Don Wargowsky, el guía con quien hizo cima Baru, nos pide que publicitemos la labor que la organización nepalesa www.streetdogcare.org realiza ayudando a los perros callejeros del país.
“No todos los perros de allí tienen la suerte de Baru. Tienen un excelente programa de adopciones que ayuda a encontrar buenos hogares. También aceptan donaciones online ¡Cualquier donativo ayuda más de lo que podríais imaginar! Con algo más de 10 dólares se vacunan 10 perros, que de otra manera no tendrían ningún tipo de cuidado."
Fotos: Don Wargowsky
Sinceramente, no recordamos nada parecido. Una perrita mezcla entre pastora del Himalaya y mastín tibetano de poco más de 15 kilos “adoptó” a una expedición de una agencia nepalesa que se dirigía al Baruntse, dirigida por el guía estadounidense Don Wargowsky, y tras acompañarles a lo largo de todo el trekking de aproximación, y a pesar de todos los intentos por evitarlo para salvaguardar su integridad, acompañó durante toda la escalada al equipo hasta conquistar la cumbre de este sietemil.
Nos atreveríamos a decir que se trata del primer perro que asciende un sietemil. Y desde luego que no sencillo; el Baruntse es un pico técnico que requiere de buenas aptitudes alpinísticas, como puede comprobarse fácilmente en las fotos. No es un seismil de trekking como el Mera Peak.
La perra, que durante la estancia en el campo base, y debido al frío, compartió tienda y abrigo con Wargowsky, siguió sin que nadie se diera cuenta a los sherpas que tiraban cuerda abriendo el camino hasta el campo 1 a través de terreno muy complejo. Sin embargo, no pudo descender con ellos, permaneciendo a más de 6.000m 2 noches, hasta que pudieron subir a buscarla, cuando ya la daban por muerta.
La sorpresa vino cuando al llegar al campo 1, de nuevo no pudieron conseguir que permaneciera allí, y continuó con el equipo que abría huella y tiraba cuerda hasta el campo 2. Esta vez los sherpas consiguieron que les siguiera de bajada, y ayudándola regresó con ellos al campo base.
Para ese entonces ya era un miembro más del equipo, y la relación con Wargowsky era altamente emocional. Lo cual traía un problema, ya que ella no se separaba de él en ningún momento, y como guía Don tenía que partir con los clientes hacia cumbre a la mañana siguiente.
Decidieron atarla a una gran roca en el campo base para evitar que les siguiera, y partieron hacia la montaña. Sin embargo, a mitad de camino hacia el campo 2 oyeron un ruido y al darse la vuelta se encontraron con Mera, que así la habían bautizado por haberla conocido en el descenso del Mera Peak. No saben cómo consiguió librarse de las ataduras.
En ese momento Don Wargowsky se encontró con un dilema: por su trabajo, y como guía, no podía abandonar a los clientes para bajar a Mera. Así que decidieron intentar que permaneciera en el campo 2 mientras ascendían y descendían.
Un fuerte viento que se levantó les obligó a permanecer en este campo 5 días, en los que Mera recibió la misma cantidad de comida que el resto. Y por fin llegó el día de cumbre. Dejaron a la perra en la tienda, pero de nuevo volvió a escaparse, y a las 2 horas ya les alcanzaba por la precaria arista.
A partir de ahí comenzaban zonas muy técnicas, con pendientes continuas de 60-70º, y algún tramo totalmente vertical, en las que hubo que ayudar a Mera para evitar problemas. Según Don, su total confianza en él fueron de gran ayuda. En un par de ocasiones patinó por la vertiente helada, pero Wargowsky consiguió frenarla. Y así hasta que se convirtió en la que probablemente es la primera perra en alcanzar la cumbre de un sietemil.
El descenso fue más complicado, y en unas cuantas ocasiones tuvieron que descolgarla como pudieron, incluso rapelando colgada de Don. Pero finalmente, con alguna herida en las patas, y habiendo perdido bastante peso, llegaba sana y salva al campo base con los demás miembros del equipo. Quedaba la vuelta a través del roto glaciar, en el que también hubo que hacer rapelar a la perra en varias ocasiones.
Ahí comenzaba otro problema: a nadie le cabía en la cabeza abandonarla, ( los sherpas, que como es normal no habían visto nunca nada parecido, ya afirmaban que estaba bendecida y que había traído la suerte a la expedición), pero Don, por motivos personales, no podía llevársela a Seattle.
Kaji Sherpa, el jefe de campamento, la adoptó inmediatamente, rebautizándola como Baru, en honor a la montaña. Le fabricó un collar con un tirante de mochila, para que en los pueblos de bajada no pensaran que estaba abandonada, y ella, como había hecho con Don, le seguía con el hocico pegado a su rodilla, hasta llegar a su aldea, en donde ahora vive en compañía de sus hijos pequeños. Parece ser que ya está plenamente repuesta, y que ya ha recuperado con creces el peso perdido.