
En 2014 encontraron una tabla de esquà con restos de fijación en el campo de hielo de Digervarden, de unos 1.300 años de antigüedad, pero su estado no era muy bueno. Decidieron seguir monitorizando la zona, con la esperanza de que apareciera la otra tabla del par, o cualquier otro objeto.

La nueva tabla se ha encontrado a tan solo 5 metros de la anterior tabla, y probablemente el hecho de que estuviera unos enterrada a mayor profundidad que su pareja haya contribuido a su excelente conservación.
Los esquÃs de la protohistoria escandinava
La nueva tabla mide 187 centÃmetros de largo y 17 centÃmetros de ancho. Una gran flotabilidad, desde luego, con unas medidas que hoy podrÃan englobarse en el freeride, aunque la anchura supera cualquier medida actual, probablemente porque en la época no se giraba manejando las tablas, sino ayudados por una larga pértiga con la que frenaban y elegÃan la dirección. No parece fácil pensar en realizar un giro con técnicas actuales con un esquà tan ancho.Las tiras de cuero que conformaban la talonera de la fijación no aparecieron en el momento de extraer el esquÃ, pero se encontraron al lado sueltas. La tabla tiene diversos arreglos, lo que parece indicar tanto un uso intensivo como el valor de unos buenos esquÃs: en un lugar de abundante madera, si no se hubiera especializado el diseño de las mismas, ante una rotura se habrÃa procedido a la construcción de unos nuevos como un simple tablón antes que a la reparación.


La cuestión de las pieles
En ninguna de estas dos tablas han podido encontrarse indicios de pieles en la suela. Ni restos de las mismas, ni orificios laterales para ajustarlas, aunque los arqueólogos piensan que también serÃa posible que hubieran sido pegadas con algún tipo de resina. También afirman que el hecho de que se haya encontrado un surco longitudinal en la suela indicarÃa que no estarÃa tapada por una piel. No es lo único que indicarÃa; se confirmarÃa, como decÃamos, que la fabricación de tablas requerÃa de una artesanÃa y un diseño que las hacÃa valiosas y alejaba del simple tablón.
Uso de los esquÃs
Parece evidente que los protohistóricos habitantes previkingos del norte empleaban las tablas para trasladarse, cazar, etc.En el caso de estos esquÃs, en el campo de hielo de Digervarden han aparecido restos, tanto aparataje como antiguas construcciones, que indican caza de reno. Sin embargo, durante la búsqueda del esquÃ, los investigadores han encontrado algunos kairns (hitos) en la montaña de Digervarden. Piensan que puede tratarse de una antigua ruta de montaña; algo confirmado por el hallazgo de un trineo de carga del siglo XVIII en 2016.
Por ello, ambas posibilidades existen: que se emplearan para cazar, para transporte, o para las dos cosas.
¿Qué ocurrió hace 1.300 años?
De momento no se sabe nada más. Puede que la persona fuera alcanzada por una avalancha, que tuviera un accidente, puede que dejara las tablas por algún motivo y al volver a buscarlas rato después la nieve las hubiera enterrado, puede que las abandonara por alguna rotura. Aunque esto último no parece muy probable, siendo que los esquÃs tenÃan valor y se reparaban y que estas tablas muestran un agujero en la puntera que permitÃa su arrastre o sujeción.Secrets of the Ice monitoriza los glaciares en busca de lo que el hielo en retroceso muestra, pero no excavan ni fuerzan la aparición. Por eso, es muy probable que en próximos años, si sigue el retroceso, afloren nuevos restos que no solo aclaren lo ocurrido, sino que completen una visión de la forma de vida -y de esquÃ- de estos humanos protohistóricos, anteriores a los vikingos.
En el caso de que se tratara de un accidente, o de una avalancha, también es probable que en un futuro aparezca el cuerpo de quien empleaba estas tablas a través de los hielos y las nieves del norte.