Adam Ondra sigue marcando un nuevo estándar en el límite humano actual de la escalada deportiva. No sólo porque esté asentando un grado máximo que hasta ahora era algo que ocurría muy pocas veces, sino porque sus logros tienen también una gran relación con la resistencia; por ejemplo, encandenando varias rutas de grado muy alto el mismo día, o incrementando la longitud y explosividad de las vías del grado más alto. Es algo que se intuye desde hace tiempo: habrá un momento en el que la disminución de las presas y su tamaño no pueda continuar, y la dificultad tendrá que ver con la resistencia en ese grado, con los metros, con la dificultad general y no puntual. Es el caso, por ejemplo, de Chilam Balam.
Aunque LPlanta de Shiva, vía creada por José Irigoyen y Manolo del Castillo, tiene “sólo” 40 metros, frente a los 80 de Chilam Balam, es una ruta más explosiva, prácticamente sin ningún descanso y sin posibilidad de error en unos movimientos milimétricos.
Para completar su periplo por la península, al día siguiente de encadenar este 9b encadenó 3 8c a vista el mismo día en Archidona.