En la pared, a 6400 metros |
“Nunca habíamos visto que el mal tiempo fuese tan mantenido. Ni nos habíamos enfrentado a una cascada de seracs tan activa ni tan peligrosa” Ivan Samoylenko, camara que acompañaba a la expedición “Big wall routes-the russian way” –consistente en abrir rutas ‘rusas’ en los big walls más representativos del mundo- en su intento de abrir ruta en la tremenda cara norte del Jannu (7.710 m.), hablaba así después de regresar a Rusia. El equipo liderado por Alexander Odintsov ha hecho alarde de energía y entusiasmo en una empresa muy dura, pero Ivan reconoce que, aunque la moral sigue inquebrantable, y que luchan día a día “como si estuviésemos en la marina”, el cansancio está haciendo mella, y que la montaña está en unas condiciones que muchas otras expediciones considerarían impracticables.
El estado actual de la ruta es el siguiente: la avanzadilla del equipo ha llegado a los 7.200 metros. Algo más abajo, en la cota sietemil, se ha montado el Campo II, en una cueva de nieve. Eso supone que los rusos se encuentran en mitad de la pared, y que han dejado abajo la cascada de seracs que da acceso a la pared. Pero el camino ha sido muy duro, y ha dado al traste con la estrategia planteada a priori y, sobre todo, con los tiempos previstos.
La cascada de seracs es tan activa y enorme como la del Khumbu |
Resumamos la sucesión de hechos que les han llevado hasta ese punto: La aproximación fue larga, y el tiempo malo. Desde el día 15 de septiembre, y hasta el pasado viernes, el teléfono satélite dejo de funcionar; han tenido que recurrir, para poder dar señales de vida, a enviar al medico de la expedición a la carrera hasta Gunza (3 horas), desde donde llamaba a la agencia a Katmandú, que a su vez llamaba a Rusia, y allí se traducían los mensajes. Una versión del juego del ‘teléfono roto’, con mala audición y tres idiomas de por medio, al final del cual cualquier parecido de los comunicados con la realidad era meramente casual. Superar la cascada fue desesperante, y muy peligroso: se fueron instalando cuerdas fijas hasta que las grandes grietas demostraron ser insalvables, incluso tras varios saltos con los piolets en ristre al más puro estilo ‘Limite vertical’, según cuentan los expedicionarios. Sin embargo, se convencieron de que había que buscar otro camino cuando una caída de seracs sepultó a Mikhail Mikhailkov, que sobrevivió de milagro y, aun más milagrosamente, fue evacuado por un helicóptero (pilotado por un ruso, para orgullo de los expedicionarios) que consiguió llegar a los 5.000 metros en mitad de la niebla. Las avachanchas son diarias, y enormes.
Alexander Odintsov permanece en el Campo Base pese a su mano rota |
Los alpinistas, que habían intentado remontar la cascada de hielo siguiendo la descripción de la expedición uzbeka del 99 (quienes también indicaban que era casi imposible ‘enfrentarse a esa pared sin echarse un trago de alcohol antes’) decidieron progresar por una zona lateral, rocosa. Rocosa era asimismo la pared norte del Jannu, al menos en las fotos. Pero este año donde está totalmente cubierta de nieve suelta. En los tramos de mixto, las rocas también les han dado más de un susto: el más importante, al líder de la expedición. Odintsov recibió una pedrada que le rebotó en el casco y le dio en la mano, fisurándole una muñeca. Pese a todo, permanece en el Campo Base. Ah! Y, por supuesto, el tiempo es muy estable… establemente malo. Cada día nieva, y, salvo algunos ratos sueltos de sol que o dan tiempo a secar la ropa, una niebla espesa cubre la mitad inferior de la montaña.
La cima del Jannu o Kumbhakarna, hace unos días, con viento y nieve |
En la cumbre, según han visto, sopla viento fuerte y nieva constantemente. La nieve cae en ríos por todos los corredores y hay avalanchas diarias. Si una de ellas te pila en el plateau que se forma sobre la cascada, irás precipicio abajo. Así es como describe Ivan la situación, que se las prometía muy felices con sus planes de subir a rodar a la cota 7000, y que no ha podido ni acercarse. Los rusos siguen adelante, ganando metro a metro a la montaña, y trabajando cada jornada hasta la extenuación, con disciplina militar. Pero el cámara no oculta que, tras tantos días agotadores, el peligro constante y los tiempos rotos, la alegría con que enviaban sus primeros comunicados parece ahora que peca de excesivo optimismo. Después de todo, muy pocos han intentado abrir una vía en uno de los grandes retos invictos del himalaya. La pared, de casi 1200 metros de precipicio y más de 70 grados de inclinación, sigue virgen; nadie ha conseguido ascenderla por completo –si no contamos las palabras de Tomo Cessen, que dijo haberla ascendido en solitario pero nunca aportó pruebas-. Uno de los pocos intentos se llevó a cabo por Fermin Izco, Mikel Zabalza y Rubén Aramendia.
Fotos: www.russianclimb.com
Fuente: www.mountain.ru