Tal dÃa como hoy, hace 40 años, Reinhold Messner volvÃa a llevar los lÃmites de lo que se considera posible un poco mas allá, abriendo un nuevo camino al alpinismo, al conseguir la cumbre del Everest en solitario, estilo alpino, y sin uso de oxÃgeno suplementario.
Estuvo dos años preparándose, desde que en 1978 realizó la primera escalada al Everest sin oxÃgeno, junto a Peter Habeler. Firmemente convencido de que, para que el alpinismo avanzara y fuera mas puro, lo que tenÃa que hacer es eliminar cuantos mas medios artificiales mejor, tras prescindir del oxÃgeno, quiso también hacerlo de la ayuda externa.
Para ello eligió ir en la peor época: durante el monzón. Esto le garantizaba tener la montaña para él solo. También hizo algo muy radical, que nadie habÃa hecho allÃ: prescindió de la ayuda, y no instaló campos de altura. El dÃa que partió a cumbre cargaba con él una tienda de vivac, que empleó para pasar las noches.
Fue por la cara norte tibetana, que un año antes habÃa sido abierta por el gobierno chino a los visitantes extranjeros tras 30 años de cierre. En mayo de ese año habÃa recibido la primera visita no china en 3 décadas, con un equipo japonés que repitió la vÃa normal del Collado Norte y la arista con los escalones, además de abrir un enlace por la norte hasta el corredor Horbeirn.
Messner era el segundo visitante y, con toda la montaña para él solo, sin oxÃgeno, ni campamentos de altura, ni ayuda, ni cuerdas fijas preinstaladas, consiguió la cima abriendo también una nueva vÃa al encontrar una lÃnea horizontal en la gran pared, por encima del Collado Norte, que le llevó a alcanzar el Corredor Norton, desde donde llegó a cumbre.
Allà cayó exhausto, y durante una larga hora solo pudo tumbarse en la nieve y jadear. Por suerte, consiguió recuperarse, y comenzó el descenso.
Cuando llegó al campo base, 4 dÃas después de haberlo abandonado, su novia, que le acompañaba, casi no lo reconoció. “Bajaba como si estuviera borracho, y no parecÃa la misma persona que se habÃa ido hacia 4 dÃas. Su cara estaba amarilla, sus labios resecos y agrietados", escribió Nena Holguien en su diario.
Con esta ascensión, que a fecha de hoy sigue asombrando, Messner pensaba que el alpinismo habÃa dado un gran paso. Años después afirma su desencanto: creÃa que en 10 años nadie subirÃa al Everest en expediciones pesadas, pero se encontró con la deportivización y turistificación posterior que, para ellos, entre ellos él, han desvirtuado el techo del mundo.