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Kang Yatse III. 6.300m. Nueva vía para Daniela Teixeira y Paulo Roxo

La cordada consigue la 2ª cima histórica al Kang Yatse III, por una nueva vía, y la 1ª travesía del a montaña.

Daniela Teixeira, en la cumbre del Kang Yatse III, 6.300m
Daniela Teixeira, en la cumbre verdadera del Kang Yatse III, 6.300m

Volvemos a tener noticias de la cordada formada por Daniela Teixeira y Paulo Roxo. Y como siempre, se trata de nuevas vías en lugares apenas concurridos. En los últimos años hemos podido saber de la 1ª ascensión al Kapura Sur (6.350m), de su nueva vía en el Shivling, y ahora, de su nueva ruta al Kang Yatse III, 6.300m, con la 2ª ascensión histórica a la montaña y la 1ª travesía de la misma.

En realidad, esta montaña no era su objetivo. Objetivo que, por otra parte, no estaba realmente definido, ya que se internaron en valles y glaciares apenas visitados, como ocurre en buena parte de Ladakh. Las nefastas condiciones, con meses sin precipitación y frío muy intenso, les hizo abandonar 2 intentos, uno a un pico de 5.890m al lado del Nun, y otro a una montaña desconocida, ambos por nueva ruta, hasta que, cuando ya habían decidido su vuelta a casa, pudieron conseguir la nueva vía en el Kang Yatse.

Aquí tenéis la completa crónica que nos envían. Un verdadero relato de lo que es el alpinismo de exploración en estado puro, y que se resume en el nombre puesto a la vía, tras todo lo acontecido: Desesperados.


DESESPERADOS

El 21 de septiembre, yo (Paulo Roxo) y Daniela Teixeira volvimos al Himalaya indio, después de dos años desde nuestra última expedición. En este período tuve que recuperarme de un grave accidente de escalada.

 Llegamos a Leh ansiosos por explorar algunos valles en busca de futuros objetivos de escalada. Sabíamos que llegábamos tarde en la temporada pero, de todos modos, decidimos seguir con los planes.

En el glaciar de Parckachik
En el glaciar de Parckachik

Como primera actividad de aclimatación entramos en el glaciar de Parkachik, que rara vez es visitado, y lo cruzamos hasta su cabecera, con una impresionante vista de las caras norte y oeste de Nun y Kun, las cumbres más altas de Ladakh con más de 7000 m. Desde ese punto no pudimos ir más lejos. Dos glaciares enormes muy rotos de seracs bloquean el paso y el rugido de torres de hielo cayendo es una constante.

NUN

Un par de días después, con una mochila de 23 kg cada uno, dejamos la aldea de Tongul y seguimos el sendero hacia el campamento base avanzado de Nun. Teníamos la idea de intentar la cara norte de un pico con 5800m muy interesante que habíamos descubierto desde lejos, algunos días antes.

Una vez en la montaña, en la cima de una torre de roca podrida colgante a 5000 metros, encontramos una plataforma aceptable para colocar nuestra pequeña tienda de bivac. La cara norte parecía seca y helada, de todos modos decidimos intentarla. Desafortunadamente, en las siguientes horas, el viento hizo su aparición. No pudimos dormir durante toda la noche, tratando de evitar que la tienda quedara destruida por las fuertes ráfagas de viento. Al amanecer la decisión era obvia. Con tal viento no teníamos otra opción que bajar!

EL VALLE ESCONDIDO

Después de descansar dos días en la aldea de Panikhar, nos dirigimos a un valle conocido localmente como Chelong Nallah, rara vez visitado por extranjeros (e incluso lugareños). Nuestras expectativas eran altas ya que sabíamos que había un interesante pico técnico intocado y sin nombre en la cabecera del valle. Pronto descubrimos que (¡otra vez!), su cara norte se encontraba seca y muy, muy helada. En los últimos dos meses no hubo cualquier precipitación, el viento constante y las temperaturas bajas fueron la causa de estas condiciones en todos los sitios donde hemos estado. Todas las caras norte, incluso las laderas poco empinadas estaban congeladas con hielo super duro. En el caso de una posible caída, la autodetención sería definitivamente imposible.

Una vez más, alcanzamos la altitud de 5000m y colocamos nuestra tienda vivac en un pequeño espacio entre una grieta y un muro de serac. La noche fue un poco aterradora, ya que el glaciar crujía ruidosamente todo el tiempo debajo de nosotros. Aunque con poco entusiasmo, esa noche salimos de la tienda muy temprano. Pudimos ver la pared de hielo brillando con la luz de la luna sobre nuestras cabezas. En los primeros golpes con los piolets nos dimos cuenta de que tendríamos que subir más de 500 metros de verdadera cascada con hielo a prueba de bombas, ¡con tan solo 5 tornillos para proteger! Una vez más ... nos bajamos!

Con nuestros espíritus ya destrozados, volvimos a Leh en un tiempo récord, listos para cambiar nuestro vuelo a casa e intentar alguna nueva via de roca más segura, en algún lugar de España. Como los vuelos cambiantes eran demasiado caros, tuvimos que racionalizar toda la situación y decidimos visitar el área de Kang Yatse ... con los ya clásicos 23kg en nuestra espalda!

Paulo Roxo, durante la escalada de Desesperados, Kang Yatse III
Paulo Roxo, durante la escalada de Desesperados, Kang Yatse III

KANG YATSE

El 19 de Octubre, con temperaturas cada vez más gélidas, dejamos Leh y después de unos kilómetros de carretera, el taxi nos dejó en el pequeño pueblo de Chokdo (4000m), donde comenzamos nuestra aproximación de 7.5 horas, alcanzando Nymaling (5000m) ese mismo día, después de cruzar el paso Kunmaru a 5200m. Al día siguiente comenzamos a caminar a las 8:30 a.m. y nos dirigimos al glaciar que pasa bajo la cara Este de Kang Yatse principal (6400 m). Después de cinco horas llegamos a nuestro sitio de vivac, a 5700m, al pie de la virgen cara Oeste del Dzo Jongo principal (6280m). Después de algunas horas de descanso, vestidos como si fuéramos a una invernal, salimos de la tienda a las 3:00 a.m. del 21 de Octubre, con temperaturas extremadamente bajas. Pero sabíamos que esta seria nuestra última posibilidad, por eso…

Daniela Teixeira, en una expuesta travesía en el Kang Yatse III
Daniela Teixeira, en una expuesta travesía en el Kang Yatse III

Daniela empezó a abrir huella en la vasta meseta horizontal del glaciar. Extrañamente, el hielo estaba cubierto por una capa de nieve muy inestable. Después de encontrar todas las caras norte de las montañas cubiertas de hielo negro, ahora estábamos caminando en un gran tapete de nieve por transformar. En cada paso, la nieve mantenía nuestro peso solo unos pocos segundos antes de colapsar. Toda la travesía fue un trabajo físico y mental muy agotador! Solo pensé que si fuera yo quien iniciara el camino, probablemente me habría rendido. Pero Daniela siguió en silencio, con las cejas blancas y congeladas, a un ritmo lento y constante. Nos tomó más de dos horas y media llegar a la base de la cara norte de nuestra montaña prevista, un pico de más de 6300m (supuestamente sin escalar) en la cabecera del valle. La luz del sol nos dio un poco de aliento... ¡y motivación! Pronto estábamos cruzando algunas placas de nieve venteadas muy peligrosas. "¡No me gusta esto!" - dijo Daniela. Respondí con algunas palabras tranquilizadoras, pero sin estar seguro. Poco después de nos juntarnos en una rimaya y nos preparamos para la siguiente pared de hielo vertical, de repente, con un sonido grave, el piso desapareció. Daniela cayó surfeando una placa de nieve y yo intentaba desesperadamente saltar para dentro de la rimaya para trabar la cuerda y detener la caída. Segundos después escuché "¡Cálmate! ¡Estoy bien!" La voz de Daniela no estaba lejos. De alguna manera logró detenerse incluso antes de la tensión de la cuerda.

Paulo Roxo, último largo antes de la arista final en el Kang Yatse IIi
Paulo Roxo, último largo antes de la arista final en el Kang Yatse IIi

Media hora más tarde estábamos abajo siguiendo el canal hecho por los restos de la avalancha. Confiábamos en la lógica distorsionada de que no quedaba nada por caer en el camino de la avalancha.

Luchando contra la decepción, y sabiendo que habíamos perdido un tiempo precioso, decidimos seguir subiendo, esta vez tratando de evitar las secciones de placas de nieve venteadas. Finalmente, llegamos al collado entre el pico que queríamos escalar y el Kang Yatse III, a 6000m. Acabábamos de escalar una pared poco empinada pero poco agradable, de esquisto negro podrido y decidimos descansar un rato en el collado. La cresta obvia por delante parecía ahora demasiado rocosa. Irónicamente, esta vez teníamos suficientes tornillos de hielo pero, sería ridículo enfrentar una escalada rocosa con tan solo dos Friends y dos clavos! Sobre todo pensábamos en la bajada. Indecisión... otra vez! "Qué hacer?" Con la taza de té caliente surgió la última idea "Qué tal probar el Kang Yatse III? Quizás tengamos tiempo suficiente, no?" Casi de inmediato, en lugar de seguir la cresta hacia Este, nos dirigimos al Oeste.

Paulo Roxo, zona rocosa en la arista hacia la cumbre del Kan Yatse III
Paulo Roxo, zona rocosa en la arista hacia la cumbre del Kan Yatse III

Cruzamos terreno rocoso horizontal pero delicado, entrando en la cara Este de Kang Yatse III. Avanzando ciegamente estábamos buscando algo de debilidad en la pared por donde escalar. Por ser cara Este significaba que la nieve se encontraba mucho mejor que todas las caras orientadas hacia el norte que habíamos visto. Finalmente, encontramos nieve transformada, con suficiente hielo para escalar e incluso proteger. La ruta se reveló más interesante de lo que esperábamos y estábamos escalando rápidamente. Sobre 14:00 alcanzamos la cresta de la cumbre. Después de un par de secciones de escalada en roca agradables, cerca de las 15:00, alcanzamos la cumbre principal de Kang Yatse III, con 6300m.

Daniela Teixeira y Paulo Roxo, en la cumbre secundaria del Kang Yatse III
Daniela Teixeira y Paulo Roxo, en la cumbre secundaria del Kang Yatse III

Fue una escalada de "último minuto", un ascenso imprevisto, pero finalmente nuestras almas de alpinistas se llenarán. Aparentemente este fue el segundo ascenso de la montaña. ¡Abrazos y besos! Como estaba haciéndose tarde, teníamos que bajar rápido. Seguimos atravesando la cresta de la cumbre y tomamos un par de fotos en… la otra cumbre! Allí, encontramos un pequeño hito de piedras. Fue la cumbre alcanzada por los primeros escaladores, en 2015. Bajamos por la cresta de nieve de la ruta original justo cuando el sol estaba desapareciendo por debajo del horizonte de montañas.

Desesperados, en el Kang Yatse III. Foto: Oskar Porras Aramendi
Desesperados, en el Kang Yatse III. Foto: Oskar Porras Aramendi

Ahora subía la tensión. No sabíamos por dónde bajar y la noche estaba a solo unos minutos de distancia. "Estamos arriesgando un vivac a pelo!", dijo Daniela. No hacía falta mucha reflexión para comprender que, sin ningún equipo para el vivac, sería una noche muy helada y desagradable. Atrapados por la oscuridad, decidimos seguir bajando usando el instinto puro. "A la izquierda recuerdo que había algunas torres rocosas, así que la probabilidad de encontrar abismos es alta, creo.", dije sin ninguna confianza. "A la derecha... bueno... no veo nada pero creo que es mejor!". Debajo, teníamos rampas empinadas de trozos de esquisto, pero no podíamos ver mucho más adelante. Seguimos con los crampones puestos. "De esta manera tenemos mejor agarre!", dijo Daniela. Era una teoría improbable pero, sorprendentemente, funcionó perfectamente. Fue una prueba violenta para los crampones - a veces podía ver ocasionales chispas – pero, en aquel momento... a quién le importaba? Bajamos lo más rápido que pudimos y en una hora y media alcanzamos la seguridad del glaciar. A las 20h30, después de cruzar el glaciar rompiendo a cada paso la inestable nieve crujiente, llegamos a nuestro vivac.

El día siguiente bajamos. En nuestras mentes, seguían los momentos de los últimos tres días. Al final, en un intento de último minuto, logramos escalar... algo! Esta no es, sin duda, nuestra mejor ruta en las grandes montañas y, debido a las constantes indecisiones, la línea de ascensión que tomamos parece un poco... rara! En el otro extremo, fue una actividad hecha en estilo alpino puro. En tres días desde la ciudad de Leh hicimos una nueva ruta en Kang Yatse III (6300m), completamos la primera travesía y logramos la segunda ascensión de la montaña. "Bueno, al final no estuvo nada mal, no crees?", Le dije a Daniela desviando la mirada del camino, mientras tropezaba una otra vez en un pedazo de hielo escondido por una capa de nieve apenas transformada.

Llamamos a nuestra ruta "Desesperados". Un nombre basado en los eventos vividos en toda la expedición.

Paulo Roxo y Daniela Teixeira son atletas patrocinados por RAB

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