Miguel Moreno, periodista de www.soitu.es, ha hablado con un emocionado Ueli Steck en Katmandú. Reproducimos la entrevista que nos ceden gentilmente, y pronto publicaremos alguna otra con los intervinientes en el rescate. Sin embargo, por petición expresa de uno de ellos, esto será más adelante, ya que en este momento no están en condiciones de atender a toda la prensa internacional. El rescate de Iñaki ha llamado la atención de muchos medios no especializados, tanto aquà como fuera del paÃs, y estos hombres se merecen un descanso tras su heroico esfuerzo. En el Diario de Navarra, patrocinador de Iñaki Ochoa y coordinador del rescate, también pueden leerse las palabras que Horia dijo a la familia de Iñaki.
"Tenemos problemas. Iñaki está enfermo. Necesitamos ayuda". Fue el escueto mensaje que llegó al teléfono satélite de Ueli Steck, el montañero suizo que acudió en su ayuda y se convirtió en la última persona que vio con vida al alpinista navarro Iñaki Ochoa de Olza.
Ueli nunca habÃa visto a Iñaki antes del Annapurna. "Le conocà este año, en el campo base", cuenta en una conversación telefónica con frecuentes silencios y balbuceos, en la que muchas frases se hacen ininteligibles por su voz emocionada y entrecortada. El alpinista suizo habla desde Katmandú, la capital nepalà a la que prácticamente acaba de llegar. Ueli alcanzó el campo base, a unos 4.000 m, con Simon Anthamatten el 5 de mayo. Allà se encontró con Iñaki. El alpinista navarro perseguÃa las cumbres del Annapurna (8.091 m) y del Kanchenjunga (8.598 m), las dos últimas que le faltaban para sumarse a los pocos que han conquistado las 14 cimas más altas del mundo. Ueli reconoce que "habÃa oÃdo hablar de él, pero nunca le habÃa visto en persona". Cuando le volvió a ver, a 7.400 m de altura, Iñaki todavÃa estaba consciente, aunque duda que le reconociera. "SabÃa que habÃa llegado alguien para ayudarle, pero ya no tenÃa la mente clara".
Ueli y Simon iban en su propia expedición, camino de la cima de 'la montaña maldita' por la pared sur, pero tuvieron que renunciar a hacer cumbre por el mal tiempo. "HacÃa demasiado calor para seguir subiendo". Resignados, de vuelta en el campo base, les llegó el mensaje de socorro al teléfono satélite. Eran las 9 de la noche. "Entonces te pones a pensar qué puedes hacer para ayudar". No hay largas reuniones ni grandes discusiones. "Cuando sólo sois dos personas no hay mucho que discutir. Pero habÃa muchas preguntas". No tenÃan más equipamiento que el que habÃan subido ellos mismos para su propia ruta y ni siquiera conocÃan el camino que habÃa tomado Iñaki.
“Llegaron los sherpas de Iñaki y ellos nos enseñaron por dónde subir". En el ascenso iban cuatro guÃas, otro montañero, Simon y Ueli. El mal tiempo y el riesgo de avalancha complicaron las cosas, y el grupo tardó dos dÃas en llegar hasta Iñaki. Los siete llegaron al campo 3, a 6.900 m, pero al dÃa siguiente sólo Ueli logró alcanzar la tienda de Iñaki, 500 m más arriba. En el ascenso se topó con Horia Colibasanu, el compañero rumano que durante cuatro noches cuidó de Iñaki. Decidió bajar cuando se enteró de que Ueli estaba en camino, y con su descenso abrió la ruta por la que ascendió el suizo. "Estaba cansado y enfermo. Si él se hubiera quedado, también habrÃa muerto" razona Ueli la decisión de Horia, quien también presentaba sÃntomas de un edema pulmonar.
Ueli era la persona adecuada para el rescate. En febrero habÃa derribado el récord de velocidad -que ostentaba él mismo- en la subida por la pared norte del Eiger (en los Alpes suizos), completando los 3.970 m en 2 horas 47 minutos. En octubre de 2006, intentó ascender el Annapurna en solitario y sin oxÃgeno, pero tuvo que abandonar su objetivo en mayo de 2007, cuando una roca le golpeó en la cabeza.
Ueli no pudo evitar la muerte de Iñaki. Llegó el jueves y durante la noche el estado del himalayista navarro se fue deteriorando hasta no aguantar más. Desde Pamplona se habÃa establecido un dispositivo para coordinar la atención que debÃa recibir el navarro y asesorar a Ueli en el tratamiento médico. Cuando Iñaki entró en parada cardiaca, el suizo intentó reanimarle con masaje cardiorrespiratorio, pero fue inútil. ¿Cuándo perdiste la esperanza de que sobreviviera? "Cuando dejó de respirar, no antes".
Siguiendo los pasos del suizo llegaba Denis Urubko, trayendo consigo oxÃgeno artificial para Iñaki. El himalayista navarro era un purista de la escalada y se negaba a subir con apoyo de oxÃgeno: "Es como si a Marco Pantani le hubieran puesto en su bicicleta un motor para subir los puertos", solÃa decir. Pero Urubko llegó tarde, aunque según Ueli es difÃcil pensar que el oxÃgeno hubiera podido salvarle. "Cuando llegué, Iñaki llevaba allà una semana, y eso es mucho tiempo. Quizá con el oxÃgeno habrÃa aguantado dos dÃas más, pero ¿cómo habrÃamos podido bajarle?".
El dispositivo de rescate que se organizó de forma casi espontánea fue impresionante, e incluso el gobierno de Navarra se ofreció a costear un helicóptero que subiera en ayuda de Iñaki, pero esa opción era imposible por el momento. "Ningún helicóptero puede volar a 7.000 m, el aire es demasiado fino", explica Ueli.
El alpinista suizo nunca se habÃa visto en una situación semejante y le cuesta describir lo que se siente en esos momentos. Es duro ver cómo muere un compañero, pero no puedes pararte a pensar en eso. La primera noche la pasó en la tienda de campaña junto al cadáver de Iñaki, pero no podÃa quedarse allÃ. "Ahora me tocaba bajar a mÃ. TenÃa que salvar mi propia vida".
Ya desde la seguridad de Katmandú (en Nepal), Ueli sigue reflexionando sobre el Annapurna. Para él, no es la cima más dura del mundo, pero siempre que subes a la montaña hay peligro. "Ascender a una cumbre siempre es más peligroso que pasear por la oficina. Iñaki era muy buen alpinista y sabÃa lo que podÃa pasar. Pero aunque fuera consciente de los riesgos, seguro que no subió pensando que iba a morir. Nadie hace eso".
Miguel Moreno, www.soitu.es