Por Mario Gastón
La idea de descender esta vertical era algo que llevaba en mente desde hacía algunos meses. El Salto del Nervión supone el mayor salto de agua del pirineo occidental. No era muy coherente haber descendido la mayor cascada del otro lado del pirineo (La Gran Cascada de Gavarnie, 423 metros) y dejar en el olvido este fantástico abismo alavés de casi 300 metros de profundidad. Pero como suele ocurrir, no siempre el tiempo libre que uno dispone puede compartirlo con los demás. Así que la actividad se fue posponiendo semana tras semana.
Un buen día, mientras redactaba el artículo sobre el barranquismo de grandes verticales, pensé que sería ideal documentar este descenso. Al fin y al cabo, qué menos que dedicar parte del artículo a la mayor cascada española. Pero de nuevo me encontraba con el mismo problema… y es que por mi trabajo, apenas libraba los fines de semana. Así que tras reflexionar unos instantes y valorar la parte logística, llegué a la conclusión de que era factible realizar el descenso en solitario. La única duda que tenía era saber con certeza si la cabecera estaba equipada con reuniones recuperables, ya que había leído en algunas reseñas que era necesario instalar en fijo la gran vertical, siendo necesario desinstalar la cabecera desde arriba una vez finalizado el descenso. Eso chocaba de frente con la idea de un descenso autónomo y que en cierta manera implicaba avanzar sin dejar nada atrás.
Tras un par de consultas, me confirmaron que se había equipado la cabecera con anillas y que todo el descenso era recuperable, así que lo siguiente que hice fue proponerle a Ana (mi particular fotógrafa) una visita a estas tierras.
EL CAÑÓN DE DELIKA
El Salto del Nervión también es conocido como Cascada de Delika y da origen al cañón del mismo nombre, sito en el término de Amurrio (Pais Vasco). Las tierras de Castilla y León se detienen al pie de estas abruptas paredes, suponiendo el límite geográfico de ambas comunidades. De hecho, el acceso habitual a la cabecera de la cascada se realiza desde el Parque Natural de Monte Santiago, dentro todavía del término de Burgos y bajo una normativa específica, dado el gran valor natural y paisajístico de este entorno donde la quietud de los bosques de hayas contrasta con el decidido vuelo del buitre leonado. Este último parece haber encontrado su lugar en este “Infierno”, denominación que también reciben estas inaccesibles paredes (Paredes Rocosas del Infierno).
El Salto del Nervión supone el mayor escalón que tiene que superar este río en su viaje al Cantábrico. La mayor parte del año el Nervión sortea el vacío infiltrándose a través de pasajes kársticos, como si temiera enfrentarse a estos abismos. No obstante, es posible ver la cascada en pleno funcionamiento durante el deshielo o en época de fuertes lluvias.
Si queremos acceder a la base de la cascada, tendremos que partir desde la población de Delika, donde unas pistas forestales (en ambos márgenes) que más tarde se transforman en sendas nos conducirán por el río nervión al pie de las imponentes paredes rocosas. Desde aquí se puede apreciar el mirador, bien visible por su prominencia, siendo más difícil localizar el salto en periodos de estiaje, ya que la cabecera se pierde entre las monumentales paredes del cañón.
PREPARANDO EL DESCENSO
Como era la primera vez que realizaba este descenso, dediqué el día siguiente a nuestra llegada a visitar el salto. Primero fui por la base del cañón hasta las últimas gradas. Quería conocer de primera mano cómo era el retorno, ya que iba a tener que portear bastante material a las espaldas. Tras comprobar que el itinerario discurría por terreno más o menos sencillo, regresamos a Delika y desde allí subimos hasta Monte Santiago.
Tras dejar el coche en el parking, nos adentramos por el bosque de hayas, siguiendo la amplia pista que conduce hasta el mirador (1,8 km). Una vez allí, no pude evitar asomarme para contemplar el paisaje… fascinante! Desde el mirador hay una vista privilegiada de la cascada. Además, la plataforma esta construida sobre la vertical, por lo que podemos sentir bajo nuestros pies los más de 200 metros de aire que nos separan del fondo.
Después, eché un ojo a una pequeña senda que parte desde el mirador y que baja en zig-zag hasta el cauce. Bajé para localizar los anclajes de cabecera, que tal como me había comentado, estaban equipados para poder recuperar. Y no pude evitar acercarme al borde del salto… ufff. Si bien la vertical de la cascada es de unos 220 metros, el cañón tiene una profundidad de más de 300 y muchísimo ambiente. Espectacular…
EL DESCENSO
Son las 8 de la mañana y esperamos a que el guarda abra las puertas del parque. Una vez dentro, alcanzamos el último parquing y comenzamos a caminar. Para portear el material, he unido los dos petates con cintas como si ambos bultos fueran una sóla mochila. Este sistema me permitirá portear el material durante el retorno.
Sobre las 9 de la mañana comienzo el descenso y me despido de Ana. Ambos estaremos comunicados por radio.
Me asomo a la vertical, miro para abajo, tenso las cuerdas y empujo los petates. Cuando por fin quedan colgando del arnés, continúo hacia la reunión colgada, ya que por la escasa distancia quizás no sea necesario fraccionar este tramo. Alcanzo las anillas y no sin algún que otro problema de rozamientos, consigo recuperar la cuerda. Quizás porque como espeleólogo, la cuerda es nuestro cordón umbilical y el único camino de retorno, este acto de retirar las cuerdas (y más sobre una vertical de 200 metros) no deja de ser sumamente violento. A continuación instalo la cuerda de 100. Empalmo el cordino de dyneema y comienzo mi viaje hacia el vacío. Voy descendiendo poco a poco, para que el descensor no se caliente demasiado. Además, no quiero que se líen las cuerdas. Por fin llego a los nudos del final. A unos metros me detengo y comienzo a preparar la instalación del shunt. Durante una de las operaciones, he tenido que quitar mi cabo del cordino, con tan mala suerte que se me ha escapado de las manos. Ahora el viento empuja el extremo a más de tres metros de distancia… no lo puedo creer! Por unos instantes pienso que igual es una racha pasajera, pero no. Allí está el cordino, casi flotando en el vacío y burlándose de mi torpeza. Por fortuna, ya había atado en el extremo la otra cuerda de 100 metros, que baja hasta el suelo y sube de nuevo a mis manos. Así que para hacerme con él tengo que recuperar esos 100 metros hasta que de nuevo el cordino vuelve a estar en mi poder.
Pongo el shunt, ato la cuerda de recuperación y conecto la de descenso. Tras comprobar que el sistema está correctamente instalado, me cambio de cuerda. Parece que todo está en su sitio así que antes de bajar, deshago los nudos de fin de cuerda para que todo quede listo y recuperable.
En estos momentos me encuentro colgado de un shunt a 50 metros de la repisa, pero con un patio de casi 150 bajo mis pies. Ahora sí, me permito bajar con más soltura, pues en breve me espera tierra firme. Como una araña que pende de un hilo, aterrizo sobre la repisa y tal como estoy me quedo tumbado para descansar un poco. Aprovecho para beber algo y saborear la gravedad. Hace muchísimo calor.
Parece que lo peor ha pasado, pero no… queda desmontar el tinglado. Doy un pequeño tirón y la cuerda comienza a deslizar por su propio peso. Pero se detiene bruscamente. Comienzo a tirar con las manos, pero hay tanto chicle que no se si la cuerda desliza o no. Así que comienzo a recuperar con los bloqueadores. Pero algo falla. La cuerda no corre. La vista no me alcanza a ver el shunt. Sólo veo un punto negro. Quizás haya que tirar con más fuerza- pienso. Así que monto un polipasto con una minitraxion, aprovechando la instalación del siguiente rápel. Pero por más tensión que le meto, la cuerda no corre. Problema… y gordo! Suspiro, me siento y descanso un poco más. Croops!!! Las piedras no paran de caer. Conforme se calienta la pared, se desprenden desde lo alto bloques de diferente tamaño. Sólo queda una opción, remontar los 50 metros y averiguar dónde reside el problema. Pero claro, ahora me toca colgarme de una cuerda, atada a un shunt que pende del extremo de una cuerda con… ¿un palmo de margen? Así que para asegurar el ascenso, hago una prueba de carga tensando el polipasto con todas mis fuerzas. Pese a que hay 150 metros de cuerda, consigo tensarla como una guitarra. Calculo que le he metido unos 250-300 Kg de tensión, lo que me da margen para emprender el ascenso con seguridad
Chip,chap… chip, chap… subo poco a poco. Miro hacia arriba… y hacia abajo. Voy ascendiendo con toda la delicadeza que me es posible. Metro a metro, palmo a palmo me voy acercando al shunt. Cuando llego, me anclo con el puño a la cuerda… ya está, no hay peligro. Echo un vistazo al sistema. Al parecer, un golpe de viento ha enredado el cordino sobre el shunt, anulando todo el sistema (ver Ley de Murphy, principios generales). Deshago el entuerto y para que no vuelva a ocurrir, tenso el cordino para eliminar la comba y así, que no se pueda enredar de nuevo.
Vuelvo a bajar los 50 metros y esta vez la recuperación termina con éxito. Uffff…- pienso. Lo que ha faltado…
Arriba Ana espera con impaciencia. Aunque voy informando de todo lo que ocurre, la espera en el mirador se hace eterna. Hace frío allí arriba. Mientras tanto, el sudor corre por mi frente como una surgencia más del Nervión.
Ordeno las cuerdas, preparo el material y me dirijo hacia el rápel de 65 metros. Sin mayor complicación, desciendo esta última vertical nada despreciable. Ahora sí, estoy abajo. Sólo queda recuperar las cuerdas y regresar por este fantástico sendero de agua enclavado en el monumental abismo que supone este valle. El Cañón del Delika me acompaña por el camino mientras todavía saboreo en mis labios el mejor de los caldos alaveses…
TÉCNICA Y MATERIAL
Para la ocasión, decidí utilizar una técnica poco convencional. Si bien lo normal es utilizar cuerdas de 150 para el descenso del rápel, ello suponían unos 300 metros de cuerda, a lo que había que sumar todo mi equipo personal. Así que para reducir peso y volumen, utilicé dos cuerdas de 100 metros, ensacadas en petates independientes, más 100 metros de dyneema de 5 mm. La pregunta es ¿cómo bajar 150 metros con cuerdas de 100? O mejor dicho ¿cómo recuperar una cuerda que tiene nudos intermedios?
Lo cierto es que la técnica no es nueva, pero siempre ha estado más enfocada como maniobra de fortuna para el caso de que se nos rompan las cuerdas o estas sean demasiado cortas. Con un bloqueador shunt resolvemos la ecuación del problema, ya que este polivalente bloqueador permite el desbloqueo a distancia, la clave de todo el sistema. Además, la técnica, si se sincroniza adecuadamente, es muy operativa ya que permite ahorrar esfuerzos: recuperando sólo 100 metros, habremos recuperado toda la cuerda.
A continuación, se acompaña un esquema de la instalación utilizado para este descenso en concreto.
FICHA TÉCNICA
Localización: Río Nervión. Sierra de Gibijo. Délika. Amurrio (ÁLAVA)
Denominación: Cascada del Nervión, Cascada de Delika
Desnivel: 230 mts
Cuerdas: 2 x 150
Acceso: 25 min
Descenso: 2-4 H
Retorno: 1H 25 min
Dificultad: V6, A1- A3, III
Primer Descenso: Diego Dulanto (2007)
Periodo: Todo el año
Régimen hidrológico: Pluvio-nival
Restricciones: No se conocen.
Combinación: Dejaremos un coche en Monte Santiago y otro en el Bar el Infierno (Delika).
DESCRIPCIÓN
ACCESO (25 min)
Desde la población de Berberana, seguiremos la carretera dirección puerto de Orduña. Casi en lo alto del puerto, a mano derecha podremos ver las indicaciones y el parquing exterior del Parque Natural de Monte Santiago. Seguiremos la pista hasta que esta finaliza junto al centro de interpretación. A partir de aquí la pista está cerrada. Seguiremos a pie durante 1,8 km hasta llegar al mirador. Después, buscaremos una estrecha senda que parte a escasos metros de la plataforma y que nos conducirá al cauce en pocos minutos. Existe un horario de entrada y de salida al parque (de 8 de la mañana hasta las 22h en verano).
DESCENSO (horario variable: 2h – 4h)
La cabecera de la vertical está compuesta por dos anclajes conectados. Es importante comprobar el sentido de tiro para una recuperación sin problemas, ya que por la ubicación del mallón, bloqueará si tiramos del lado equivocado.
Para buscar la siguiente reunión podemos fraccionar en unas instalaciones ubicadas a escasos 10 metros de la cabecera, o seguir hasta la reunión colgada que hay unos metros más abajo (dos anillas). En cualquier caso, a la hora de iniciar el descenso, buscar la vertical directa, ya que si nos desviamos por la izquierda buscando el inicio escalonado, nos separaremos excesivamente de la línea de instalación y sumaremos roces importantes.
Desde la reunión colgada descenderemos en volado 150 metros hasta detenernos en una gran repisa. Aquí podremos hacer pie cómodamente. En el margen derecho parte la instalación que nos conducirá hasta la cabecera del último rápel (R60) que nos deposita por fin en la base de la cascada.
RETORNO (1h 20 min)
Desde la base, descender por el caos de bloques hasta dar con el curso del río. A partir de aquí, seguir las senda que discurre por el margen y que cruza el cauce en numerosas ocasiones hasta dar con la pista. Aunque la pista se bifurca en dos y cada una discurre por un margen diferente, ambas nos llevarán por buen camino hasta al Bar el Infierno, punto final (avituallamiento recomendado).
OBSERVACIONES
Pese a que no existe una regulación sobre este descenso, es un hecho la existencia de rapaces en estas paredes. Aunque la presencia humana difícilmente puede interrumpir el descanso de estas aves, dada la inaccesibilidad a la que se encuentran los nidos, recomendamos realizar el descenso fuera de la época de anidación (Diciembre – Junio).
Agradecimientos
Agradecer a Ana su paciencia durante el descenso y su compañía desde la lejanía.





