Achille Compagnoni, primer conquistador del K2 junto a su compañero Lino Lacedelli, falleció ayer a la notable edad de 94 años en un hospital del valle de Aosta. La longevidad parece ser la nota común entre los integrantes de aquella expedición: Ardito Desio, jefe de la misma, nos abandonó en 2001 habiendo cumplido unos deslumbrantes 104 años, lo que le permitió algo asombroso: vivir en 3 siglos diferentes.
La conquista del K2, la montaña italiana, era en el país transalpino una cuestión de estado desde las primeras expediciones del duque de los Abruzzos en 1909. Finalmente, un potentísimo grupo con los mejores alpinistas italianos del momento consiguió colocar en la cima a Compagnoni y Lacedelli el 31 de julio de 1954. Entre los miembros de este grupo se encontraba un joven Walter Bonatti.
Desde entonces, la polémica ha perseguido a todos los miembros de aquella expedición. Bonatti fue acusado en Italia de quedarse con el oxígeno que pertenecía al equipo y de intentar una cumbre por su cuenta y en solitario. Él se defendió, acusando a Compagnoni y Lacedelli de abandonarle a su suerte haciéndole pasar una noche al raso a más de 8000 metros de altura al cambiar la ubicación de un campo sin avisarle, cuando ascendía para abastecerles de bombonas de oxígeno, negándose a auxiliarles a él y al porteador paquistaní Madhi, que enloqueció aquella noche.
Muchos años después, Bonatti encontró las pruebas que avalaban su versión en las fotografías de cima. Toda esta desazonadora y polémica historia está explicada en el reportaje “Walter Bonatti no perdona”, enlazado a pie de página, y demuestra como, en ocasiones, la ambición desmesurada y las cuestiones de estado por encima de las de los hombres hacen comportarse a los seres humanos de una forma inexplicable.
Nada volvió a ser igual para los protagonistas. El asunto incluso se judicializó, acabando en los tribunales. Como dijo Bonatti años después, haber pasado una noche a 8.100 metros de altura, en el K-2, abrazado a un pakistaní enloquecido de miedo y de dolor, en una repisa en mitad de la pendiente, con una temperatura de 25 grados bajo cero y con un viento de 70 kilómetros por hora, "es algo que marca a fuego el alma de un hombre joven, y desequilibra su espíritu lo suficiente para hacerlo enfermar".
Nunca volvió a confiar en nadie, la comunidad de alpinistas le dio la espalda, creyendo la versión “oficial”, y se dedicó a la escalada de dificultad, siempre invernal y siempre en solitario, abriendo sus increíbles vías en las nortes alpinas y en muchos lugares del planeta, y defendiéndose de las acusaciones que caían sobre su persona.
Mientras, Compagnoni desapareció del alpinismo de alto nivel, apareciendo públicamente en contadas ocasiones.
Descanse en paz.