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Rungofarka, 6495m. Cima virgen para Alan Rousseau y Tino Villanueva en el Zanskar

Abren una vía muy técnica, en estilo alpino, tras 4 días en la pared.

Alan Rousseau abriendo en el Rungofarka. Foto: Tino Villanueva
Alan Rousseau abriendo en el Rungofarka. Foto: Tino Villanueva

Las zonas situadas al oeste del Zanskar, entre Ladakh y Cachemira, están llenas de picos técnicos esperando su primera escalada. Debido a la proximidad con Pakistán, la zona ha estado cerrada durante largos años a la presencia de alpinistas. Pero la cosa cambió cuando en 2009 la Indian Mountaineering Foundation abrió el permiso para 100 cimas en la zona.

Esta prohibición ha hecho que muchos valles sigan sin cartografiar, a pesar de que su acceso es cercano a zonas transitadas. Y en estos pocos años se han visto ya excelentes actividades en estas montañas de 6.000m de altitud, como pueden testificar Mick Fowler y Paul Ramsden, que han conseguido algún Piolet d’Or por sus aperturas en la región, como ocurrió con el Kishtwar Kailash.

En fechas cercanas, el canario Juan Diego Amador y el andaluz David Pérez también conseguían otra cima virgen en un valle cercano, al que bautizaron como Pico Islas Canarias. Y ahora son Tino Villanueva y Alan Rousseau los que escalan otra cima, de la que no hay constancia que haya sido escalada, llamada Rungofarka, de 6.495m de altitud.

Ruta de ascenso y descenso en el Rungofarka. Foto: Tino Villanueva
Ruta de ascenso y descenso en el Rungofarka. Foto: Tino Villanueva

Lo han hecho abriendo una durísima ruta en estilo alpino que les obligó a permanecer 4 días en la pared. Primero habían intentado una directa por el centro de la pared, pero tuvieron que descender agotados a mitad de ruta. Tras 4 días de descanso, volvieron a la carga a través de la Arista Norte y comenzó la escalada.

Largo de roca en el que apenas pudieron proteger. Foto: Alan Rousseau
Largo de roca en el que apenas pudieron proteger. Foto: Alan Rousseau

La vía, de 1.200m, resultó muy comprometida, con algunos largos técnicos con apenas protecciones, y grados hasta VI M6 WI4+. El 2º día las cosas estaban muy complicadas y la noche se echaba encima, cuando ocurrió un descubrimiento que, probablemente, marcó el éxito de la escalada: encontraron una pequeña cueva detrás de una cortina de hielo que les permitió vivaquear tumbados, protegidos y sin encordarse.

Hielo en el Rungofarka. Foto: Tino Villanueva
Hielo en el Rungofarka. Foto: Tino Villanueva

El descenso también fue complicado, a través de terreno desconocido por la cara oeste.

La actividad obtuvo el galardón Copp-Dash Inspire Award, concedido por Black Diamond Equipment.

En el valle, con el Rungofarka al fondo, Alan Rousseau y Tino Villanueva
En el valle, con el Rungofarka al fondo, Alan Rousseau y Tino Villanueva

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