¿Pero de verdad Reinhold Messner no consiguió los 14 ochomiles? Sobre la empresa Guinness de los Récords

La prensa generalista se está haciendo eco estos días de la nueva Lista del Guinness de los Récords que, en cuanto a los ochomiles, niega los 14 a Reinhold Messner, Jerzy Kukuczka, Erhard Loretan, Edurne Pasaban o Gerlinde Kaltenbrunner, entre otras y otros. Lo analizamos.

Reinhold Messner y sus 14 ochomiles. Foto: BarrabesReinhold Messner y sus 14 ochomiles. Foto: Barrabes

Desde que el periodista Eberhard Jurgalski, de 8000ers.com, decidió revisar todos los “récords” de los ochomiles, descabalgando de la lista de los 14 a la mayoría de alpinistas clásicos que conocemos, estaba claro que antes o después la polémica saltaría al gran público. Sobre todo porque la empresa propietaria de la marca Libro Guinness de los Récords lleva un tiempo tomando a Jurgalski como referencia.

Y así ha sido: han anunciado que aceptan sus cambios, publican nueva lista, y Reinhold Messner es portada en la prensa generalista al dejar de ser considerado como el primero en conseguir los 14. Esta empresa solo reconoce a Reinhold Messner 13 ochomiles. También han sido eliminados de la lista, Jerzy Kukuczka, Erhard Loretan, Edurne Pasaban, Juanito Oiarzábal, Iñurra y Gerlinde Kaltenbrunner, entre otras y otros.

En realidad, según sus cálculos, sólo han conseguido los 14 ochomiles 10 personas: Ed Viestur, Veikka Gustafsson, Nirmal Purja, Sanu, Hong-Juan Dong, Kristin Harila, Sophie Lavaud, Tenjen Lama, Chris Warner y Viridiana Álvarez.

Cuando anunciaron que no podían confirmar la cumbre de Denis Urubko en su enorme apertura en alpino en el Cho Oyu, éste contestó enérgicamente, con justificado enfado, consiguiendo que quedara como no demostrada, y no como no conseguida, pero la gran mayoría han optado por ignorar el asunto.

Y es que no se trata de que les hayan pillado mintiendo, o en un renuncio. Se trata de algo diferente. Este periodista se dedicó a recopilar, con la tecnología actual, fotos satélite, de dron, de cimas, y cotejó quienes habían pisado exactamente el punto cimero de cada montaña y quienes no.

El problema no ha residido en cimas definidas, como el Everest o el K2, sino en las que culminan en una cresta nevada, habitualmente con formas heladas tipo seta, en la que es difícil definir cuál es el punto más alto. Es lo que ocurre en Annapurna, Broad Peak, Manaslu y Dhaulagiri.

Con sus investigaciones descubrió cosas positivas, como que hacía años que no se pisaba la cumbre verdadera del Manaslu, porque la real está unos metros más allá, pero no se ve desde ésta, pero también asuntos que merecen una reflexión.

El caso de Reinhold Messner y Hans Kammerlander: el Annapurna

Cuando Reinhold Messner y Hans Kammerlander consiguieron alcanzar la cumbre del Annapurna, ningún ochomil era conocido como en la actualidad. Aún eran tiempos con escasa información. Tampoco había sistemas GPS como ahora. Subieron formando cordada, y al llegar bajo la cresta cimera escalaron hasta el punto que consideraron más alto de la misma.

Tras examinar sus fotos y cotejarlas con los modernos sistemas, Jurgalski ha decidido que no llegaron a la verdadera cima, sino a una protuberancia situada a unos 60 metros que está 5 metros por debajo.

Como primera respuesta, Messner publicó ayer esta foto de su ascensión al Annapurna bajo la frase “No es la cima sino el camino el objetivo. Mi alpinismo no conoce de récords”.

Messner y Kammerlander en el Annapurna. Foto: Reinhold MessnerMessner y Kammerlander en el Annapurna. Foto: Reinhold Messner

¿Importa?

Cualquier persona que practique el montañismo sabe lo tremendamente difícil que es visualizar a ojo algo así en una afilada cresta de hielo sin apenas desnivel, conformada por pequeños dientes de sierra, o por setas y pináculos.

No es lo mismo una montaña con cumbre evidente, como puede ser el Everest, que una cuyo punto más alto puede ser cualquiera situado en una larga arista sin desnivel pero con protuberancias. Como tampoco son lo mismo los tiempos actuales, en que cada cima está perfectamente definida y hay abundancia de información y datos sobre ella, que aquellos tiempos aún pioneros. Por no hablar de los medios tecnológicos.

Incluso podría argumentarse que, en una cresta cimera afilada no rocosa, y sin apenas desnivel entre sus cercanos picos de sierra, como es el caso del Annapurna, quizás en ese preciso momento, hace décadas, una acumulación de nieve y hielo derruida situara ese punto a la par del que se considera real. Tendría que deshelar todo el ochomil para que supiéramos a ciencia cierta en dónde está su cumbre y, probablemente, nos llevaríamos una sorpresa. Imaginemos que alguien subiera al Everest y afirmara que Hillary mintió porque su escalón, destrozado por el terremoto de 2015, no es como él lo describió.

Una visión que parece compartir el propio Reinhold Messner, que hoy añade esta reflexión: “En el Annapurna escalé una pared de 4.000 metros, llegué a la cresta de la cumbre y ahí es donde se llega a la cima. En esas cumbres nevadas el punto más alto se mueve, y decir décadas después que la cumbre está cinco o diez metros más hacia un lado es ridículo".

Por concretar:

  • Se trata de primeras históricas
  • Que tuvieron lugar en una época en las que las cimas aún no eran una evidencia irrefutable y conocida
  • Antes de la llegada de la tecnología a la montaña
  • Realizadas por alpinistas que con buena fe llegaron al punto que consideraron más alto dentro del conocimiento
  • Que, además, erraron por unos insignificantes metros
  • Que son juzgados por una situación geográfica actual que, en el caso de crestas de hielo y nieve horizontales, puede haber variado.
  • Y por un sistema que solo busca el dato, anulando el valor de lo conseguido.

El Libro Guinness de los Récords y su desconocimiento del alpinismo

El problema principal de este tipo de polémicas es que, tomando como base cuestiones anecdóticas, ignoran por completo lo que ha sido y es el alpinismo, dando la importancia máxima a otros logros que, en muchas ocasiones carecen de valor alpinístico.

Así, para la empresa, o para el periodista investigador, acaban teniendo mayor relevancia una ascensión o conjunto de de ascensiones actuales realizadas por algún motivo peregrino, con oxígeno, parte meteorológico que garantiza la cumbre, dentro de una expedición comercial, por alpinistas sin experiencia que van montaña arriba a empujones de dos sherpas, y con una montaña cosida a cuerdas fijas, que una expedición pionera que se equivocó por 5 metros en la siempre difícil comparación a vista entre pináculos y setas de hielo en una cresta, en un día de dudosa meteo y visibilidad, en una época sin medios tecnológicos como el GPS, y sin punto de cumbre asentado.

Por eso, Messner, Urubko, y la mayoría, consideran estúpidas estas disquisiciones, fuera de época y, probablemente, de lugar.

El caso del Manaslu

En ocasiones estas comprobaciones son útiles. El caso más evidente es cuando se demuestra fehacientemente (y eso no incluye las elucubraciones tomadas como datos científicos que a veces salen a la luz) que alguien se ha inventado una cima. O cuando se averiguó hace dos años que hacía tiempo que no se llegaba a la cima principal del Manaslu.

Desde la antecima no se ve el punto más alto sin asomarse por encima del nivel de seguridad del casquete nevado. Por eso, parece que se está en la cumbre real. Debido a la gran dificultad del corto tramo de arista para llegar a la antecima, las agencias colocaban a 30 metros de distancia por debajo de ésta las banderas, para evitar tener que llevar a sus inexpertos clientes por ese filo que, aunque corto, es muy técnico. Pero resulta que, superada esa arista por los alpinistas independie3ntes, aún quedaba un pequeño tramo posterior oculto. Y, así, quedó definida la antecima como la verdadera cima para alpinistas independientes, y el punto de más abajo para la mayoría de clientes.

En su momento se comentó que, investigación aparte, si esto salió a luz fue porque una agencia descubrió una forma de llegar a la cumbre real evitando ese paso por la arista, y así publicitó, para atraer clientes, que solo ellos podían garantizarla. Desde hace 2 años es la vía normal que siguen todas las expediciones.

En cualquier caso, ésta investigación no desmerece las cumbres anteriores, pero es útil en cuanto deja constancia sobre el lugar real para el futuro.

El actual circo de los ochomiles. El caso de Kristin Harila

Son ya años en los que, para ascender un ochomil por su vía normal, no hace falta tener experiencia alpina. Ni siquiera amor por la montaña. Solo hay que planteárselo como un reto que tachar de una lista, situado en alguna posición entre nadar con tiburones y escribir un libro de autoayuda, y dinero personal. Mucho dinero personal.

Hace pocas fechas, la noruega Kristin Harila afirmó en una entrevista en la televisión de su país que no cree que vuelva a la montaña, considerando que “mi aportación ya está hecha”.

El caso se resume así: ella no practicaba el alpinismo, aunque era una consumada esquiadora de fondo. Vio un documental sobre el récord de los 14 ochomiles de Nirmal Purja y decidió que quería superarlo. Con su sólida base aeróbica, tras un corto tiempo de entrenamiento de montaña y un par de ochomiles de prueba con expediciones comerciales, allá que fue.

Se hizo mediática, por lo que recibió un apoyo inusitado. Con un presupuesto y una logística suficientes como para garantizar la invasión de un país pequeño tipo Liechtenstein por un ejército, (helicópteros sincronizados a discreción, cuerdas fijas siempre colocadas de abajo a arriba antes de su llegada, y además de dudosas maneras, oxígeno en abundancia, y acompañada y ascendida por los mejores sherpas), lo consiguió.

Y, una vez conseguido, anuncia que no tiene intención de volver al montañismo.

No es un reto esperpéntico, como el del holandés que, cuando pretendió escalar el Everest en calzoncillos, se ganó un apodo que podríamos traducir como Mister Gayumbos. En el caso de Kristin Harila, el esfuerzo inmenso está ahí. Pero el alpinismo y el amor a la montaña difícilmente se ven.

Son retos modernos, adaptados a las redes y al libro Guinness, difícilmente comparables a lo que ha sido y es el alpinismo, cuya evolución en el Himalaya en estos momentos está situada en otros puntos de interés.

Deja tu comentario

Sé el primero en comentar este artículo.