Adam Ondra ha puesto fin a 27 años de espera. En concreto, los trascurridos desde que, en 1994, Tomas Pilka equipó Absolutorium hasta que el checo consiguió liberar la vía el pasado mes de octubre, graduándola como 9a.
Absolutorium se encuentra en Beckov, Eslovaquia, en lo que fue una escuela de moda a finales de los 80 y principios de los 90 del pasado siglo. Un lugar muy escénico: una roca gigante de 50 metros que protege a una población, coronada por un castillo en su cima.
En junio de 2020 empezó a probar la vía, quedando prendado de su belleza, pero sin poder resolverla. 17 meses después regresó, encontrándose la pared más limpia porque, en ese tiempo, Miso Makusiniec la había estado intentando. Poco a poco resolvió los pasos clave del extraplomo, hasta su liberación.
No es la primera vez que Ondra realiza algo que podríamos llamar “arqueología de la escalada deportiva”. Buscar vías que le permitan conocer la evolución de este deporte desde su explosión en la década de los 80 del siglo XX hasta la actualidad, recuperando viejos problemas que, como en este caso, no pudieron ser solucionados en su momento.