Atravesando las grietas de la cascada glaciar del Khumbu |
Isidoro RodrÃguez, uno de los tres únicos alpinistas de la expedición castellano leonesa que aún permanecen en el Campo Base, nos relata los avatares de las últimas jornadas:
Domingo, 15 de abril de 2001:"Son las 20 horas, en España las 16,15. Sólo las estrellas titilan en un cielo recortado en su parte inferior por las hermosas montañas que conforman nuestro horizonte: el Pumori, el Lingtren, la arista oeste del Everest, el Lothse, el Nuptse,...
La situación de nuestra Expedición es la siguiente: Tenemos gente durmiendo a 6.400 m, en el Campamento II, gente en el Campamento I a 6.000 m, y el que esto escribe y otros dos en el Campamento Base a 5.300. A pesar del mal tiempo de estos últimos dÃas todo marcha perfectamente, la mayor parte de los expedicionarios se van aclimatando y subiendo su techo y parece que la fortuna nos sonrÃe. Yo he bajado hoy del Campamento I después de haber pasado dos noches a 6.000 m.
Tiendas en el Campo I |
El lugar es de una hermosura impresionante, situado a la entrada del valle del Silencio y encerrado por cotas que sobrepasan los 7.000 m de altitud, es un lugar que invita al recogimiento y la reflexión y en el que hay una paz sólo turbada por los constantes aludes que se desprenden de las paredes vecinas.
Tal y como nos habÃa prevenido Cristino desde León con el parte meteorológico que nos ha enviado, nos ha caÃdo una buena nevada en el dÃa de ayer, lo que ha hecho que ni los sherpas ni los expedicionarios hayan podido ganar el Campamento I y que los que en él estábamos pudiéramos movernos de él.
Esta mañana sin embargo, en el Campamento Base amaneció bueno y los sherpas y nuestros compañeros se animaron a subir, aunque arriba soplaba un fuerte viento consiguieron llegar y asà nosotros hemos descendido.La mayor parte de los expedicionarios ya hemos recorrido en cuatro ocasiones la Cascada de Hielo del Khumbu (la Ice Fall). Dos veces de subida y dos de bajada, y no deja de impresionarnos su espectacular belleza que, aunque nos atrae como un canto de sirena, no hace que nos relajemos con su continuo peligro por el desplazamiento del caótico glaciar.
Hay muchas cosas que bullen en mi mente, pero mi aterido cuerpo no es capaz de seguir escribiendo en el ordenador cuya pantalla también se niega a seguir funcionando. Mañana os contaremos más cosas. Isidoro.