literalmente, le levantó del suelo mientras el pobre hombre se retorcía y abría los ojos desmesuradamente. Muchos otros han sufrido de una forma u otra la efusividad del esloveno –también es bueno con las palmaditas en la espalda-, pero fue sorprendente comprobar que los actos oficiales no suponen un límite a su personal sentido del humor. El público, en fin, disfrutó de lo lindo con la velada y, esperamos que también lo hiciera la organización, que desarrolló un trabajo impecable (a pesar de estos detalles, digamos, incontrolables). Bien está lo que bien acaba. El saludado parecía recuperado poco después. |