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“La vida es la cumbre más importante”. Iñurrategi, Vallejo y Zabalza

04 de Agosto de 2017  |  Deja tu comentario
Los miembros de la expedición WOPeak hablan sobre el rescate de Valerio Anovazzi en el Gasherbrum II

WOPeak
Iñurrategi, Vallejo, Zabalza, Arkaitz Saiz y Mikel Rentería

“Para nosotros el rescate a Valerio Annovazzi es el ejemplo máximo del alpinismo en el que creemos. Es la mejor de las cimas. La vida es la cumbre más importante. Después del bajonazo que nos produjo de la expedición, estamos tremendamente satisfechos”.

Son las palabras de Iñurrategi, Vallejo y Zabalza, integrantes de la expedición WOPeak que intentaba encadenar en alpino el Gasherbrum I y II, en la rueda de prensa que han ofrecido esta mañana dos días después de su regreso del Himalaya.

El rescate

Sus intentos de cumbre, tanto en el G I como en el en G II, se vieron truncados por la adversa climatología. Pero quién les iba a decir que, tras renunciar a su objetivo por el mal tiempo, iban a lograr su cima más bella: salvar la vida al italiano Valerio Annovazzi. “Si no subíamos iba a morir. ¿Qué podíamos hacer?” se preguntaba Mikel Zabalza en la crónica del rescate que publicamos el 25 de julio, y que por su interés invitamos a leer a quienes no lo hayan hecho.

“Habían sido antes cinco días de mucho esfuerzo frenados por el tiempo y la situación de la montaña. Nos habíamos vaciado y dado todo, pero contra los elementos no se puede luchar”, afirman. En ese momento no podían imaginar que les quedaba otro duro ascenso.

Al comprobar que Valerio se había quedado en altura, preguntaron el motivo. “Llevaba 3 días en el campo 3. No me lo podía creer cuando nos lo comentaron. Le conocíamos del Campo Base y es majísimo”. Así que, sin dudar, partieron de nuevo hacia la montaña.

“Esa misma noche salimos por la ruta normal del G II para, en un ascenso del tirón, superar casi 2.000 metros de desnivel en 12 horas. Nos lo encontramos en su tienda como un pajarito, sin fuerzas y deshidratado. Se había visto incapaz de descender. Gracias al agua y a las inyecciones de dexametasona se puso en pie. Logramos bajar al Campo 2 turnándonos entre los tres para asegurarle todo el rato. No era sencillo bajar por esa ruta con zonas heladas, fuertes pendientes, y nos apañamos bien entre los tres. Tampoco podía subir ningún helicóptero hasta allí con esas condiciones del tiempo. A medida que bajábamos, Valerio se iba recuperando y aguantó hasta el Base. Esto es mejor que subir a cualquier cumbre”, afirman los expedicionarios.

La expedición

“Con ésta son ya dos temporadas las que hemos pasado en las morrenas del glaciar de los Gasherbrum. Y volvemos a casa con el mismo premio que el pasado verano. Además, con las sensaciones encontradas de celebrar las cumbres de algunos compañeros que han ascendido al G II por su ruta normal, los mismos días en que nosotros nos veíamos incapaces de progresar por la nuestra”.

Las fuertes ventiscas y la nieve acumulada en esas rutas elegidas complicaron como hace un año el reto planteado. “Es cierto que este año las condiciones de la montaña han vuelto a ser nefastas, y que el tiempo tampoco nos ha acompañado en los momentos decisivos, pero tampoco esto nos ha de servir como excusa. Sabíamos a lo que veníamos, que nuestra apuesta era ambiciosa y que no iba a resultar tarea fácil. Y escudarnos en este tipo de pretextos no hará que nos sintamos mejor.

Hace ya unos años, un buen amigo alpinista nos comentaba que el mero hecho de salirte de una ruta normal en el Himalaya suponía de golpe rebajar un 70 por ciento las posibilidades de éxito. Y este año, al menos los cuatro grupos que intentábamos algo diferente en la zona, así lo hemos podido sentir un nuestras carnes. El intentar algo nuevo, algo distinto por estas tierras es, a menudo, sinónimo de fracaso.

Si por alguien lo sentimos, realmente, es por todos aquellos que en algún momento han creído en nosotros y han apostado por nuestros objetivos, porque a la postre nosotros disfrutamos incluso de nuestros fracasos y del camino que nos lleva a ellos.

Aunque el precio de salirte de la huella siga siendo caro, esperamos que no se pierda la ilusión de recorrerlo porque el premio será siempre infinitamente mayor”
.

Iñurrategi, Zabalza y Vallejo también han dedicado unas palabras a “Alberto Zerain y Mariano Galván quienes, desgraciadamente, se quedaron a vivir por esas tierras. Ellos, aún sabiendo que el precio podría ser el más alto, también decidieron salir de la huella”.

WOPEAK 2017. Octava etapa

WOPeak es un proyecto de alpinismo de la Fundación The Walk On Project (WOP). Todo empezó en verano de 2008 cuando detectan a Jon -entonces contaba con 5 años- una enfermedad neurodegenerativa grave. Sus aitas, Mikel Renteria y Mentxu Mendieta, escucharon por boca de los médicos el pronóstico de su hijo Jon: “En dos años vuestro hijo podría morir”.

Jon tiene ahora 14 años y pelea fuerte cada día a pesar de las dificultades. Mikel y Mentxu decidieron crear la Fundación The Walk On Project (WOP) con un doble objetivo, como es divulgar la realidad de las enfermedades neurodegenerativas y financiar proyectos científicos para investigar terapias curativas en este tipo de enfermedades. Y la iniciativa WOPeak se planteó un reto mayúsculo: “Llegar al 8.000 en 8 pasos llevando la bandera WOP”.

La primera excursión al Gorbea en julio de 2010 cubrió la primera etapa. Después llegaron el resto: “La Mesa de los Tres Reyes” (2.428 metros), “Taillón” (3.144 metros), la subida al volcán “Copacollo” en Chile (4.835 metros), “Nido de Cóndores” (5.570 metros) y “Aconcagua” (6.960 metros). Mikel y Mentxu contactaron después con Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza, una de las cordadas alpinísticas más relevantes del panorama internacional.

Así surgió la siguiente etapa. Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza tenían una espina clavada de su última expedición: el Paiju Peak, en el año 2013. WOP impulsó esta expedición para cubrir juntos las últimas etapas de WOPeak hasta el ochomil. “Aunque el seismil estaba ya cubierto, este reto reflejaba muchos valores compartidos”, recuerda Mikel. En este sentido, Iñurrategi, Vallejo y Zabalza lograron abrir una nueva vía en la Torre Sur del Paiju Peak, a la que llamaron 2t -Txuti- como le llaman a Jon, el ‘capitán’ de WOPeak. Luego hicieron cumbre en el Chamlang (7.319 metros) y ahora han intentado hollar los Gasherbrum, el octavo y más comprometido paso.

Mikel Rentería, fundador de WOP, explica lo que ha sentido con el desenlace de esta expedición, tras el rescate de Valerio Anovazzi, que para él equivale a la cumbre que culmina el proyecto:

“Esta es la cima en la que creemos desde WOP y el fundamento de fondo de WOPEAK. No hay cima más importante: la vida, el propio camino. No hay reto más importante que hacerlo con autenticidad, tratando de ser fieles a tus valores, reconociendo tus limitaciones y errores, aprendiendo de ellos y superándolos. La vida como principal compromiso. Compromiso con la propia vida y con la que está en nuestras manos salvar. Estaba claro. No había cima más alta. WOPeak debía finalizar ahí, en ese Campo Base de los Gasherbrum repleto de sonrisas entre el agotamiento. Repleto de vida.

“Esta es la octava y última etapa de WOPeak, un proyecto que comenzó en 2010. WOP seguirá en el mundo del deporte y el alpinismo a través de nuevos proyectos. En octubre, habrá uno muy especial en el Gorbeia”, señala Renteria.

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