Mario Gastón, del Club Deportivo Espelo Tracalet, nos envÃa la crónica de la apertura de la Gran Cascada de Gavarnie, realizada por el junto a Vicente MartÃnez y Jero GarcÃa:
“La Gran Cascada de Gavarnie está enclavada en territorio francés dentro del circo del mismo nombre. Declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1997, el Circo de Gavarnie constituye uno de los 174 espacios naturales que protege de forma especial este comité a nivel mundial.
La Gran Cascada recoge sus aguas del Lago Helado de Monte Perdido, las cuales por infiltración reaparecen en la surgencia Brull, ya en territorio francés. Está considerada como uno de los mayores saltos de agua en Europa, aunque muchas referencias la colocan a la cabeza del continente e incluso la 6ª a nivel mundial.
Conocida como L`Overdose en invierno, escalar la Gran Cascada supone unos de los mayores retos para los escaladores en hielo.
Con una vertical absoluta de 281 metros, y un desnivel total de 422, este colosal salto de agua fue descendido por primera vez en 1990 por S. Boyer y A. Vergez aunque con una logÃstica y una técnica muy diferentes (con ayuda de medios aéreos, cuerdas especiales de 300 metros y apoyo humano en cabecera).
Nuestro propósito desde un principio era realizar el primer descenso autónomo de la cascada, estilo barranquista. Para ello considerábamos importante que se cumplieran tres condiciones. Por un lado, que la aproximación y retorno fueran a pie. En segundo lugar, que los materiales empleados fueran comerciales, es decir, de los que se pueden adquirir en cualquier establecimiento. Por esto último empleamos cuerdas de 200 metros. Esto obligaba a buscar una vÃa en la que se pudiera fraccionar y por eso se escogió su margen izquierdo, frente al margen derecho que es donde está montada la instalación por la que se hace la vertical absoluta, con cuerdas especiales de 300 metros. En tercer lugar, la ausencia de ninguna ayuda humana externa en la parte de la expedicion que se entiende como descenso (a partir del Collado de la Cascada).
En la expedición participamos 3 personas. Una de ellas se dedicó exclusivamente al apoyo logÃstico (Vicente MartÃnez), ya que tuvimos que hacer dos porteos de material desde Coll de Tentes hasta un vivac que tenÃamos localizado bajo las paredes de la cara Sur, a la altura del Casco de Marboré. Al dÃa siguiente, continuamos con los porteos hasta el Collado de la Cascada, a los pies de la Espalda de Marboré. Desde aquà bajamos Jero GarcÃa y yo por unas palas que este año se encontraban nevadas y que tienen aproximadamente unos 400-500 metros de desnivel. Para ello tuvimos que montar reuniones en la nieve y ayudarnos con las cuerdas, ya que con el peso de nuestras mochilas, de unos 30 kg, era muy fácil desequilibrarse. El uso de crampones y piolets fue fundamental.
Una vez en el cauce, a la altura del Glaciar de la Cascada, hay que superar rapelando dos fajas que suponen dos rápeles de unos 50 metros cada uno y que ya habÃamos equipado el año anterior mediante clavijas y algún spit. Después, hasta la cornisa hay unos 100-150 metros de pendiente.
Una vez llegamos a la cornisa que da paso a la vertical, descendimos por el margen izquierdo orográfico. Tal como habÃamos previsto, presentaba más posibilidades de fraccionar la vertical. Sin embargo, por este lado aumentan otro tipo de riesgos, como es la posibilidad de que se atasque una cuerda en las recuperaciones, el desprendimientos de rocas, asà como el desplazamiento de la cascada por efecto del viento, con tendencia casi siempre hacia nuestro lado por efecto de las corrientes de valle. A partir de aquÃ, montamos un total de 5 reuniones que constituyen 4 rápeles de aproximadamente 80, 120, 150 y 130 metros.
Para el descenso estuvimos valorando la combinación térmica más adecuada. Dado el volumen y el peso de los neoprenos, se descartaron desde un principio, optando finalmente por una combinación térmica tradicional (térmico más polar) protegida por chaquetas de kayak, escarpines, guantes de neopreno y pantalones impermeables. Para comunicarnos entre nosotros, algo fundamental en estas distancias, empleamos unas pequeñas radios portátiles.
Cada uno de nosotros llevábamos 200 metros de cuerda semiestática tipo A sin cortar, lo cual nos daba bastante seguridad, autonomÃa y versatilidad en la forma de descender. Por el contrario, manejar cuerdas de esa magnitud nos hizo perder mucho tiempo en cada recuperación, además del peso que suponÃan una vez mojadas.
Quizás el momento más crÃtico fuera a partir de la tercera reunión, donde el contacto con el agua es continuo hasta que se llega a la gran repisa. Una vez aquÃ, las corrientes de aire, de unos 70 km/h, generadas por el agua al precipitarse desde 300 metros, acompañadas del agua pulverizada, nos hicieron pasar un frÃo terrible. No paramos de temblar durante el tiempo que permanecimos allÃ. Mientras a Jero le costaba articular palabra por el frÃo, a mà se me agarrotaron las dos manos, con serias dificultades para poder abrirlas.
Para poder superar la última vertical buscamos un lugar protegido del viento y el agua, con una recuperación lo más limpia posible. Sin duda fue uno de los momentos más crÃticos del descenso, acentuados en gran medida por el caudal de la cascada, el cual alimentado por las aguas de fusión de dos vertientes, caÃa de forma exhuberante como no lo hacÃa desde mucho tiempo.
Finalmente, con las últimas luces del dÃa, a las 22h del 23 de Julio, terminábamos el descenso.
La apertura se articuló en dos dÃas, aunque estaba planificado hacerlo en tres, pero el pronóstico del tiempo para el tercero era malo y sabÃamos que eso podÃa echarlo todo a perder, como ya nos pasó el año pasado. Asà que replanificamos la apertura y todo salió bien. De hecho al dÃa siguiente sólo por el viento que se movió en la zona hubiera hecho imposible su descenso.
Para los que hemos formado parte de este proyecto, hemos cumplido un gran sueño que seguramente no termine aquÃ, aunque eso ya es otra historia."
Mario Gastón Chaves
Club Deportivo Espeleo Tracalet







